Dia frío, muy frío a ratos. Por primera vez me ha parecido
que estoy en Diciembre. Y eso que el día ha sido muy despejado y casi todo el
rato ha brillado un tímido sol que no era bastante para combatir la sensación
de frío.
Solo a partir de la una, cuando ya estaba en el tramo final
de la etapa, me he podido quitar la chaqueta térmica y caminar solo con el
jersey. Hasta entonces he tenido que ir con las cuatro capas de ropa que me
pongo todos los días y que son el mejor sistema para copmbatoir el frío: Camiseta
interior, camiseta exterior, jersey y chaqueta. Es un buen sistema que te
permite regular el calor, con solo ponerte o quitarte una capa.
Hay algunos a los que todo esto les importa un bledo. Ayer por la tarde vi a un peregrino DESCALZO por Portomarín. Me da frío solo de pensarlo...
Peregrino descalzo en Portomarín |
El amanecer en Portomarín es precioso. Todo el cielo está
teñido de tonalidades anaranjadas y rojizas cuando salgo a las ocho y media. El
aire es limpio y frío y las plantas están húmedas de rocio.
Pousada de Portomarin |
Cruzo Portomarín parando un momento a contemplar la iglesia
de San Nicolas con esta curiosa luz.
Iglesia de San Nicolas |
Unos bicigrinos están preparándose para la
etapa a la puerta del albergue y una pareja de peregrinos de los de verdad, no
de los de cuatro ruedas, sale de una
pensión comenzando el recorrido.
Iglesia de San Nicolas |
Comienzo a bajar la cuesta que da salida a Portomarín y veo
otra pareja que va algo más adelante, ya cruzando el puente al que al poco llego yo.
Salida de Portomarin |
Un último vistazo a
Portomarín, que ya queda en lo alto y comienzo el recorrido hacia Palas de Rei.
Veinticinco kilómetros ondulados por una sucesión de montecillos bajos que te
obliga a estar subiendo y bajando todo el rato.
Salida de Portomarín con el Monte de S. Antonio |
Y claro, como estoy a la altura del pantano, comienzo
subiendo. Se trata de la subida al Monte San Antonio; algo más de un kilómetro
de cuesta continuada por un precioso sendero
que atraviesa un denso bosque y sirve para aclimatar las piernas y para
darme cuenta de que ya he pasado la fase de la aclimatación física al Camino.
Monte San Antonio |
Por muy bien preparado que uno venga, los cuatro o cinco
primeros días el cuerpo tiene que acostumbrarse a andar más de cinco o seis
horas diarias con una mochila encima. Así que te duelen los pies, las rodillas,
las pantorrillas, la espalda… cada cosa un rato o todas a la vez.
Pero llega un momento en que el cuerpo se da cuenta de que
por mucho que dueela no piensas parar, así que decide dejar de doler. Ya digo
que eso suele suceder a los cuatro o cinco días. Esta vez, como venia sin
preparar, me ha costado siete.
Así que con esta buena sensación subo la cuesta a ritmo y
disfrutando de las preciosas vistas del bosque.
Monte San Antonio |
Pronto corono y empiezo a llanear por una zona más despejada
con una luz que hace que los colores se intensifiquen y dejen vistas preciosas.
Camino a Gonzar |
Camino a Gonzar |
Llego a una cruz que los peregrinos han llenado de ofrendas:
ropas, fotos, cintas, piedras… todo vale. La verdad es que la impresión general
es de basurero. Lo siento, pero no me gusta esta costumbre de dejar cualquier
cosa en cualquier cruz o mojón que aparece en el Camino. Una cosa es la
tradición de las piedras en la Cruz de Ferro y otra es este despliegue de la
capacidad humana para convertir en basura cualquier cosa que toca…
Camino a Gonzar |
A pesar de todas estas reflexiones, me hago muy contento una
foto en la cruz basurero para la posteridad. Vale, soy inconsistente, pero me
importa un bledo y quiero que se vea la cruz.
Continuo hasta llegar a una carretera que seguimos por un
ancho andadero, preparado para hordas agosteñas de peregrinos y que ahora tengo casi para mi solo.
Camino a Gonzar |
El camino pasa al lado de
una fábrica de ladrillos y de una fábrica de fertilizantes. El olor permite
distinguir perfectamente cual es cual.
Camino a Gonzar |
El camino se aleja un poco de la carretera y se interna en
una preciosa zona de bosques antes de
volver a la carretera y llegar por ella a Gonzar, primer pueblo de la etapa ya
en el kilómetro ocho.
Camino a Gonzar |
Gonzar tiene solo tres cosas que ver (y no precisamente por
el orden que las pongo) una pequeña cruz, una iglesia y un bar. Pero el bar
está cerrado a cal y canto, para mi decepción y la de algún otro peregrino que
llega a la vez.
Gonzar |
Así que una foto a la cruz y sigo Camino. Este se desvía de
inmediato de la carretera y serpentea por campos despejados hasta llegar un kilómetros
más lejos a una pensión con bar que este si, está abierto. Así que entro y pido
una coca cola. La hospitalera me cuenta que el Lunes y el Martes pasó por aquí
muchísima gente. Colegios enteros, dice. Familias con niños, dice. Pues hoy
estoy yo solo y en todo el tiempo que llevo en el camino no he vista a casi
nadie….
Pero lo cierto es que puede y debe tener razón. Los que
quieran llegar a Santiago con tranquilidad al final de esta larga semana de
puentes habrán salido de Sarria el Domingo o el Lunes, y por tanto habrán
pasado por aquí el Lunes o el Martes. O sea , que acepto pulpo como animal de
compañía. Me cuenta también que ellos cierran ya esta semana, porque nosotros
somos los últimos peregrinos de la temporada. Y ya no me cuenta más, porque harto
de su charla pago y me salgo a la terraza, desde la que se puede ver a la gente
que pasa por el camino. No me gustan los camareros dicharacheros.
Continúo y de
inmediato llego al pueblo de Castromaior, donde veo su iglesia, pegada al
Camino pero que no había visto nunca y de inmediato ataco la famosa cuesta de
Castromaior, una de las más fuertes del Camino Francés desde Sarria.
Iglesia de Castromaior |
Es una
cuesta por carretera que arranca en el mismo pueblo y antes seguía recta hasta
alcanzar una carretera.
Cuesta de Castromaior |
Ahora han cambiado el trazado y a media cuesta el
Camino se desvía para acercarse al Castro celta que da nombre al pueblo. En
cuanto a dureza no se pierde nada, porque el tramo de subida es durísimo y más
largo que lo que había antes por carretera. Pero el desvío me parece un acierto
porque te permite acercarte a ver el castro celta, cuyo recinto circular con
dos líneas defensivas antes de la puerta de entrada están perfectamente
conservadas.
Subida al castro |
Dentro del castro se pueden ver algunas zonas de casas. Es una
visita que merece mucho la pena y que no te desvia nada del Camino, ya que
puedes salir por el lado contrario del Castro y retomar el camino en unos cien
metros.
Castro de castromaior |
Así que visito el Castro y continúo, llegando a una
carretera que se sigue durante un rato hasta cruzar el pequeño pueblo de
Hospital da Cruz y cruzar la autopista por un puente en un cruce de carreteras.
Camino a Hospital da Cruz |
Un poco más allá arranca una carreterilla que en un corto
kilómetro de subida me lleva hasta Ventas de Narón, un pequeño pueblo que tiene
dos bares y una capilla y que normalmente bulle de peregrinos, pues es un lugar
perfecto para hacer una parada.
Camino a Ventas de Narón |
Pero no hoy. Los dos bares están cerrados, así como la
capilla, donde en ocasiones un voluntario ciego se empeña con entusiasmo en
colocar los sellos en las cartillas de los peregrinos que hasta allí se acercan
y que tienen que guiar su mano para que el sello no quede en cualquier sitio.
Ventas de Narón |
Capilla de Ventas de Narón |
Así que sin visitar la capilla y sin hidratarme en el cercano bar, continuo y paso
con facilidad el Alto de la sierra de Ligonde, que divide dos cauces de ríos en
esta ondulada parte de la Galicia más profunda y comienzo el descenso final
hacia el destino de hoy en Palas de Rei.
Subida a la sierra de Ligonde |
El ritmo es ahora alegre y rápido. Progreso por un andadero
pegado a una pequeña carretera sin tráfico y rodeado de frondosos árboles que
alegran el caminar, ya algo cansino. Santiago ya se adivina en la distancia y
los muchos kilómetros recorridos pesan ya en las piernas y en el espíritu.
Vacas en Previsa |
De repente, a un lado de la carretera y sin motivo aparente
que lo justifique, aparece un precioso cruceiro. El más bello cruceiro de los
muchos que ofrece el camino en su tramo gallego. Es el crucero de Lameiros, del
siglo XVII, que se descubre casi por casualidad algo oculto entre la maleza.
Pocos peregrinos se detienen a verlo con calma, pero los que
lo hacen descubren un monumento de singular belleza. Está ubicado en una
pequeña explanada a la izquierda del camino que baja hacia Ligonde. Su vieja
piedra presenta la pátina especial del paso de los años, pero su estado de conservación permite distinguir
perfectamente su cuidada factura y los motivos que desde su misma base lo
adornan.
Crucero de Lameiros |
Los cruceiros son monumentos gallegos típicos de Galicia,
donde hay más de 10.000. Su significado es vario, pero en todo caso son símbolo
de la fe, el amor y el temor de este pueblo tan espiritual y tan ligado a lo
sagrado y lo misterioso.
Crucero de Lameiros |
Los cruceiros se levantaban
por muy diversos motivos: tanto como acción de gracias o como forma de
implorar una curación o un milagro son
verdaderas oraciones en piedra.
Otros se levantaron para conmemorar algún suceso luctuoso o
digno de ser recordado o incluso como protección contra el mal oculto. Así, si
un aldeano desafortunado se encontraba por la noche con la temida procesión de
almas en pena que formaban la Santa
Compaña, podía refugiarse a los pies de un Cruceiro, en tierra convertida en sagrada por el cruceiro
mismo y evitar así que la procesión de ánimas captase la suya.
Crucero de Lameiros |
Pero también tenían los cruceiros significados más profanos.
Señalaban al camino a los peregrinos antes de que Elias Valiña inventase las
flechas amarillas, protegían a los animales en la ferias de ganado y auguraban cosechas abundantes en los campos.
Crucero de Lameiros |
Me siento en la pradera santificada por el cruceiro y
aprovecho para mordisquear algo de fiambre y queso mientras admiro el crucero,
que tiene representaciones esculpidas en sus cuatro lados. En un lado de su
base están representados con gran detalle los instrumentos de la pasión;
escalera clavos y tenazas que el peregrino imagina en manos de rudos soldados
que sin piedad fijan a la cruz el
cuerpo de nuestro señor entre bromas y risas obscenas. En el otro lado de la
base hay una calavera con dos tibias cruzadas, símbolo de la muerte más
gloriosa de la historia de la humanidad.
De la base se alza a más de tres metros el asta de la cruz,
de brazos pequeños y cuya cima está decorada con una imagen de Cristo
crucificado, ruda y expresiva de todo el dolor de la pasión y por el otro lado
con una Virgen Dolorosa muy expresiva que sostiene el cuerpo ya exánime de su hijo descendido de la cruz de
la pasión.
Crucero de Lameiros |
Un cruceiro de muerte y dolor, este de Lameiros, que
recuerda al peregrino, ya en pie de nuevo y listo para la marcha, la cercanía
del cementerio de peregrinos de Ligonde; hacia el que ahora se acerca el
camino.
Crucero de Lameiros |
Ligonde es un pequeño caserío que atraviesa el camino y que
hoy en día no tiene la importancia que tuvo en los tiempos de auge del camino.
Aquí se levantaba un importante hospital de peregrinos que
fue donado en el lejano año de 956 por el conde Osorio. Hay noticias de que tan
cerca como 1811 aún seguía activo, atendiendo durante 900 años a los peregrinos
que enfermos por el largo trayecto, necesitaban su auxilio ya a las puertas de
Santiago.
Los hospitales de peregrinos son la institución que precede
a los actuales albergues en la tradición hospitalaria del camino. Ya el Codex Calixtinus
citaba los tres hospitales más importantes de la cristiandad: el de Jerusalén,
el de Montjoux y el de Santa Cristina en Somport, de vital importancia para los
peregrinos ya que en aquella época el acceso a la sanidad era un privilegio de
nobles y reyes.
El Codex, biblia del camino, dedicaba un extenso párrafo a
la atención que merece el peregrino y que nos da idea de la importancia que
esta sagrada atención al caminante tuvo
en el desarrollo del camino y del carácter cristianísimo del reino de España.
El citado párrafo dice así:
“Todo el mundo debe recibir con caridad y respeto a los
peregrinos, ricos o pobres, que vuelven o se dirigen al solar de Santiago, pues
todo el que los reciba y hospede con esmero, tendrá como huésped, no sólo a
Santiago, sino también al mismo Señor, según sus palabras en el evangelio: “El
que a vosotros recibe, a Mí me recibe”. Hubo antaño muchos que incurrieron en
la ira de Dios por haberse negado a acoger a los pobres y a los peregrinos de
Santiago. En Nantua, una villa entre Ginebra y Lyón, a un tejedor se le cayó
súbitamente al suelo el paño, rasgado por medio, por haber rehusado dar pan a
un peregrino de Santiago que se lo pedía. En Vilanova, un peregrino de
Santiago, necesitado, pidió limosma por amor de Dios y de Santiago, a una mujer
que teniendo el pan todavía entre las brasas calientes, le dijo que no tenía
pan. El peregrino le dijo: “¡Ojalá el pan que tienes se te convierta en
piedras!”.Se fue el peregrino de su casa, y estaba ya lejos de ella, cuando se
acercó la mujer a las brasas con intención de coger el pan y en su lugar
encontró una piedra redonda. Arrepentida de corazón se fue tras el peregrino,
pero no lo encontró. Volviendo sin recursos en cierta ocasión de Santiago, dos
nobles galos pidieron hospedaje por amor de Dios y de Santiago, en la ciudad de
Poitiers, desde la casa de Juan de Gautier hasta San Porcario, sin encontrarlo.
Al fin se hospedaron en la última casa de aquella calle, junto a la iglesia de
San Porcario, en casa de un pobre; y he aquí que por venganza divina,un voraz
incendio abrasó toda la calle desde la casa en que primero habían solicitado
hospedaje, hasta aquella en la que se hospedaron. Y eran unas mil casas. Pero
la casa en que se hospedaron los siervos de Dios, por gracia divina quedó
intacta. Por lo que se debe saber, que los peregrinos de Santiago, pobres o
ricos, tienen derecho a la hospitalidad y a una acogida respetuosa.”
Ligonde |
Hoy puede verse un edificio de piedra en el lugar que
ocupaba el Hospital de Ligonde, y también queda recuerdo del lugar donde se
asentaba el cementerio de Peregrinos anexo al hospital.
Los cementerios de peregrinos son también un punto
recurrente en el camino. Hoy en día el peregrino viaja en un mundo de seguridad
y lujo, pero no siempre fue así. El peregrino avezado se ríe siempre que
escucha a los muchos tontos actuales que argumentan que el camino pierde su
espíritu porque ya no viajamos como los peregrinos medievales. Y es que para
ello tendríamos que eliminar las flechas, los albergues, los caminos señalados,
los bares, las tiendas en el camino, la mitad de las poblaciones y además
tendríamos que situar en la senda varias manadas de lobos, cientos de perros
asilvestrados, bandas de salteadores dispuestos a desvalijar y matar al
caminante y posadas mugrientas, destartaladas y con posaderos que a veces eran
peores que los mismos bandidos.
El peregrino sabe que el camino se adapta a los tiempos y
que cada época tiene su forma de realizarlo, sus ventajas y sus desventajas,
pero que el verdadero camino se hace con el corazón y los pies,
independientemente de que en cada época debes aprovechar las facilidades e
infraestructura que esta ofrece.
Hoy en día también mueren peregrinos en el camino. Todos los
años hay alguno que se despista en Roncesvalles y termina su peregrinación
antes de tiempo y de la peor manera. También los hay cuyo cansado corazón
decide abandonar el camino y la vida antes de llegar a Santiago. Este mismo mes
murió un Salmantino que se despistó en la niebla y cayó por un barranco. Pero
hoy en día son excepción. La infraestructura del camino es suficiente para que
peregrinos de todas las edades puedan caminar con seguridad y confianza,
protegidos por la Guardia Civil, albergados por
Hospitaleros y Hoteleros, alimentados por Hosteleros y cuidados por la
red de la Seguridad Social y protección civil. Es el camino en nuestros días.
Tan auténtico como el medieval, pero adaptado a nuestro tiempo.
Yo, que sé todo eso, paro ante la sencilla valla de piedra
que a la entrada de Ligonde marca el lugar donde en su día estuvo el cementerio
de peregrinos. Hoy solo queda una amplia pradera y el lugar está simplemente
marcado por un cartel indicativo y por una sencilla cruz de piedra al borde del
camino.
Cementerio de Peregrinos de Ligonde |
Es un lugar sencillo y simple, pero el peregrino auténtico
se siente aquí en comunión con todos los millones de almas que le precedieron
en este deambular hacia la tumba del Apostol en Galicia. Se siente en comunión
y reza por todos aquellos que rindieron su camino antes de la meta y que, como
peregrinos muertos en peregrinación, subieron directamente al paraíso. No es
mala manera de morir, pienso. Un último paso aquí en la tierra y el siguiente
en el cielo; con la mochila ya más ligera y el caminar sin dolores ni ampollas.
Tras una oración, cruzo Ligonde y me encamino ya hacia Palas
de Rei, mi destino en la jornada, sintiéndome ahora más parte de este camino
milenario que tantos hollaron antes que yo y en el que muchos rindieron su
existencia.
Desde Ligonde se llega en un kilómetro y pico de bajada y
subida a Airexe, que tiene una preciosa iglesia y crucero que se ven desde
lejos, pues quedan un poco alejados del camino, y no tienen demasiado interés
tras los dos hitos de Ligonde.
Iglesia y Crucero de Airexe |
Pero hay algo que no se puede dejar pasar. El segundo bar
abierto de la jornada, y solo a ocho kilómetros de la meta… Me paro y descanso
un rato tomando una coca, al igual que otros cuatro peregrinos que allí están.
Airexe |
Desde aquí quedan los kilómetros más aburridos de la etapa.
Un continuo sube y baja por montecillos suaves y pasando por pueblecillos
anodinos sin nada que mostrar.
Paso por un albergue que tienes unas cuiriosas esculturas de hormigas gigantes muy divertidas. Por supuesto está cerrado.
Albergue de hormigas en Lestedo |
Voy casi todo el rato por un lateral de la carretera, con
algunas zonas arboladas muy bonitas. Paso el poblado de Portos y el de Lestedo
y llego a la desviación de Vilar de Donas, un maravilloso monasterio que se
encuentra a tres kilómetros del Camino, pero que merece la pena visitar si hay
posibilidades de que esté abierto, cosa que no sucede hoy.
Camino a Lestedo |
Desvio a Vilar de Donas |
Sigo por tanto y llego a A Brea, ya solo a tres kilómetros
de Palas y donde empieza un precioso camino por una senda arbolada que ya
apenas se aprecia, porque ya he visto muchos similares y a tres kilómetros lo
que llama es la meta y la ducha.
Camino a Palas |
A falta de un kilómetro para Palas paso por el Area
recreativa de Os Chacotes donde han construido un nuevo y moderno albergue y
sin más demora entro en el pueblo a la par que una coreana con cara de
despistada que va consultando el camino en su móvil.
Camino a Palas |
Siempre que vengo a Palas duermo en el mismo sitio, en Casa
Benilde, un lugar que nos encantó el primer año que por aquí pasamos.
Llegada a Palas |
Pero en
estas fechas está cerrado, así que los dueños me recomendaron una pensión que
está a apenas treinta metros de su hotel y que se llama Pensión Pardellas. Y
está bien. Un cuarto chiquitito pero suficiente con un balcón. Mobiliario nuevo
y aspecto limpio. Perfecto. Lo único es que es un edificio viejo de piedra y
hace bastante frío; pero me han dejado una calefacción eléctrica que pongo a
tope y todo perfecto.
Palas de Rei |
Palas no tiene nada que ver ni que hacer, y menos en esta
época, así que me siento en un bar y escribo mientras me tomo una ración de
jamón bastante rica.
Hago tiempo hasta las ocho en la habitación, porque en la
calle el frío es fuerte y luego ceno en uno de los dos bares abiertos que
encuentro. Elijo el más cercano a la pensión, por razones obvias. Chipirones a
la plancha muy buenos y un excelente entrecotte cierran el día.
Pension Pardellas |
Me voy a la habitación a ver la tele y terminar la crónica.
Mañana toca etapa larga, de veintinueve kilómetros hasta
Arzua. Hay que dormir bien.
Cada vez más reflexivo nuestro Peregrino. Me da que en una vida anterior también fue peregrino. Lo que está claro es que es hora de hacerlo alguna vez con él. A ver si nos animamos por fin.
ResponderEliminarY parece que te va a seguir respetando el tiempo. Nos alegramos.
Muy buena la crónica, con mucha información que puedes utilizar para los próximos trivials del camino. Ayer justo hablábamos de lo que era peregrinar en estos tiempos, con mucha mas seguridad que antes. Ánimos que ya queda poco para llegar!
ResponderEliminarEste año estas realmente inspirado, unas crónicas muy bonitas
ResponderEliminar