viernes, 15 de agosto de 2014

Dia 15- Un día en Santiago

Un día en Santiago....¡Y que día tan especial!.
Siempre me gusta al terminar la peregrinación tener un día de descanso en esta ciudad tan especial. Es un día para aterrizar, para recapitular y para pasear sin prisas.
Siempre acudo este día a la misa del peregrino, que al ser el día de la Asunción es misa grande, con botafumeiro, obispo e iglesia llena. Pero este año ha sido una pasada. Gracias a María, la hermana de Paloma, he podido asistir desde el altar y he sido el único seglar en participar en la ceremonia, pues he hecho una lectura. Algo emocionante y para no olvidar, que ha puesto el mejor cierre posible a la peregrinación de este año.
Me ha encantado la experiencia, que impresiona y pone nervioso. La catedral de Santiago llena a rebosar y en una ocasión tan solemne es algo que hay que vivirlo. Me temblaban las piernas mientras leía, aunque creo que no lo he hecho mal del todo.
Además hoy me he encontrado con dos de los grupos del Camino del Norte. Me ha hecho ilusión, pues desde que me separé de este Camino en Boimorto solo había vuelto a ver ayer al checo, y ya en Santiago.
He visto primero a los italianos. Piensan ir a Finisterre en autobús y desde allí ir andando a Muxia. Una bonita excursión.
Y después he visto a los peregrinos noruegos con bebe. Me han contado que tenían problemas para volver a Madrid, pues nmo encontraban billetes de tren ni de avión.
Como última posibilidad tenían la de alquilar un coche, pero de todos modos tenían que estar mañana en Madrid para coger el avión de vuelta a casa. Espero que lo hayan conseguido.
Todo el día tiene un sabor agridulce, sabor a despedida y sabor a pronto reencuentro.
Por un lado siento que se acabe la peregrinación, que es un tiempo muy especial fuera del tiempo.
Por otro lado estoy deseando volver a estar con mi familia. La soledad ayuda y forma, pero cansa.
Esta ha sido una peregrinación dura, muy dura. El terreno en Asturias ha sido endiablado, sin grandes subidas, pero con constantes cuestas que rompen el ritmo y las piernas. Es además un Camino menos cuidado, mas salvaje en unos tramos y por contra con muchísimos otros tramos de carretera. Un Camino con menos gente y servicios y sin apenas espíritu jacobeo en los pueblos por los que pasas.
Cada vez estoy más convencido de que , a pesar de su masificación, el verdadero Camino es el Francés. O quizás está masificado precisamente por eso, por ser el verdadero.
Es el Camino Francés el que te permite ver y vivir más situaciones y tener más encuentros. Es en el que sientes de verdad con mas intensidad la fuerza de los millones de peregrinos que han pasado por los mismos lugares movidos por la misma fe. Es el que tiene los símbolos, los lugares emblemáticos, las leyendas y las tradiciones peregrinas. Es el Camino con mayúscula.
Los demás son Caminos también muy interesantes y formativos, pero menos intensos.
En este Camino del Norte, una cosa que me ha llamado mucho la atención ha sido la enorme diferencia entre las distancias teóricas según las guías y las reales que según el GPS he recorrido. En todos los Caminos suele haber una cierta diferencia, pero es que en este me he hecho más de cincuenta kilómetros más de lo que dice la guía. Y no se donde está el problema. No es que me haya perdido a menudo, ha pesar de que este Camino tiene una señalización más deficiente que otros, sino creo mas bien que para promocionarlo y hacerlo parecer algo más sencillo, las guías disminuyen un poco el kilometraje. En todo caso, me da igual. He disfrutado de cada kilómetro recorrido, por muy duro que haya sido.
Los paisajes han sido una maravilla. Muy variados, he tenido prácticamente de todo. Playas, bosques, acantilados, llanuras... No había tiempo a saturarte de un paisaje, porque era continuamente cambiante, al igual que el tiempo.
Y es que en lo meteorológico también he tenido de todo en dosis justas: sol, lluvia, niebla, frío y calor. Un Camino muy variado en todos sus aspectos.
Un Camino completo que ha tenido un digno colofón hoy en Santiago. Es impresionante como está esta ciudad en la fiesta de la Asunción. Toda la ciudad es una fiesta. En cada plaza hay una atracción, en cada esquina un músico o un grupo callejero, en cada bar un bulicioso grupo de peregrinos tratando desesperadamente de alargar un ministro más el ambiente que les ha unido en la peregrinación y que ya se está disolviendo irremediablemente.
Hay toda clase de peregrinos. Todas las que ves en el Camino. Están los grupos multinacionales, generalmente de gente joven que se ha conocido en el Camino y para los que la peregrinación ha sido una especie de máster acelerado en relaciones internacionales y un modo perfecto de comprender la diversidad del mundo en el que están entrando.
Los grupos de gente de mi edad suelen ya estar formados antes de empezar el Camino. Pueden ser parejas que hacen juntos el Camino y que han conocido a otras parejas en la misma condición.
Muchas parejas o grupos pequeños de amigos. Curiosamente las parejas mas mayores suelen haber hecho caminos largos y los grupos de matrimonios mas jóvenes caminos cortos.
Algunos peregrinos solitarios, como yo, de todas las edades, que disfrutamos del ambiente sin mezclarnos demasiado con nadie, simplemente saludando a aquellos que hemos conocido por el Camino.
Familias completas que han hecho el Camino o en las que lo han hecho algunos de sus miembros y el resto ha venido a Santiago a celebrarlo y a compartir su alegría.
Grupos de parroquias, asociaciones, scouts u otros, que van todos juntos y a menudo llevan la misma camiseta, que proclama que son peregrinos a todo el que quiera enterarse.
Los que no están aquí son los peregrinos profesionales. Esos individuos normalmente mayores,  con atuendos'extraños y que si les dejas te cuentan lo maravilloso que era el Camino en los años sesenta, cuando no había ni albergues y la guardia civil te paraba por sospechoso de vagabundo. Yo creo que esos no llegan a entrar en Santiago. En Sarria cojen un autobús y se vuelven a Roncesvalles.
Los turistas complementan el ambiente y terminan de llenar la ciudad. Hoy había mas que nunca. He visto colas enormes no ya para darle el abrazo al santo, sino incluso  para entrar en la'catedral. Sacan fotos a todo,  incluidos a los peregrinos, que para ellos somos una atracción más.
Todo un universo multinacional en el que es fascinante participar.
Yo me he retirado hoy a las diez y media, pero la ciudad seguía tan llena como a las cuatro de la tarde.
Pero ya es hora de acabar. 
Esta peregrinación ha terminado y no da para más.
Ha sido tan intensa como las anteriores y como serán las que aún quedan por venir.
Y lo más importante es que cuanto más peregrino, más me doy cuenta de que todas los días son una peregrinación, de que uno es siempre peregrino, esté donde esté y haga lo que haga. Y de que lo que vives y aprendes en el Camino se puede aplicar exactamente igualmente la vida diaria.

2 comentarios:

  1. Muy bonitas crónicas con un final de ensueño pudiendo ser protagonista de la misa del peregrino!! Un abrazo y merecidas y buenas vacaciones!!!

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  2. Hasta el próximo. Buen camino peregrino

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