viernes, 2 de diciembre de 2016

Dia 1 - Rabanal del Camino - Molinaseca. Cronica de un principiante en la etapa más bonita del Camino

Lo avisan todas las guías. Lo saben todos los peregrinos. Es de sentido común.
Pues yo como un imbécil he picado.
Nunca debes poner como primera etapa una que sea dura si no vas muy bien preparado, y yo no lo voy. Nunca debes ponerte la bajada más dura del Camino en la primera etapa , y yo me la he puesto. Nunca debes volver a usar unas botas que te dieron problemas, y yo me he venido con las botas que me produjeron tendinitis hace tres años.
El resultado es que he llegado matado a Molinaseca, en una etapa en teoría corta, de veinticinco kilómetros, pero durísima. En la durísima bajada desde el Alto de Manjarín la bota me ha dañado una uña (que por cierto, tampoco me había cortado, otro fallo) que se ha despegado la piel, así que he hecho los quince últimos kilómetros viendo las estrellas en cada paso. Quince kilómetros son unos diecisiete mil pasos, asi que he visto diez¡cisiete mil estrellas. Cuando el terreno era llano iba más o menos bien, pero cuando era cuesta abajo era una tortura. Y en esos quince kilómetros se bajan milometros de altura, así que he bajado mucho, mucho.
El dolor de pies hace que fuerces más todos los demás músculos, con lo que tambien se me ha producido una distensión en los muslos que es muy incómoda. O sea, que he llegado a Molinaseca echo un cromo.
Pero he llegado.


Rabanal del Camino

La verdad es que los comienzos de mis dos últimos Caminos han sido un desastre. Me estoy confiando demasiado y eso no puede ser . El Camino es duro y yo soy cada vez más viejo…Tengo que tomármelo más en serio.
A pesar de todo eso, la etapa ha sido bellísima. Es mi etapa preferida del Camino, por eso la he incluido apurando un poco en este itinerario de invierno. Y ha respondido a las expectativas.
Es una etapa que resume el Camino. Una subida inicial no muy fuerte te lleva de buena madrugada  a uno de los puntos más espirituales y mágicos del Camino, La Cruz de Hierro..
Viene después un transcurrir calmo por las cimas de los montes, visitando el peculiar refugio de Manjarín, donde puedes llegar a conocer algunos de los personajes más peculiares del camino.
Un ascenso posterior hasta la cima del monte, por la que sigues llaneando hasta extasiarte con el precioso paisaje del Bierzo que se va abriendo a tus pies a medida que avanzas.
Y luego la bajada al valle, dura, salvaje y hermosísima hasta recalar en esa joya que es Molinaseca.
Si. Una jornada completa. Si solo pudiese hacer una etapa del camino, haría esta. Y por ello, es para mi una jornada mágica toda ella.
Rabanal del Camino

El taxi que encargue ayer me recoge en Astorga a las ocho menos cuarto y a las ocho y cuarto ya estoy en Rabanal del Camino, listo para comenzar. Es aún casi de noche y no hay nada abierto en el pueblo donde desayunar.  No hay peregrinos saliendo de los albergues, que están en su mayoría cerrados. Este es un pueblo distinto que el conozco del verano o la primavera. Es un pueblo muerto.  Me doy una vuelta esperando a que claree más antes de empoezar la subida hacia Foncebadón y así conozco la parte interior del pueblo, del que normalmente solo se ve su calle principal. Cuando ya estoy a punto de irme veo que se abre la puerta de un albergue y me dirijo allí. El dueño ha abierto solo para ver que tal hace, pero muy amable accede a poner el primer sello de esta peregrinación en mi credencial. Me dice que no ha dormido nadie en su albergue ni en todo Rabanal. Así que me parece que voy a tener el Camino para mi solo. Perfecto.
Camino a Foncebadon

Sellada la credencial, comienzo la subida de seis kilómetros hasta Foncebadón.
Me gusta comenzar esta etapa casi de madrugada. Ponerme en marcha cuando las primeras luces del día comienzan a dibujarlos contornos de la Maragatería, que ya estoy dejando atrás, e insinúan los perfiles de los montes que me esperan delante.
Camino a Foncebadon
La subida a Foncebadón no es muy dura y ofrece paisajes bellísimos. Comienzo inmerso en una suave niebla que al cabo de un rato de subida deja paso a unos cielos con nubes altas.
Camino a Foincebadon
 No hace demasiado frío y se camina muy cómodo, así que a las diez estoy ya en el pueblo fantasma de Foncebadón, donde por cierto están asfaltando la calle principal, que hasta ahora era de tierra.
A estas horas y sin nadie por las calles,  Foncebadón parece más que nunca un pueblo fantasma, los restos de una guerra que nunca tuvo lugar. Subiendo por sus callejuelas comienzo a distinguir el camino ascendente que tendré que seguir para alcanzar la Cruza de Hierro. La luz del comienzo del día es anaranjada y convierte el paisaje en un extraño cuadro irreal.
Camino a Foncebadon


Paro en el único bar que está abierto y me tomo un café. El camarero me confirma que nos ha pasado un solo peregrino por allí. Van a cerrar ya el día doce, pues ya no pasa casi nadie. Continúo saliendo del pequeño pueblo.
Foncebadon

Una subida no muy fuerte me va alejando de Foncebadón, que queda abajo y va cambiando de aspecto junto con el resto del paisaje a medida que los tonos anaranjados se convierten en dorados y los perfiles del paisaje terminan de definirse.
Foncebadon

Son apenas dos kilómetros hasta la Cruz de Hierro, pero esta se ve mucho antes de llegar. Tras una curva, el ojo experto del peregrino es capaz de distinguir su silueta que se enmarca entre los árboles recortándose contra las nevadas montañas del fondo.
Camino a la Cruz de Ferro
Es una preciosa visión que  me anima  mientras serpenteo entre los árboles por el sendero que transcurre a media ladera de la montaña hasta llegar a la explanada donde se encuentra la Cruz.
Es un lugar mágico y emocionante. 
Cruz de Ferro
La Cruz se eleva solitaria desde una enorme montaña de pequeñas piedras que primero los viajeros celtas, después los legionarios romanos y desde hace mil años los peregrinos han ido dejando aquí como símbolo de muy diversos sentimientos. A veces homenaje y tributo a dioses paganos, otras símbolo del deseo de regresar sano y salvo de un largo viaje, otras símbolo de penas o recuerdos que queremos dejar atrás,  recuerdo y homenaje a nuestros seres queridos perdidos otras o petición personal de que esa piedra que dejamos sea la que en el día de nuestro juicio final decante la balanza a favor de nuestras buenas acciones. La cruz tiene un significado distinto para cada peregrino, pero para todos es un lugar especial y único.
Cruz de Ferro

La cruz está situada en el centro de una gran explanada que atraviesa una carretera por la que a menudo llegan autobuses de turistas s. No es una Cruz artística, ni siquiera es bella. Se trata de una pequeña Cruz situada en la punta de un altísimo poste que se eleva hasta tocar el cielo desde el gran montón de piedras peregrinas que lo rodea y refuerza.
Me gusta pararme un rato algo alejado de la Cruz, a los pies de la pequeña ermita que hay en la explanada y contemplar a los peregrinos que uno a uno ascienden el pequeño montículo de piedras hasta llegar a la base de la Cruz. Todos tocan el poste con reverencia y miran hacia arriba para venerar a la cruz que se eleva a ocho metros sobre sus cabezas. Luego casi todos depositan con reverencia una piedra a los pies de la cruz y la mayoría posa para un foto que le saca algún compañero y que le servirá de recuerdo de esta experiencia.
Hay pocas palabras. La Cruz de Hierro es un lugar silencioso en el que el peregrino se recoge en su interior y medita sobre su peregrinación y su significado. Es un lugar que el peregrino vive y disfruta solo, independientemente de la cantidad de gente que le acompañe.
Pero hoy estoy completamente solo. No hay ni un alma así que subo a la cruz y dejo las diversas piedras que he traído para la ocasión en su misma base. Estoy un rato, saco fotos y video y en todo el rato no llega nadie. Es perfecto.
Cruz de Ferro

En su simplicidad esta Cruz resume muy bien lo que es el Camino. A la vez elevada y humilde, hecha con pequeñas piedras que todas juntas sostienen un poste enorme; como los pequeños pasos que damos conforman un Camino que al principio parece interminable. Un esfuerzo humano que se eleva como una plegaria hacia el cielo.
No me paro sin embargo, mucho tiempo en la Cruz. La etapa es larga y hay que continuar.
Salida de la Cruz de Ferro

La Cruz desaparece rápidamente de la vista en cuanto comienzo a bajar la vertiente contraría del monte. 
Camino a Manjarín
  Continuo disfrutando de los paisajes de montes y bosques que se extienden en todas direcciones hasta llegar al segundo punto especial de la jornada. Lugar muy distinto de la Cruz de Hierro, lugar profano aunque teñido de un especial o pretendida espiritualidad, lugar controvertido, pero en todo caso muy significativo en el Camino. Es el refugio de Manjarín, construido y mantenido por uno de los más  peculiares y auténticos personajes del Camino, Tomás, autodenominado “el Templario”.
Este es un albergue alternativo, muy apreciado por los personajes más peculiares del Camino. Se trata de una cabaña destartalada situada en una curva de la carretera en este abandonado pueblo de Manjarín, cuya población oficial es de un habitante. No tiene luz ni agua corriente. Una cabaña situada a unos metros hace las veces de letrinas y quien quiere dormir allí lo hace en el suelo. Pero ofrecen acogida y té o café a todos los que llegan.
Refugio de Manjarín

A su entrada hay un muy fotografiado panel con las distancias que nos separan de los más variados lugares del mundo: Nueva York, París, Machu Pichu, Katmandú.. Y por supuesto Santiago.
Dentro del albergue lo primero que ves es una mesa con café y te y un mostrador en el que venden de todo. En las paredes hay toda clase de carteles, entre los que destaca uno que relaciona las distintas partes del cuerpo humano con los versículos del padrenuestro. El resto del local está todo lleno de banderitas y otros adornos extraños
En verano hay siempre muchos peregrinos parados en el refugio. Este es uno de los puntos más peculiares del Camino y viene en todas las guías que se precien. Muchos planean su etapa para terminar justo aquí y dormir en el suelo. Dicen que es un punto de especial energía telúrica y que se siente la fuerza de la tierra. 
El lugar no es muy grande. Está enclavado en la ladera del monte, pegado a la carretera. Hay dos edificios con pinta de chabolas y todo tiene pinta de desastrado e improvisado.
Merece la pena para aquí para apreciar otra dimensión del camino. Una dimensión de una espiritualidad no religiosa y más profana. De una hospitalidad sincera y sencilla, aunque un poco militante. Casi todos paramos aquí, aunque solo sea a sellar. El sello es muy bonito. Pone "Encomienda Templaria de Manjarín" y lleva el lema templario "Non nobis". El lema completo es "Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam", que significa "No para nosotros, Señor, no para nosotros, sino para la gloria de tu nombre".
Con este precioso lema los Templarios se convirtieron en la Orden más poderosa y rica del mundo, banqueros de reyes y guardianes de secretos. Les pudo su ambición y fueron disueltos expeditivamente y de una manera poco agradable.
La labor de Tomás en este albergue es encomiable. Es un hombre peculiar, que dejó su trabajo en Madrid hace muchos años para instalarse en este paraje solitario y revitalizar un tramo del Camino sin apenas servicios. Su filosofía es peculiar, muy cercana al movimiento hippie y al esoterismo, pero es auténtico y ha ayudado mucho a dar a conocer el Camino y revitalizarlo. No hay libro extranjero que no le cite e innumerables artículos de prensa alaban su labor. En el fondo, ¿no hace lo mismo que hicieron en su tiempo Domingo García y Juan de Quintanaortuño, conocidos hoy por Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega?. Así que un aplauso a Tomás, el último Templario.
Camino a El Acebo

Tras estos dos baños de espiritualidad, primero religiosa y luego profana, asciendo hasta lo alto de los montes que separan la Maragatería del Bierzo. Llaneo por la parte más alta contemplando las impresionantes vistas y divisando algunos pueblos colgados en la montaña a los que parece imposible acceder.
Camino a El Acebo

Poco a poco las cimas de los montes cercanos van desapareciendo y de repente todo el valle del Bierzo se extiende a mis pies. Es una de las vistas más impresionantes del Camino. El valle del Bierzo se extiende en toda su amplitud mil metros por debajo de donde me encuentro. Se ve perfectamente Ponferrada, que parece muy cercana, pero para la que queda más de media jornada de caminata. Esparcidos por el valle se ven otros pueblos más pequeños  y campos cultivados por todos sitios. Al fondo cierran el valle los montes que dan entrada a Galicia y que tendré que atravesar en un par de días.
Camino a El Acebo

Contemplando esta vista cualquier peregrino se siente exultante, triunfador y todopoderoso. El mundo está a sus pies, Galicia ya está a la vista y nada puede detenerle….
Vanas ilusiones que el Camino va a colocar en su sitio en muy poco tiempo.
Tras contemplar un rato esta vista comienzo. Y vuelvo a la tierra desde las nubes en las que estaba.
La bajada no es dura al principio, hasta llegar a ub¡n kilómetro del pequeño pueblo del Acebo, que más parece una estación de esquí que otra cosa. Es un pueblo muy cuidado, de casas de piedra y madera bajas con balcones de madera sobresaliendo de los muros de piedra y tejados inclinados de teja o pizarra en torno a una calle central por la que avanza el Camino.
Bajada a El Acebo

La dureza de la bajada y de las botas empieza a pasarme factura. Me duelen los dedos de los pies y me resulta cada vez mas doloroso bajar las fuertes cuestas que llevan hasta el pueblo.
El Acebo

Al llegar paro en un bar abierto y me tomo una coca cola, mientras dejo descansar los pies que mejoran algo.
El Acebo

Tres kilómetros más de bajada fácil hasta Riego de Ambros y a partir de allí el Camino se endurece de verdad.
Camino a Riego de Ambros
Roiego de Ambros
El comienzo de la bajada, es un tramo que es una estrecha torrentera muy empinada llena de piedras suelta y en la que hay que bajar casi de lado, aquí los ciclistas tienen que echar pie a tierra y bajar empujando la bici, lo cual siempre alegra al peregrino de a pié, harto ya de que le pasen como balas por cualquier sitio. Para mí es una tortura. Cada vez me duelen más los pies y llega un momento en que para bajar un fuerte escalón me tengo que tirar al suelo y bajar reptando, pues cada paso es dolorosísimo.
Salida de Riego de Ambros

Descanso un rato en un lado del camino para recuperar los pies y luego sigo, procurando caminar despacio y teniendo mucho cuidado de no cargar peso en las puntas. He sacado el bastón, que no suelo usar nunca y lo uso para ayudarme.
La torrentera termina en un sendero siempre descendente y a ratos difícil y complicado que me lleva hasta una explanada donde hay cinco robles que tienen un diámetro gigantesco.
Explanada de los robles
Es un sitio precioso al pie de un arroyo que invita a pararse. Pero ya huelo la meta y quiero llegar cuanto antes al descanso, así que continúo por senderos empinados y pedregosos  hasta llegar en mucho más tiempo del habitual al precioso pueblo de Molinaseca a las tres y media, reventado, dolorido y contento.
Camino a Molinaseca

Molinaseca es un pueblo como de cuento. Hay un río que se cruza por un puente antiguo frente al cual hay una imponente iglesia. Al otro lado de la carretera hay otra iglesia más pequeña. Al lado del puente hay una pequeña playa donde en veranos siempre hay gente bañándose para combatir el muy intenso calor. El puente de piedra es largo y está bien cuidado y las zonas de verde que se extienden en los alrededores de la playa fluvial invitan  en verano a quedarse y descansar, incluso a remojar en la corriente los cansados pies.
Molinaseca

Cruzando el puente se extiende la calle principal de Molinaseca, que es estrecha y larga, como en todos los pueblos del Camino., con hermosas casas de piedra, algunas de ellas blasonadas.
Molinaseca

Entrada a Molinaseca
Pero lo mejor es que nada más cruzar el puente está mi alojamiento, el Hostal El Palacio. Me recibe una señora mayor y me da una habitación en el segundo piso, lo cual es una faena, pues el hotel no tiene ascensor. Y no se porque me la da en el segundo piso, por que el hotel está vacío. Creo que estoy solo en él, porque la señora, tras darme mi llave se marcha y me deja el edificio para mi solo. Pues muy bien.
Puente de Molinaseca y Hotel

Subo a la habitación y me quito las botas para examinar los daños de la jornada. La uña del dedo gordo del pie izquierdo se me ha despegado y la del pie derecho está muy magullada. Descanso tumbado en la cama antes de ducharme y la situación de los pies mejora algo. Así que salgo a una farmacia y compro un cotrtauñas, un protector de dedos, esparadrapo y gasas antes de dar una vuelta por el pueblo.
Vistra desde la Habitación

 Molinaseca es un pueblo grande e importante que marca el final del descenso de los Montes de León y la entrada en el fértil valle de El Bierzo. La calle estrecha suele estar  en verano llena de peregrinos que descansan tras la bajada a los pies de las casas, no muy altas, que tienen balconadas cubiertas y tejados de pizarra.  Ahora solo se ven algunos paisanos en las calles y las puertas entreabiertas de las casas. En una de ellas veo que acaban de hacer la matanza y tienen dos cerdos listos para ser troceados mientras en la puerta lavan la artesa que han utilizado para recoger la sangre de los animales.
Molinaseca

Visto el pueblo me meto en un bar a escribir y descansar. Los pies van mejorando con las zapatillas de descanso y la falta de esfuerzo, pero tengo muy cargados todos los músculos.
Mañana tengo una etapa fácil y llana pero larga, así que si veo que tengo problemas, cogeré un taxi hasta Villafranca el Bierzo. Hay que llegar bien a la etapa del Cebreiro.
Me consuela que ya no tengo más bajadas tan duras como la de hoy en lo que me queda de Camino. Estoy seguro que en llano o en subida voy a funcionar mejor. De todos modos, mañana calzaré las zapatillas de descanso en vez de las botas, mucho más duras y pesadas.
Iglesia de Molinaseca

Ceno a las ocho en un buen restaurante del pueblo. Lo he elegido porque tienen una foto de Luia Aragonés, y eso parea un atlético como yo es irresistible. Tomo una originales lentejas marineras, con calamares gambas y almejas, que están buenísimas y para cenar son mejores que las habituales. Luego un buen trozo de merluza.

Y ya me encierro en la habitación para descansar. Mañana es un día largo y tengo los pies en bastante mal estado. Espero que los gnomos del camino hagan esta noche su trabajo y me los recuperen.




5 comentarios:

  1. Peregrino: es impresionante tu narración tanto de la soledad en esta época, como de tus padecimientos. Eso sí, siempre consigues que lo vivamos como si fuésemos vos. Las lentejas tras esa etapa tan dura son un muy buen final y anoche suspirábamos sobre cuándo las cocinarás. ¡Buen Camino de casi invierno!

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  2. No te imaginas como te entiendo. Esa etapa, en nuestro primer Camino, fue la que nos enamoró y ya nos dejó irremediablemente enganchados al Camino. No sabes el bien que, a mi especialmente, me está haciendo leerte esta vez. Gracias por permitirnos acompañarte. Buen Camino amigo

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  3. He sufrido tu bajada , pobre , espero que hoy la cosa sea menos dura

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  4. He sufrido tu bajada , pobre , espero que hoy la cosa sea menos dura

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  5. La confianza mata, en tu caso destroza los pies. Leyendo parece que estámos recorriendo esos caminos en tu compañía.

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