jueves, 8 de diciembre de 2016

Dia 7- Portomarín - Palas de Rei. Una sucesion de toboganes por los montes.


Dia frío, muy frío a ratos. Por primera vez me ha parecido que estoy en Diciembre. Y eso que el día ha sido muy despejado y casi todo el rato ha brillado un tímido sol que no era bastante para combatir la sensación de frío.
Solo a partir de la una, cuando ya estaba en el tramo final de la etapa, me he podido quitar la chaqueta térmica y caminar solo con el jersey. Hasta entonces he tenido que ir con las cuatro capas de ropa que me pongo todos los días y que son el mejor sistema para copmbatoir el frío: Camiseta interior, camiseta exterior, jersey y chaqueta. Es un buen sistema que te permite regular el calor, con solo ponerte o quitarte una capa.
Hay algunos a los que todo esto les importa un bledo. Ayer por la tarde vi a un peregrino DESCALZO por Portomarín. Me da frío solo de pensarlo...
Peregrino descalzo en Portomarín

El amanecer en Portomarín es precioso. Todo el cielo está teñido de tonalidades anaranjadas y rojizas cuando salgo a las ocho y media. El aire es limpio y frío y las plantas están húmedas de rocio.
Pousada de Portomarin

Cruzo Portomarín parando un momento a contemplar la iglesia de San Nicolas con esta curiosa luz. 
Iglesia de San Nicolas
Unos bicigrinos están preparándose para la etapa a la puerta del albergue y una pareja de peregrinos de los de verdad, no de los de cuatro ruedas,  sale de una pensión comenzando el recorrido.
Iglesia de San Nicolas

Comienzo a bajar la cuesta que da salida a Portomarín y veo otra pareja que va algo más adelante, ya cruzando el puente  al que al poco llego yo.
Salida de Portomarin
 Un último vistazo a Portomarín, que ya queda en lo alto y comienzo el recorrido hacia Palas de Rei. Veinticinco kilómetros ondulados por una sucesión de montecillos bajos que te obliga a estar subiendo y bajando todo el rato.
Salida de Portomarín  con el Monte de S. Antonio

Y claro, como estoy a la altura del pantano, comienzo subiendo. Se trata de la subida al Monte San Antonio; algo más de un kilómetro de cuesta continuada por un precioso sendero  que atraviesa un denso bosque y sirve para aclimatar las piernas y para darme cuenta de que ya he pasado la fase de la aclimatación física al Camino.
Monte San Antonio

Por muy bien preparado que uno venga, los cuatro o cinco primeros días el cuerpo tiene que acostumbrarse a andar más de cinco o seis horas diarias con una mochila encima. Así que te duelen los pies, las rodillas, las pantorrillas, la espalda… cada cosa un rato o todas a la vez.
Pero llega un momento en que el cuerpo se da cuenta de que por mucho que dueela no piensas parar, así que decide dejar de doler. Ya digo que eso suele suceder a los cuatro o cinco días. Esta vez, como venia sin preparar, me ha costado siete.
Así que con esta buena sensación subo la cuesta a ritmo y disfrutando de las preciosas vistas del bosque.
Monte San Antonio

Pronto corono y empiezo a llanear por una zona más despejada con una luz que hace que los colores se intensifiquen y dejen vistas preciosas.
Camino a Gonzar

Camino a Gonzar

Llego a una cruz que los peregrinos han llenado de ofrendas: ropas, fotos, cintas, piedras… todo vale. La verdad es que la impresión general es de basurero. Lo siento, pero no me gusta esta costumbre de dejar cualquier cosa en cualquier cruz o mojón que aparece en el Camino. Una cosa es la tradición de las piedras en la Cruz de Ferro y otra es este despliegue de la capacidad humana para convertir en basura cualquier cosa que toca…
Camino a Gonzar

A pesar de todas estas reflexiones, me hago muy contento una foto en la cruz basurero para la posteridad. Vale, soy inconsistente, pero me importa un bledo y quiero que se vea la cruz.
Continuo hasta llegar a una carretera que seguimos por un ancho andadero, preparado para hordas agosteñas de peregrinos y que ahora tengo casi para mi solo. 
Camino a Gonzar
  El camino pasa al lado de una fábrica de ladrillos y de una fábrica de fertilizantes. El olor permite distinguir perfectamente cual es cual.
Camino a Gonzar

El camino se aleja un poco de la carretera y se interna en una  preciosa zona de bosques antes de volver a la carretera y llegar por ella a Gonzar, primer pueblo de la etapa ya en el kilómetro ocho.
Camino a Gonzar

Gonzar tiene solo tres cosas que ver (y no precisamente por el orden que las pongo) una pequeña cruz, una iglesia y un bar. Pero el bar está cerrado a cal y canto, para mi decepción y la de algún otro peregrino que llega a la vez.
Gonzar

Así que una foto a la cruz y sigo Camino. Este se desvía de inmediato de la carretera y serpentea por campos despejados hasta llegar un kilómetros más lejos a una pensión con bar que este si, está abierto. Así que entro y pido una coca cola. La hospitalera me cuenta que el Lunes y el Martes pasó por aquí muchísima gente. Colegios enteros, dice. Familias con niños, dice. Pues hoy estoy yo solo y en todo el tiempo que llevo en el camino no he vista a casi nadie….
Pero lo cierto es que puede y debe tener razón. Los que quieran llegar a Santiago con tranquilidad al final de esta larga semana de puentes habrán salido de Sarria el Domingo o el Lunes, y por tanto habrán pasado por aquí el Lunes o el Martes. O sea , que acepto pulpo como animal de compañía. Me cuenta también que ellos cierran ya esta semana, porque nosotros somos los últimos peregrinos de la temporada. Y ya no me cuenta más, porque harto de su charla pago y me salgo a la terraza, desde la que se puede ver a la gente que pasa por el camino. No me gustan los camareros dicharacheros.
Continúo  y de inmediato llego al pueblo de Castromaior, donde veo su iglesia, pegada al Camino pero que no había visto nunca y de inmediato ataco la famosa cuesta de Castromaior, una de las más fuertes del Camino Francés desde Sarria.
Iglesia de Castromaior
 Es una cuesta por carretera que arranca en el mismo pueblo y antes seguía recta hasta alcanzar una carretera. 
Cuesta de Castromaior
Ahora han cambiado el trazado y a media cuesta el Camino se desvía para acercarse al Castro celta que da nombre al pueblo. En cuanto a dureza no se pierde nada, porque el tramo de subida es durísimo y más largo que lo que había antes por carretera. Pero el desvío me parece un acierto porque te permite acercarte a ver el castro celta, cuyo recinto circular con dos líneas defensivas antes de la puerta de entrada están perfectamente conservadas. 
Subida al castro
Dentro del castro se pueden ver algunas zonas de casas. Es una visita que merece mucho la pena y que no te desvia nada del Camino, ya que puedes salir por el lado contrario del Castro y retomar el camino en unos cien metros.
Castro de castromaior

Así que visito el Castro y continúo, llegando a una carretera que se sigue durante un rato hasta cruzar el pequeño pueblo de Hospital da Cruz y cruzar la autopista por un puente en un cruce de carreteras.
Camino a Hospital da Cruz

Un poco más allá arranca una carreterilla que en un corto kilómetro de subida me lleva hasta Ventas de Narón, un pequeño pueblo que tiene dos bares y una capilla y que normalmente bulle de peregrinos, pues es un lugar perfecto para hacer una parada.
Camino a Ventas de Narón

Pero no hoy. Los dos bares están cerrados, así como la capilla, donde en ocasiones un voluntario ciego se empeña con entusiasmo en colocar los sellos en las cartillas de los peregrinos que hasta allí se acercan y que tienen que guiar su mano para que el sello no quede en cualquier sitio.
Ventas de Narón


Capilla de Ventas de Narón
Así que sin visitar la capilla y sin  hidratarme en el cercano bar, continuo y paso con facilidad el Alto de la sierra de Ligonde, que divide dos cauces de ríos en esta ondulada parte de la Galicia más profunda y comienzo el descenso final hacia el destino de hoy en Palas de Rei.
Subida a la sierra de Ligonde

El ritmo es ahora alegre y rápido. Progreso por un andadero pegado a una pequeña carretera sin tráfico y rodeado de frondosos árboles que alegran el caminar, ya algo cansino. Santiago ya se adivina en la distancia y los muchos kilómetros recorridos pesan ya en las piernas y en el espíritu.
Vacas en Previsa

De repente, a un lado de la carretera y sin motivo aparente que lo justifique, aparece un precioso cruceiro. El más bello cruceiro de los muchos que ofrece el camino en su tramo gallego. Es el crucero de Lameiros, del siglo XVII, que se descubre casi por casualidad algo oculto entre la maleza.
Pocos peregrinos se detienen a verlo con calma, pero los que lo hacen descubren un monumento de singular belleza. Está ubicado en una pequeña explanada a la izquierda del camino que baja hacia Ligonde. Su vieja piedra presenta la pátina especial del paso de los años, pero  su estado de conservación permite distinguir perfectamente su cuidada factura y los motivos que desde su misma base lo adornan.
Crucero de Lameiros

Los cruceiros son monumentos gallegos típicos de Galicia, donde hay más de 10.000. Su significado es vario, pero en todo caso son símbolo de la fe, el amor y el temor de este pueblo tan espiritual y tan ligado a lo sagrado y lo misterioso.
Crucero de Lameiros

Los cruceiros se levantaban  por muy diversos motivos: tanto como acción de gracias o como forma de implorar una curación o  un milagro son verdaderas oraciones en piedra.
Otros se levantaron para conmemorar algún suceso luctuoso o digno de ser recordado o incluso como protección contra el mal oculto. Así, si un aldeano desafortunado se encontraba por la noche con la temida procesión de almas en pena que formaban la  Santa Compaña, podía refugiarse a los pies de un Cruceiro, en  tierra convertida en sagrada por el cruceiro mismo y evitar así que la procesión de ánimas captase la suya.
Crucero de Lameiros

Pero también tenían los cruceiros significados más profanos. Señalaban al camino a los peregrinos antes de que Elias Valiña inventase las flechas amarillas, protegían a los animales en la ferias de ganado y  auguraban cosechas abundantes en los campos.
Crucero de Lameiros

Me siento en la pradera santificada por el cruceiro y aprovecho para mordisquear algo de fiambre y queso mientras admiro el crucero, que tiene representaciones esculpidas en sus cuatro lados. En un lado de su base están representados con gran detalle los instrumentos de la pasión; escalera clavos y tenazas que el peregrino imagina en manos de rudos soldados que   sin piedad fijan a la cruz el cuerpo de nuestro señor entre bromas y risas obscenas. En el otro lado de la base hay una calavera con dos tibias cruzadas, símbolo de la muerte más gloriosa de la historia de la humanidad.
De la base se alza a más de tres metros el asta de la cruz, de brazos pequeños y cuya cima está decorada con una imagen de Cristo crucificado, ruda y expresiva de todo el dolor de la pasión y por el otro lado con una Virgen Dolorosa muy expresiva que sostiene el cuerpo ya  exánime de su hijo descendido de la cruz de la pasión.
Crucero de Lameiros

Un cruceiro de muerte y dolor, este de Lameiros, que recuerda al peregrino, ya en pie de nuevo y listo para la marcha, la cercanía del cementerio de peregrinos de Ligonde; hacia el que ahora se acerca el camino.
Crucero de Lameiros

Ligonde es un pequeño caserío que atraviesa el camino y que hoy en día no tiene la importancia que tuvo en los tiempos de auge del camino.
Aquí se levantaba un importante hospital de peregrinos que fue donado en el lejano año de 956 por el conde Osorio. Hay noticias de que tan cerca como 1811 aún seguía activo, atendiendo durante 900 años a los peregrinos que enfermos por el largo trayecto, necesitaban su auxilio ya a las puertas de Santiago.
Los hospitales de peregrinos son la institución que precede a los actuales albergues en la tradición hospitalaria del camino. Ya el Codex Calixtinus citaba los tres hospitales más importantes de la cristiandad: el de Jerusalén, el de Montjoux y el de Santa Cristina en Somport, de vital importancia para los peregrinos ya que en aquella época el acceso a la sanidad era un privilegio de nobles y reyes.
El Codex, biblia del camino, dedicaba un extenso párrafo a la atención que merece el peregrino y que nos da idea de la importancia que esta sagrada  atención al caminante tuvo en el desarrollo del camino y del carácter cristianísimo del reino de España. El citado párrafo dice así:
“Todo el mundo debe recibir con caridad y respeto a los peregrinos, ricos o pobres, que vuelven o se dirigen al solar de Santiago, pues todo el que los reciba y hospede con esmero, tendrá como huésped, no sólo a Santiago, sino también al mismo Señor, según sus palabras en el evangelio: “El que a vosotros recibe, a Mí me recibe”. Hubo antaño muchos que incurrieron en la ira de Dios por haberse negado a acoger a los pobres y a los peregrinos de Santiago. En Nantua, una villa entre Ginebra y Lyón, a un tejedor se le cayó súbitamente al suelo el paño, rasgado por medio, por haber rehusado dar pan a un peregrino de Santiago que se lo pedía. En Vilanova, un peregrino de Santiago, necesitado, pidió limosma por amor de Dios y de Santiago, a una mujer que teniendo el pan todavía entre las brasas calientes, le dijo que no tenía pan. El peregrino le dijo: “¡Ojalá el pan que tienes se te convierta en piedras!”.Se fue el peregrino de su casa, y estaba ya lejos de ella, cuando se acercó la mujer a las brasas con intención de coger el pan y en su lugar encontró una piedra redonda. Arrepentida de corazón se fue tras el peregrino, pero no lo encontró. Volviendo sin recursos en cierta ocasión de Santiago, dos nobles galos pidieron hospedaje por amor de Dios y de Santiago, en la ciudad de Poitiers, desde la casa de Juan de Gautier hasta San Porcario, sin encontrarlo. Al fin se hospedaron en la última casa de aquella calle, junto a la iglesia de San Porcario, en casa de un pobre; y he aquí que por venganza divina,un voraz incendio abrasó toda la calle desde la casa en que primero habían solicitado hospedaje, hasta aquella en la que se hospedaron. Y eran unas mil casas. Pero la casa en que se hospedaron los siervos de Dios, por gracia divina quedó intacta. Por lo que se debe saber, que los peregrinos de Santiago, pobres o ricos, tienen derecho a la hospitalidad y a una acogida respetuosa.”
Ligonde

Hoy puede verse un edificio de piedra en el lugar que ocupaba el Hospital de Ligonde, y también queda recuerdo del lugar donde se asentaba el cementerio de Peregrinos anexo al hospital.
Los cementerios de peregrinos son también un punto recurrente en el camino. Hoy en día el peregrino viaja en un mundo de seguridad y lujo, pero no siempre fue así. El peregrino avezado se ríe siempre que escucha a los muchos tontos actuales que argumentan que el camino pierde su espíritu porque ya no viajamos como los peregrinos medievales. Y es que para ello tendríamos que eliminar las flechas, los albergues, los caminos señalados, los bares, las tiendas en el camino, la mitad de las poblaciones y además tendríamos que situar en la senda varias manadas de lobos, cientos de perros asilvestrados, bandas de salteadores dispuestos a desvalijar y matar al caminante y posadas mugrientas, destartaladas y con posaderos que a veces eran peores que los mismos bandidos.
El peregrino sabe que el camino se adapta a los tiempos y que cada época tiene su forma de realizarlo, sus ventajas y sus desventajas, pero que el verdadero camino se hace con el corazón y los pies, independientemente de que en cada época debes aprovechar las facilidades e infraestructura que esta ofrece.
Hoy en día también mueren peregrinos en el camino. Todos los años hay alguno que se despista en Roncesvalles y termina su peregrinación antes de tiempo y de la peor manera. También los hay cuyo cansado corazón decide abandonar el camino y la vida antes de llegar a Santiago. Este mismo mes murió un Salmantino que se despistó en la niebla y cayó por un barranco. Pero hoy en día son excepción. La infraestructura del camino es suficiente para que peregrinos de todas las edades puedan caminar con seguridad y confianza, protegidos por la Guardia Civil, albergados por  Hospitaleros y Hoteleros, alimentados por Hosteleros y cuidados por la red de la Seguridad Social y protección civil. Es el camino en nuestros días. Tan auténtico como el medieval, pero adaptado a nuestro tiempo.
Yo, que sé todo eso, paro ante la sencilla valla de piedra que a la entrada de Ligonde marca el lugar donde en su día estuvo el cementerio de peregrinos. Hoy solo queda una amplia pradera y el lugar está simplemente marcado por un cartel indicativo y por una sencilla cruz de piedra al borde del camino.
Cementerio de Peregrinos de Ligonde

Es un lugar sencillo y simple, pero el peregrino auténtico se siente aquí en comunión con todos los millones de almas que le precedieron en este deambular hacia la tumba del Apostol en Galicia. Se siente en comunión y reza por todos aquellos que rindieron su camino antes de la meta y que, como peregrinos muertos en peregrinación, subieron directamente al paraíso. No es mala manera de morir, pienso. Un último paso aquí en la tierra y el siguiente en el cielo; con la mochila ya más ligera y el caminar sin dolores ni ampollas.
Tras una oración, cruzo Ligonde y me encamino ya hacia Palas de Rei, mi destino en la jornada, sintiéndome ahora más parte de este camino milenario que tantos hollaron antes que yo y en el que muchos rindieron su existencia.
Desde Ligonde se llega en un kilómetro y pico de bajada y subida a Airexe, que tiene una preciosa iglesia y crucero que se ven desde lejos, pues quedan un poco alejados del camino, y no tienen demasiado interés tras los dos hitos de Ligonde.
Iglesia y Crucero de Airexe

Pero hay algo que no se puede dejar pasar. El segundo bar abierto de la jornada, y solo a ocho kilómetros de la meta… Me paro y descanso un rato tomando una coca, al igual que otros cuatro peregrinos que allí están.
Airexe

Desde aquí quedan los kilómetros más aburridos de la etapa. Un continuo sube y baja por montecillos suaves y pasando por pueblecillos anodinos sin nada que mostrar. 
Paso por un albergue que tienes unas cuiriosas esculturas de hormigas gigantes muy divertidas. Por supuesto está cerrado.
Albergue de hormigas en Lestedo

Voy casi todo el rato por un lateral de la carretera, con algunas zonas arboladas muy bonitas. Paso el poblado de Portos y el de Lestedo y llego a la desviación de Vilar de Donas, un maravilloso monasterio que se encuentra a tres kilómetros del Camino, pero que merece la pena visitar si hay posibilidades de que esté abierto, cosa que no sucede hoy.
Camino a Lestedo


Desvio a Vilar de Donas
Sigo por tanto y llego a A Brea, ya solo a tres kilómetros de Palas y donde empieza un precioso camino por una senda arbolada que ya apenas se aprecia, porque ya he visto muchos similares y a tres kilómetros lo que llama es la meta y la ducha.
Camino a Palas

A falta de un kilómetro para Palas paso por el Area recreativa de Os Chacotes donde han construido un nuevo y moderno albergue y sin más demora entro en el pueblo a la par que una coreana con cara de despistada que va consultando el camino en su móvil.
Camino a Palas


Siempre que vengo a Palas duermo en el mismo sitio, en Casa Benilde, un lugar que nos encantó el primer año que por aquí pasamos. 
Llegada a Palas
Pero en estas fechas está cerrado, así que los dueños me recomendaron una pensión que está a apenas treinta metros de su hotel y que se llama Pensión Pardellas. Y está bien. Un cuarto chiquitito pero suficiente con un balcón. Mobiliario nuevo y aspecto limpio. Perfecto. Lo único es que es un edificio viejo de piedra y hace bastante frío; pero me han dejado una calefacción eléctrica que pongo a tope y todo perfecto.
Palas de Rei

Palas no tiene nada que ver ni que hacer, y menos en esta época, así que me siento en un bar y escribo mientras me tomo una ración de jamón bastante rica.
Hago tiempo hasta las ocho en la habitación, porque en la calle el frío es fuerte y luego ceno en uno de los dos bares abiertos que encuentro. Elijo el más cercano a la pensión, por razones obvias. Chipirones a la plancha muy buenos y un excelente entrecotte cierran el día.
Pension Pardellas

Me voy a la habitación a ver la tele y terminar la crónica.
Mañana toca etapa larga, de veintinueve kilómetros hasta Arzua. Hay que dormir bien.















































3 comentarios:

  1. Cada vez más reflexivo nuestro Peregrino. Me da que en una vida anterior también fue peregrino. Lo que está claro es que es hora de hacerlo alguna vez con él. A ver si nos animamos por fin.
    Y parece que te va a seguir respetando el tiempo. Nos alegramos.

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  2. Muy buena la crónica, con mucha información que puedes utilizar para los próximos trivials del camino. Ayer justo hablábamos de lo que era peregrinar en estos tiempos, con mucha mas seguridad que antes. Ánimos que ya queda poco para llegar!

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  3. Este año estas realmente inspirado, unas crónicas muy bonitas

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