domingo, 22 de junio de 2014

Dia 4- Akerreta - Pamplona. 17 kms. Fin de trayecto.

¡Que corta peregrinación!. Solo cuatro dias no dan más que para calentar las piernas, que justo ahora es cuando empiezan a estar en orden de combate. Pero bueno, que le vamos a hacer, no había mas tiempo y lo que ha tenido de corta, lo ha tenido de intensa.
Ya volvemos en tren a Madrid tras la última y corta etapa desde Akerreta a Pamplona. Para finalizar ha sido una bonita etapa, menos cansada que las anteriores, y con un tiempo algo menos caluroso.
Personalmente creo que el calor ha sido lo peor de estos días. Ha sido excesivo. Nunca me imaginé pasar los pirineos agobiado de calor y cenar en una terraza en pleno monasterio de Roncesvalles. Hemos perdido y bebido más  líquidos de los que creía posibles y estamos morenos como si llevásemos un mes en la playa.
Anoche la previsión es que el tiempo iba a cambiar. Cuando nos fuimos a la cama después de cenar, comenzó una tremenda tormenta, con multitud de rayos y truenos. Llovio mucho y pensamos que para hoy tendríamos agua para llegar a Pamplona.
Pero esta mañana el día se ha levantado mas calmado. Tan solo está ligeramente cubierto, pero no parece haber amenaza de lluvia y la temperatura sigue siendo calurosa. Al menos el cieno cubierto proporciona sombra que alivia el calor.
Hoy nos levantamos algo mas tarde, pues la etapa es corta. Desayunamos en el hotel y a las nueve menos cuarto salimos al Camino. El principio es una preciosidad. Vamos por nun sendero muy estrecho entre árboles que poco a poco nos va acercando a la ribera del Río Arga, que ya vamos a seguir hasta Pamplona. Nada mas salir del hotel hemos adelantado a un peregrino que venía de Larrasoaña, pero ahora vamos completamente solos, disfrutando del paisaje y de lo agradable  del paseo. A medida que nos acercamos a la orilla hay algunos tramos bastante embarrados, fruto de las lluvias de anoche, pero no molestan demasiado y se anda bien. 
Tras unos dos kilómetros llegamos justo al borde del río. Allí hay un hombre sentado en un tronco, que parece talmente Papa Noel vestido de peregrino. Cuando pasamos nos llama y nos da una tarjeta que tiene, con un dibujo alusivo al Camino. Es bonita y le dejamos algo de dinero a cambio. Entonces se le desata la lengua y empieza a contarnos lo que va a ser el Camino desde ese punto. Insiste especialmente en que paremos en un sitio llamado El Horno de Irotz, que hay mas adelante. Debe tener comisión, o le darán consumiciones gratis por la publicidad. La verdad es que el tío es simpático. Uno de esos personajes muy peculiares que puedes encontrarte en el Camino.
A partir de ese punto vamos a ir casi todo el tiempo pegados a la orilla del río, lo cual tiene la evidente ventaja de que apenas hay cuestas, lo que tras estos tres últimos días es una bendición. Un kilómetro más pegados a la orilla del río y llegamos a Zuriain, un pequeño pueblo donde cruzamos el río por un bonito puente de piedra. Justo al otro lado hay un bonito bar pegado al río, en el que varios peregrinos están tranquilamente desayunando. Para nosotros es demasiado pronto aún, así que seguimos cruzando el pequeño pueblecito.
El Camino sale ahora a la carretera nacional que va desde Pamplona a Roncesvalles. Seguimos por su arcén un breve trecho e inmediatamente nos desviamos a la derecha y cogemos una carreterilla mucho menos transitada que atraviesa de nuevo el Arga antes de dirigirse a Irotz, en el kilómetro cinco de etapa.
Allí. esta el famoso Horno de Irotz, en el que paramos a tomar algo. Es un bar agradable con una terraza donde se está muy bien. Tienen unas tortillas con muy buena pinta, pero nosotros nos pedimos solo unas cocas y nos sentamos en unas mesas corridas donde también están dos peregrinas sudafricanas y un matrimonio catalán con el que charlamos. Ellos han empezado en Roncesvalles y van a hacer todo el Camino hasta Santiago. Me dan envidia, la verdad.
Tras descansar un poco seguimos cruzando las pocas casas que tiene Irotz y llegamos por una pista pegada al río hasta el puente de Iturgaiz, de origen románico. Allí hay que decidir entre dos Caminos, que al principio discurren casi paralelos.
El primero es el oficial. Algo mas corto, se aleja del río subiendo un monte y pasa por Trinidad de Arre y Villana antes de llegar a Burlada, a las puertas de Pamplona, donde se junta con la segunda opción. Es una opción muy urbana, ya que desde Trinidad hasta Pamplona todos los pueblos están prácticamente unidos. Y eso no nos gusta demasiado.
El segundo es un camino fluvial pegado al río que no atraviesa ningún pueblo. Es algo más largo, pero va siempre por la parte baja y está excelentemente acondicionado. Recorre algo más de doce kilómetros hasta juntarse con el otro en Burlada y entrar en Pamplona.
Nosotros elegimos el Camino fluvial, sabiendo que si no nos gusta, aún podemos cambiarnos al otro en una par de kilómetros donde por última vez se juntan ambas opciones.
Creo que acertamos con el Camino fluvial. Es un parque muy agradable y perfectamente acondicionado que utilizan mucho los Pamploneses. Desde el principio hay zonas de descanso con mesas, barbacoas de obra, aseos y todo lo que se puede tener en un parque. A medida que se acerca a Pamplona, además, las instalaciones son mejores.
Avanzamos un par de kilómetros y allí las dos sendas se juntan por última vez nada mas cruzar un puente sobre la carretera que lleva a Zabaldika.
Nosotros decidimos seguir la senda fluvial, ya que nos está gustando bastante y resulta muy cómoda. Unos peregrinos guiris que hay allí, cuando nos ven desviarnos al Camino fluvial nos hacen señas indicándonos el oficial, que sube por un senda bastante empinada. Les tranquilizo por señas indicándoles que sabemos lo que hacemos y continuamos.
Vamos todo el rato siguiendo el curso del río. Hay bastante gente paseando o en bici. En el río se ven de vez en cuando pescadores y en general el ambiente es muy agradable  para caminar. Eso si, no hay un solo peregrino. Por ello, algunas personas que nos cruzamos nos saludan y nos desean Buen Camino, lo que se agradece.
En tres kilómetros nos acercamos a Huarte, pueblo al que no légamos a entrar, ya que se bordea siempre pegados al río. Aquí el parque está aún mejor acondicionado, con instalaciones deportivas, agradables zonas de césped e incluso alguna instalación de la universidad.
Pasado Huarte el parque se va acercando ya a Pamplona. A falta de unos cuatro kilómetros hay un molino restaurado, donde hay buena agradable terracita en la que nos sentamos a descansar y tomar un aperitivo, esta vez incluso con patatas y aceitunas, que al estar tan cerca de  la ciudad ya nois sentimos perfectos domingueros.
Hacemos los últimos tramos del paseo rápidamente hasta llegar a Burlada, donde empalmamos con el otro ramal, que viene por una calle que cruza el pueblo, que es más un barrio moderno de Pamplona que otra cosa.
Unos quinientos metros más adelante, tras pasar por unas calles de dudoso aspecto y habitantes, llegamos al Puente de La Magdalena, que marca la entrada en Pamplona.
Es un puente gótico apuntado y muy bonito, con un crucero a cada lado y francamente elegante.
Para mi gusto la entrada en Pamploina es la más bonita de todas las entradas quien el Camino hace a una gran ciudad.
Tras cruzar el Puente de la Magdalena nos encontramos de frente con las imponentes murallas de la ciudad. El Camino avanza por en foso de las murallas de una manera espectacular hasta ascender y entrar en la ciudad por el Portal de Francia, una preciosa puerta del signo XVI que se conserva intacta. Tiene un puente levadizo, también original, y da acceso, por un sistema de doble puerta, a la ciudad por la bonita calle del Carmen.
Ya estamos en Pamplona. Ya hemos terminado oficialmente, desde el momento en que sellamos nuestras credenciales en el primer albergue que encontramos.
Bajamos la Calle del Carmen y llegamos a la Catedral. Hay muchísima gente y el suelo está alfombrado de flores y hierbas. Hoy es el día del Corpus y en estos momentos la procesión recorre la ciudad.
Paloma y yo visitamos la bonita catedral y luego vamos al Hotel Maisonnave, donde recuperamos el cargador de movil que olvidamos el primer día. En el camino al hotel nos cruzamos con la procesión, que vuelve ya a la catedral y tenemos que esperar a que pase para continuar. Finalmente llegamos al hotel , recuperamos el cargador  y aprovechamos para dejar allí las mochilas y nos vamos a la Calle de la Estafeta a comer unos pinchos, tras lo que nos sentamos tranquilamente en un bar de la Plaza del Castillo a comer más y hacer tiempo. Hemos llegado a Pamplona a la una y el tren no sale hasta las tres y media.
Pamplona está en este Domingo de Corpus hasta la bola. Además, la cercanía de los Sanfermines ayuda y ya se ven muchos guiris con ganas de juerga.
A eso de las tres menos cuarto volvemos al hotel a recoger las mochilas y pedimos un taxi que nos lleva hasta la estación. El tren sale puntual y así teremiba nuestra mini- peregrinación.
Pocos días, pero muy duros e intensos, que borran de la cabeza todas las preocupaciones de la vida cotidiana que ahora hay que retomar. Pero esto es así; lo que hace tan especiales a estos días de Camino es que son escasos, diferentes y únicos. Y para ello es necesario pasar el resto de días rutinarios de la vida diaria. Días que también hay que aprender a disfrutar.
Dentro de algo mas de un mes estaré de nuevo en marcha, si Dios quiere. Esta vez solo, para hacer mi peregrinación de verano, este año por el Camino del Norte desde Asturias a Santiago. Me apetece, pero se que voy a echar de menos a Paloma. Es una excelente compañera de peregrinación y cada vez disfrutó más del Camino con ella.
Ya estamos haciendo planes para hacer el Camino completo cuando la edad, el gordo de Navidad o la Lotería Primitiva nos jubilen; y la verdad es que Paloma  tiene excelentes ideas prácticas sobre las etapas y el equipamiento que hay que tener en cuenta.....

sábado, 21 de junio de 2014

Dia 3- Roncesvalles - Akerreta. 31 kms. Bosques y mas bosques.

Tras la ordalía de etapa de ayer, hoy nos hemos pasado otra vez. Una etapa muy larga y muy cansada. Pero muy bonita. Casi todo el tiempo bajando por bosques maravillosos y por senderos en ocasiones difíciles. Abundancia de pueblos donde parar a descansar y calor, mucho calor, que ha sido la mayor tortura, especialmente al final.
Hemos tardado siete horas y media en cumplir la etapa, lo que no es una media demasiado buena. Pero es que la etapa engaña. Tiende todo el rayoara abajo, en medio tiene dos puertos y en general está llena de ligeras o medias subiditas a las que les siguen fuertes bajadas que machacan las piernas. En definitiva, una etapa rompepiernas donde las haya.
Ahora estamos en Akerreta, un pequeño caserío a quince kilómetros de Pamplona, donde lo único que hay es nuestro hotel. Así que va a ser una tarde de descanso.
Nos hemos despertado esta mañana en Roncesvalles a la misma hora que todos los días. La mirada por la ventana indica que no hay una sola nube y el día promete calor del bueno.
Nos preparamos y a las ocho ya estamos saliendo del hotel. A estas horas la cafetería del hotel está cerrada y el bar de otro hotel al que vamos a preguntar, también. Así que hay que ponerse en marcha a secas, esperando a llegar al primer pueblo para tomar algo.
La salida de Roncesvalles se hace por un sendero de tierra pegado a una carretera donde una señal indica: "A Santiago : 790 km". Es curioso, ayer, cuando entramos en España en el Puerto de Bentartea, una señal decía que quedaban 760 km a Santiago. Los guiris deben estar encantados. Cuanto mas andan, mas les queda para llegar.
A poco de tomar el sendero podemos ver, al otro lado de la carretera, una preciosa cruz de piedra. Es la Cruz de los Peregrinos, un crucero gótico del XVIII que nos despide dignamente de Roncesvalles.
A partir de allí el camino discurre durante los tres kilómetros que nos separan de Bueguete por un magnífico bosque de hayas y robles. El sendero es estrecho y muy bien cuidado, y el bucólico paseo por el bosque se hace muy agradable.
Hay bastante gente en el Camino. Yo creo que mas o menos como ayer. Estas son unas fechas en que empieza mucha gente, sobre todo extranjeros que quiere en llegar a Santiago el día del Apóstol, que es el 25 de Julio. Así que si empiezas ahora tienes justo los treinta y tantos días que necesitas. 
A mi me parece que llegar a Santiago el día del Apóstol debe ser un horror. La ciudad debe estar de bote en bote . Pero esto de las tradiciones jacobeas es como los ombligos: cada peregrino tiene una.
El agradable paseo por el bosque termina al llegar a Burguete, pueblo al que se entra por un feo polígono industria, tras el que hay un supermercado abierto donde nos aprovisionamos para el día, ya que ayer en Roncesvalles no pudimos comprar nada.
A la entrada del pueblo hay también un área de descanso muy bien puesta, con abundantes mesas redondas de piedra y muchos árboles que dan sombra. No como en León, que todas las áreas de descanso estaban desnudas de sombra. Claro que aquí, para tener árboles que den sombra, basta con no quitar los que ya hay.
Burguete es un precioso pueblo con casas blasonados y típicamente vascas a ambos lados de la carretera que attaviesa el pueblo. Era el pueblo preferido de Hemingway, que solía venir aquí a pescar, y por eso todos los yanquis lo conocen.
Nos sentamos en la terraza de un bar en la plaza de la iglesia y nos tomamos un café para desayunar, ya que el dueño, con el poco olfato comercial habitual de estas tierras, no tiene tostadas.
Salimos de Burguete por una calle lateral que lleva a un puente que cruza un arroyo. Al por del puente se ha colocado un vejete que saluda y pide dos besos a todas las peregrinas que pasan. Como es simpático e inofensivo, todas se los dan. Y así pasa el tío la mañana tan ricamente. Debe tener el récord de mujeres de más nacionalidades besadas.
Dejamos al besucón y continuamos ahora ya lejos de la carretera y por una senda bastante pedregosa que transcurre entre pastos con vacas ( con menos glamour que las vacas francesas, donde va a parar) y bosquecillos de robles y hayas. El Camino va subiendo y bajando suavemente y salva algunos arroyos por improvisados puentes de piedras hasta llegar a Espinal, el sigfuiente pueblo, ya a seis kilómetros y pico de la salida. Es un pueblo mas vulgar que Burguete. También sigue el mismo esquema de las casas a ambos lados del Camino, pero estas son mas vulgares. La iglesia es moderna y se parece a la de Ibañeta que vimoa ayer, con su tejado muy inclinado para evitar la acumulación de nieve.
Cruzamos Espinal sin parar y salimos por la izquierda para comenzar de inmediato la subida a uno de los dos altos de la jornada, el Alto de Mezkiritz, que mas que un alto es una tachuelilla. Tiene una primera cuesta algo jorobadilla que a estas tempranas alturas de la etapa hacemos bastante bien luego ya va boedeanso la cima casi plana por campos de labor hasta que, otra vez por un precioso sendero por el bosque, llegamos a Viscarret o Bizcarreta, un pueblecito sin nada que ver, pero que tiene un bar donde nos paramos al igual que muchos otros peregrinos, pues ya llevamos mas de once kilómetros en la mochila y apetece un descanso.
La terraza del local está abarrotada y cuesta encontrar un sitio. Finalmente cpgemos dos sillas y nos colocamos allí en medio sin mesa ni nada. Bebemos y comemos lo habitual y continuamos Camino.
Solo dos kilómetros más por el mismo tipo de terreno boscoso y sinuoso y llegamos a Lintzoain, donde nos recibe la vista de una tremenda cuesta que sale del pueblo subiendo un monte y por la que se ve subir como pueden a muchos peregrinos.
Parece durísima, pero hay que pasarla. Justo al principio se pueden ver tres enormes piedras. La gente las llama Los Pasos de Roldan, y según la leyenda, la mayor marca la longitud del paso de Roldan, la mediana, la del de su mujer y la pequeña la de su hijo.
Me preocupa un bledo Roldan y solo quiero atacar la cuesta. Al inicio adelanto a una familia coreana. Es habitual ver coreanos por el Camino, pero es la primera vez que veo niños Coreanos peregrinos. Son iguales que los mayores, solo que mas pequeños.
Hecho este increíble descubrimiento, ya estoy casi a mitad de la cuesta. Vale, es dura, pero se puede hacer bien. Si como hoy hay una cuesta de vez en cuando, la subes mal que bien. El problema es cuando como ayer tienes veintitantos kilómetros de subida continua. Eso es lo que destroza.
Esta cuesta es en inocop del Alto de Erro, el más duro de la jornada. La cuesta continúa bastante empinada durante más o menos un kilómetro y luego se convierte en un precioso sendero que va subiendo y bajando suavemente en ocasiones en terreno descubierto de verdes pastos, pero la mayor parte del tiempo por tupidos bosques que dan una agradable sombra que mitiga el mucho calor que hace. En este tramo Paloma encuentra a un peregrino con perro con el que charla un rato. El perro es un pero de aguas que va feliz Camino arriba y Camino abajo. Yo creó que se hace el doble de kilómetros que nosotros con tanto subir y bajar.
Finalmente llegamos al Alto de Erro. Pero curiosamente llegamos bajando, en vez de subiendo. Venimos de una altura superior y llegamos al Alto, donde cruza la carretera general que viene de Pamplona, bajando una cuesta.
En el Alto, un avispado a colocado una furgoneta-tienda que vende refrescos, helados y cosas de comer. Ha puesto hasta unar de mesitas y unas sombrillas. Un chiringuito perfecto donde páramos casi todos los que pasamos. Ya estamos en el kilómetro diecisiete y hace mucho calor. Bebemos y comemos con gusto. Mientras estamos allí llega una ambuñancia que viene de la dirección de Pamplona. Al cabo de unos minutos llega otra de la dirección contraria. Aparcan juntas y allí mismo bajan a una enferma que venía en la segunda ambulancia, la cambian de camilla y la suben a la otra ambulancia. Después cada una se va por su lado tan ricamente.
Suponemos que la que ha traído al enfermo cubre ella sola una zona que no quiere dejar mucho tiempo sola. Por eso intercambia a los enfermos con una que viene de Pamplona, donde tendrán más. Digo yo, si no es así no lo entiendo.
Tras este incidente sanitario atacamos ya la bajada final a Zubiri, que está a tan solo tres kilómetros.
Nada más comenzar la bajada, nos adelanta un pelotón como de diez ciclistas, que van como tienen costumbre a toda leche por el Camino sin respetar a nada ni a nadie. Nada mas pasarnos a nosotros hay en el Camino un portón cerrado que están a punto de tragarse, de la velocidad que llevan.
La bajada a Zubiri es muy empinada y exige mucho de las piernas, que ya van muy tocadas de las etapas de ayer y hoy. Lo mejor es bajar deprisa para cargar el peso el menor tiempo posible sobre los doloridos músculos. Pero esta bajada está llena de piedras sueltas y hay que ir con bastante cuidado. A medida que bajamos los árboles empiezan a ser mas escasos y se abren claros en los bosques. Finalmente llegamos a las afueras de Zubiri, justo donde está el Puente de la Rabia sobre el río Arga. La leyenda dice que cuando los lugareños estaban construyendo el puente, encontraron allí los restos de Santa Quiteria, protectora de la rabia. Cuando intentaron llevarlos a Pamplona las mulas que los llevaban se negaron a irse de allí, por lo que los restos se quedaron en Zubiri. Esta leyenda de los santos tozudos que se niegan a abandonar el lugar donde han sido encontrados es muy habitual en el Camino.
El nombre de Puente de la Rabia le viene de la tradición de que los animales (de dos o cuatro patas) quedan curados de la rabia si dan tres vueltas al pilar central del puente. Y en mi opinión si no se curan el problema se resuelve igual, porque el pilar central es enorme, está en medio de la corriente y seguro que se ahogan.
Nosotros cruzamos alegremente el puente, que como buen puente medieval es apuntado, es decir, la calzada sube hasta el punto central del puente donde empieza a bajar hacia el otro lado.
Cruzamos todo Zubiri junto a los demás peregrinos y, tras cruzar todo el pueblo, nos damos cuenta de que nos hemos equivocado.
Zubiri es el final normal de esta etapa. Todos los peregrinos cruzan el puente porque al otro lado están los alojamientos.
Pero nosotros vamos a seguir otros ocho kilómetros hasta Akerreta, de manera que mañana estemos más cerca de Pamplona.
Y el Camino sigue por el lado del puente por el que hemos llegado. No había que cruzarlo.
Así que volvemos sobre nuestros pasos y recruzamos el puente. Si lo hacemos una vez más quedaremos libres de la rabnia . ¿O no era así?...
El Camino sane de Zubiri con una fuerte aunque corta cuesta, que tras un kilómetro llega a una carretera, justo enfrente de una enorme fábrica de Magnesita que cambia el paisaje y el oloror completo. Los enormes montones de deshecho de minerales dan a la zona un aspecto lunar, y el olor que hay le da un aspecto a cloaca.
El Camino además bordea la fábrica subiendo a un monte que hay justo detrás. Esto no sería demasido robnlema si la fábrica no midiese unos tres kilómetros. Así que vamos subiendo por la carreterilla aguantando el olor y las vistas industriales durante tres kilómetros. Al final volvemos a bajar del monte por unas escaleras  a la altura del final de las instalaciones industriales justo donde un cartel anuncia que estas han acabado y donde, curiosamente hay ina preciosa cascada, que contrasta muchísimo con el horror que tienes enfrente.
El Camino es ahora llano y está acondicionado con un empedrado de losetas que lo hace muy agradable. Hasta que empieza a subir. Tiene una subida bastante fuerte que nos deja en un caserío llamado Ilaratz, donde hay una fuente en la que nos refrescamos, pues ya estamos cansadísimos y el calor es terrible.
Este último trozo desde Zubiri se hace pesadísimo. Ya sol queremos llegar al hotel. Además, por aquí ya hay mucho menos árboles y a las dos y pico que son ahora, el sol pega que hace daño.
Pasamos casi sin verla por la pequeña Capilla de Santa Lucia y luego por el Caserío de Eskirotz (que no tiene fuente) pero que tiene un cartel que dice que quedan dos kilómetros hasta Larrasoaña, siguiente pueblo y que tiene la virtud de que está tan solo a seiscientos metros de Akerreta , nuestro destino.
Estos dos últimos kilómetros se hacen duros. Vamos por un sendero estrecho que atraviesa campos de cultivo a menudo sin sombra. Hace mucho calor.
Finalmente llegamos a la entrada de Larrasoaña,pero justo antes de entrar en el pueblo las flechas indican que el Camino inicia una subida corta pero dura hacia Akerreta, nuestro destino.
Mal que bien hacemos estos seiscientos metros y llegamos por fin a Akerreta, donde lo primero que nos encontramos es el Hotel Akerreta. 
Es una casona vasca muy bonita, rehabilitada como hotel rural. Ahora de momento no mal admiramos demasiado, sino que vamos directos a la habitación, que está en el segundo piso. Es una habitación grande y bien cuidada; de alto techo abuhardillado y con vigas de madera. Bonita pero hay otras con balcón que hubiesen apetecido mas.
Pero ahora mismo lo único que queremos es ducha y tumbarnos. Estamos muy cansados y nos duelen todos los músculos del cuerpo. Me reafirmo en mi impresión de que estas etapas son para hacerlas cuando ya llevas varios días de Camino y el cuerpo está ya acostumbrado al esfuerzo. Hacerlas al principio es una locura.  Así que consejo: hazte cinco o seis etapas por las mesetas castellanas antes de venir a empezar desde Saín Jean.
A las seis bajamos a tomar algo a la terraza del hotel. Hace aún mucho calor, pero debajo de la sombra de un árbol se está de miedo.
Leemos y escribimos un bien rato. Los otros comensales que hay son todos franceses, que deben llenar el hotel.  Van saludando a rezagados que llegan. La mayor parte de ellos se queja de que , como nosotros, se han equivocado en Zubiri y han cruzado el puente. Me encanta no ser el único tonto.
Akerreta no tiene nada para ver. Son solo cuatro casas, eso si antiguas y bonitas. Lo más célebre del pueblo es que en el hotel en el que estamos se rodaron varias escenas de la película The Way. O sea que este es el segundo hotel de esa película en el que estamos. El otro fue en Hornillos esta Semana Santa. Voy a hacer una credencial con nas localizaciones de The Way que va a ser un éxito.
Como aquí no hay nada que hacer, vamos a cenar a nas ocho para irnos a la cama pronto y descansar bienara mañana.
Mañana es una etapa corta. Solo quince kilómetros hasta Pamplona y luego coger el tren para volver a Madrid. Será el fin de un Camino Corto pero intenso.Pero aún es demasiado pronto para pensar en ello. Aún nos queda una etapa y el cielon se está cubriendo de nubes. Veremos como se da mañana.

viernes, 20 de junio de 2014

Dia 2 - Saint Jean Pied de Port - Roncesvalles. 29 kms. La madre de todas la etapas.

La etapa reina ha respondido con creces a todas las expectativas. Para lo bueno yara lo malo.
Bella, bellísima. Larga, larguísima. Cansada, cansadísima. Todo un pedazo de etapa.
Oficialmente esta etapa tiene 26 o 28 kms , según la guía que leas. El GPS dice que hemps hecho 30. El problema es que todos menos los cuatro últimos son en subida. ¡ Y que subida! . Bestial. Hemos subido desde los cien metros de altura de Saint Jean hasta los 1.400 del col de Lepoeder.  Y con algunas bajadas intermedias que te obligan a subir otra vez. Total, un palizón de campeonato y un enorme orgullo por haber terminado. Tengo que confesar que en todos mis caminos esta es la primera vez que he pensado que tenía que abandonar. Me dolían tanto las piernas que era incapaz de dar un paso. O eso creía. Al final los hemos dado todos, uno tras otro, y ahora estamos ya disfrutando del más merecido descanso en Roncesvalles.
Esa ha sido la parte mala de la etapa. La buena ha sido todo lo demás. Unos paisajes preciosos, un día espléndido, una compañía, la de Paloma, que ha sido un continuo apoyo aunque ella también iba muy cansada. Muchos peregrinos en el Camino, lo que también anima ( aunque solo sea porque ves que hay algunos que van peor que tu).
La verdad es que la soledad de ayer se ha transformado hoy en una marea de peregrinos. Se nota que Saint Jean es punto de inició para muchos. Y se ve mucho español entre los cientos de guiris de todas las nacionalidades.
Han sido más de ocho horas de etapa, a un ritmo lentísimo, que era el que requería la jornada.
Pero en fin, basta de prólogos y vamos a relatar la etapa, que la literatura odepórica consiste justo en eso, en narrar viajes.
Nos hemos levantado a las siete menos veinte. Lo primero, abrir el balcón y comprobar que el día es completamente despejado y ya algo caluroso a estas tempranas horas. Por lo menos no parece que vaya a llover, que sería hoy el principal problema.
A las ocho salimos ya del hotel tras tomar un café. Compramos pan y agua en un cercano supermercado y bajamos ya la calle principal para salir por la Porte de Espagne y la Rue d' Espagne hacia el Camino. Nada mas abandonar la ciudad vieja está la desviación donde hay que optar entre las dos posibilidades que ofrece hoy el Camino.
La Ruta de Valcarlos sigue el valle subiendo ligeramente hasta llegar a Valcarlos, ya en España, donde se sube de golpe en los últimos kilómetros hasta el Alto de Ibañeta, a solo kilómetro y medio de Roncesvalles.
La ruta Napoleón comienza ya subiendo bruscamente desde Saint Jean y sigue subiendo un total de mil trescientos  metros hasta comenzar a bajar a falta de cuatro kilómetros hacia el Alto de Ibañeta donde se junta con la Ruta de Valcarlos.
Nosotros elegimos la ruta Napoleón, más dura pero que promete ser mucho mas bonita.
Así que comenzamos a subir desde el principio. Pasamos junto a un castaño centenario y comenzamos una durísima cuesta que asciende entre las últimas casa del pueblo. Seguimos los consejos de nuestra guía y procuramos subir despacio, pues esto es solo el aperitivo de la etapa y hay que reservar todas las fuerzas posibles.
Desde el principio vamos viendo bastantes peregrinos. Hay de todo, orientales, franceses españoles, americanos.... una troupe internacional que es uno de los máximos alicientes del Camino. Mucha gente mayor (como nosotros) pero también mucha juventud, que va a otro ritmo.
La etapa no da reposo desde el principio. Tras esa primera cuesta hors categorie, se suaviza unoco, pero sin bajar de la categoría de puerro de primera. Las casas  continuas se van convirtiendo en caseríos aislados  y más tarde en granjas. Mucho ganado en las laderas del monte, vacas ovejas y caballos pastan a su aire en los prados.
A medida que vamos subiendo el paisaje empieza a ser mas bonito. En estas alturas aún bajas hay multitud de arboles y abundantes sombras que suavizan el elevado calor del día.
Tras cuatro kilómetros de subida, el Camino se endurece aún mas. Un kilómetro muy duro por una carreterilla asfaltada nos lleva hasta Hontto, un pequeño caserío donde hay un Gite D'etape, que es como los gabachos llaman a los albergues. Yo ya empiezo a estaré cansado, y eso que solo llevamos cinco kilómetros. Me duelen bastante los muslos del esfuerzo en las subidas  y me preocupa que el dolor vaya a mas. Así que paro frecuentemente para recuperar.
Paloma va bastante mejor, pero tampoco se separa demasiado y me espera con frecuencia.
Pasado Hontto abandonamos la caretera para subir un camino de tierra que serpentea por la laderea de la montaña ganando altura con rapidez.
Es gracioso ver la larga fila de peregrinos que va ascendiendo penosamente  por las revueltas. Varios grupos se han parado ya a descansar a los lados del Camino, agotados de la subida. Y solo acabamos de empezar.
Tras un par de kilómetros por las siete revieltas , llegamos arriba de este pequeño alto. O a lo que estos llaman arriba, pues cualquier ser humano con dos ojos puede ver que desde allí el Camino sigue suboendo , incluso con mas pendiente. La única variación es que ahora vamos por asfalto.
Justo donde se junta el camino de tierra con el asfalto hay una mesa de orientación que tiene un mapa que muestra los nombres de los diferentes pueblos y montes que desde aquí se ven. Y son muchos. Ya hemos subido bastante desde Saint Jean y las vistas de los pirineos y los valles empiezan a ser espectaculares. Todo está verde y es una preciosidad. Paloma charla con unos chavales catalanes que están subiendo en bici ynqie le ofrecen una bebida isotónica. Le dicen que van con su padre, pero que no saben ni donde está, pues va mucho mas despacio que ellos. Me imagino al padre echando los higadillos y maldiciendo a sus vástagos en una curva del Camino.
Un corto descanso y seguimos subiendo. Las piernas casa vez pican mas, las paradas son mas frecuentes y el ritmo es el de un caracol con problemas motoros.
En el kilómetro ocho llegamos al refugio de  Orisson, que tiene el único bar que vamos a encontrar en toda la etapa. Así que obviamente paramos. Llevamos casi tres horas de caminata y solo hemos hecho ocho kilómetros. Eso si, en esos ocho kilómetros hemos subido setecientos metros de desnivel, algo más de la mitad de lo que tenemos que subir en el día.
Así que la coca cola que  nos tomamos sentados en la preciosa terraza del albergue nos la tenemos más que merecida. Las vistas son impresionantes. El tramo que acabamos de subir cae casi a pico hasta el valle donde las casas y pueblos se ven diminutos, como si fuera una maqueta gigante de un valle de verdad. Es una pasada.
Recordamos  que cuando estuvimos preparando este tramo del Camino con Concha y Luis, Concha sugirió empezar desde el refugio de Orisson. Después de la etapa de hoy parece una excelente idea. Puedes llegar a Saint Jean, verlo y por la tarde hacer los ocho kilómetros de subida hasta aquí para continuar fresco al día siguiente. Es una excelente idea.
Descansamos un rato y seguimos subiendo. Esto es una tortura. Creo que en toda la etapa solo ha habido un tramo largo llano, y era ya cuando estábamos arriba del todo, entre los dos últimos puertos.
Y la subida, que hasta ahora hemos hecho relativamente bien, empieza a pasar factura. Las cuestas empiezan a parecer mas inclinadas aunque no lo sean, las piernas duelen cada vez más y ya empiezas a concentrarte en llegar a la próxima curva, para ver si el tramo siguiente es algo mas llano. Vana esperanza. Esto solo sube, curva tras curva, kilómetro tras kilómetro.
El paisaje va siendo cada vez mas de alta montaña. Los árboles van desapareciendo y son sustituidos por nudosos matorrales o dura hierba que lo cubre todo. Por encima nuestro se ven buitres, que no se si esperan a que alguien caiga redondo para devorarlo. En todo caso, por mi que lo devoren. Yo ya no tengo fuerzas para defenderlo. Solo para seguir poniendo un pie delante del otro una y otra vez e ir ganando así metros a la maldita montaña.
Casi cuatro kilómetros después de Orison llegamos a un punto precioso. En una explanada casi en lo alto de un collado donde hay una manada de caballos pastando, hay una formación rocosa. Y en ella hay una preciosa imagen policromada de una Virgen que preside las fuertes pendientes que se ven desde donde estamos. Es una visión mágica que nos obliga a pararnos a todos los peregrinos que vamos llegando.
Paloma y yo paramos un rato y nos tumbamos en la hierba para comer algo, cosa que también hacen otros grupos.
Estamos un ratito aquí, haciendo compañía a la Virgen de Biakorri y conrinuamos. La subida ahorea es alfo mas suave. Ya estamos a 1.100 metros de altura y vamos bordeando las cimas entre alto y  alto antes de atacar el siguiente. Ahora si que los Pirineos se muestran en toda su majestuosidad, con vistas imponentes de valles, empinadas montañas y laderas cubiertas de verde.
Pero para nosotros la etapa es cada vez mas complicada. La continua subida se acumula en las piernas y ahora ya el más mínimo repecho parece el Tourmalet. Paramos a menudo para tomar aliento y el ritmo se hace cada ve mas cansino,
Pero seguimos adelante, mas por fuerza de voluntad que  por fuerza física. Bueno, y también porque no hay una sola paarada de taxis....
Tres kilómetros mas y légamos a un punto donde el Camino se separa de la carretera en un lugar donde hay una preciosa cruz de piedra. El Camino se convierte en un agradable sendero de hierba......que va a dar a una pared que desde aquí parece vertical y por la que sube un sendero por el que se ve reptar a algún que otro peregrino.
Se me cae el alma a los pies. Yo ya no puedo mas. Paloma va todavía razonablemente bien, pero a mi me da un bajón tremendo sólo de ver esa subida después de los 16 kilómetros subiendo que llevamos. Así que nos paramos en la cruz y me como y me bebo rodó lo que llevoara sacar fuerzas. Y la cosa funciona. Atacamos la cuesta y, como suele suceder, no es tan fiero el león como lo pintan. Es cierto que es probablemente el trozo mas inclinado de la jornada, pero es corto y lo hacemos mejor de lo que pensábamos. Termina en la cima de un collado donde hay una pequeña cabaña de piedra a modo de refugio de emergencia y una placa metálica alusiva al Codex Calixtinus.  Y lo mejor es que desde aquí el terreno se suabiza bastante. Avanzamos algo mas rápidamente hasta alcanzar una valla de alambre de espinos que marca el límite entre España y Francia.
Mil metros mas adelante cruzamos la frontera e inmediatamente llegamos a la fuente de Roldan, una fuente de agua helada que es una delicia en este día especialmente caluroso. Estamos en el Col de Bentartea, a 1.35o metros de altura.
Descansamos allí un rato con muchos otros peregrinos y continuamos ya por tierras navarras, que, obvia decirlo, son mucho más bonitas, mas verdes, con mejores caminos y mejor señalizada que las francesas. ¡ Y no es chauvinismo!.
Lo que si es cierto es que tras una pequeña y ligera subida inicial, viene el mejor tramo de toda esta dura jornada. Una pista  llana o incluso en ligero descenso, atraviesa un hayedo durante algo así como tres kilómetros. Es una delicia. Las copas de las hayas se abaten sobre la carretera proporcionando una sombra que se agradece mucho. El suelo está cubierto de hojas caídas de tonos marrones y parte e que vas andando por moqueta. Un sueño dentro de esta etapa tan dura.
Pero todo lo bueno se acaba. Un brusco giro a la izquierda nos saca del hayedo y nos coloca en una senda ascendente que arranca desde un pequeño refugio hacia un collado que se ve a eso de un kilómetro y pico. Ya no hay árboles que oculten la realidad y podemos ver que la pendiente es bastante fuerte.
Y aquí es donde a Paloma le da un bajón que le va a hacer muy duro este tramo. Pero ella es mas fuerte que yo y ni se queja ni para. Simplemente aprieta los dientes y tira para arriba. Solo después me contará que lo ha pasado fatal.
Poco a poco salvamos el repecho. A mi me ayuda a salvar la ultima cuesta el que veo pasar por la cima un coche de la Guardia civil. Eso significa que arriba hay una carretera, y la única carretera que puede haber por aquí es la que baja a Roncesvalles.
Animadoor esta idea corono hasta la carretera y, en efecto, ¡ Ya no se ven mas subidas!. Estamos en la cima del Alto de Lepoeder, máxima altura del día a 1.430 metros de altitud. Hemos subido sin apenas zonas llanas 1.300 metros. Ahora sólo quedan cuatro kilómetros y medio de bajada hasta Roncesvalles.
Comenzamos ya mucho más animados la bajada, y nada mas empezar, tenemos que optar entre dos caminos para llegar al monasterio. Uno es algo mas corto y baja casi en picado por un precioso hayedo desde Lepoeder hasta el monasterio, que está a 900 metros de altura. El otro tiene un kilómetro mas y baja mas suavemente hasta el Puerro de Ibañeta antes de hacer el último kilómetro y medio hasta el monasterio por carretera.
No lo dudamoa mucho. Tras los esfuerzos de hoy tenemos las piernas muy tocadas, y sabemos que las bajadas fuertes son mucho mas duras para las piernas que las subidas, así que elegimos la ruta larga y fácil.
A poco de empezar esta comenzamos ya a ver el monasterio, que cuelga a media altura del monte a nuestra izquierda. La vista del valle es preciosa y se ven varios pueblos, el mas grande de los cuales es Burguete, al que llegaremos mañana.
Bajando continuamente por una carreterilla que a menudo atajamos por empinados senderos de tierra, llegamos al Alto de Ibañeta, donde hay una preciosa capilla moderna cuyas campanas hacen sonar en invierno para orientar a los peregrinos extraviados.
Allí nos juntamos con la carretera que sube de Valcarlos y que seguimos durante un kilómetro y medio hasta llegar a una fuente de agua helada, sonde bebemos y rellenamos las botellas, viendo ya muy cerca nuestro las torres de la Colegiata de Roncesvalles. La fuente está coronada por una preciosa estatua de la virgen que recuerda a la que hay en casa de Paloma en Torrelodones.
Un último esfuerzo y a las cuatro, tras ocho horoas de caminata , llegamos derrengados al hotel Roncesvalles. Subimos de inmediato a la habitación, que es muy grande, moderna y confortable y nos tiramos en la cama  agotados ,  pero felices tras haber superado este etapón.
Nos arrojamos en la cama a descansar, que bien merecido lo tenemos. Nos duelen todos los músculos del cuerpo, pero ha merecido la pena.
A las seis salimos a dar una vuelta y conocer Roncesvalles, que se vberonto, pues no es un pueblo. Aquí solo está la Colegiata, en cuyo rexintro está la iglesia, el albergue, dos hoteles y un museo. Aparte de esto tan solo hay una pequeña capilla mas y otros dos hoteles. Y eso es todo.
A las ocho vamos a misa. Es una emocionante misa de peregrinos. La concelebran seis sacerdotes en una iglesia llena de peregrinos. El cura principal lee, como hacen en Santiago, la lista de nacionalidades de los que han llegado hoy. Para mi asombro cita mas de veinte naciones, entre las que se encuentran Australia, Polonia, Rumanía, colombia,  Perú, México, Japón, Corea, Brasil, Andorra ; aparte de las más habituales Usa, Francia, Alemania y Porrugal.
Los evangelios los leen en Espñol , Inglés y Francés y al finalizar la misa nos dan una emocionante bendición del peregrino. El cura principal lo hace en español y otro sacerdote anciano y obviamente políglota lo hace en francés, inglés, alemán, portugues , japonés y coreano.
La misa finaliza con un emocionante Salve Regina que pone los pelos de punta y tras el que nos vamos a cenar al hotel.
Menú sencillo con sopa de ajo para los dos, salmón para Paloma y trucha a la navarra para mi y de postres tarta de manzana y pastel vasco.
La noche es tan buena que cenamos en la terraza, algo que la camarera nos dice que el clima solo permite en contadas ocasiones.
Y con esto clausuramos el día, uno de los más difíciles, más bellos, mas gratificantes y mas satisfactorios que he tenido en el Camino.
Mañana tenemos etapa larga, pero casi toda de bajada y con solo el Puerto de Erro para vencer. anuncian lluvia, pero no hay que fiarse demasiado de las previsiones.