martes, 22 de agosto de 2017

Dia 4- Sarria - Portomarín. Masas por los Caminos Gallegos

Cambio absoluto de escenario. Las masas se han unido al Camino en Sarria. Ya no hay prácticamente extranjeros. Ya no hay prácticamente peregrinos solitarios. Solo se ven grupos, familias, muchos niños, muchas bicis, mochilas pequeñas, coches de apoyo…. Es otro Camino. El Camino de los 100 últimos kilómetros, el Camino de los españoles. Un Camino más suave físicamente y menos exigente mentalmente, pues es difícil encontrarte solo en ningún momento.
Hay que ir acompasando el paso para encontrar espacios entre grupo y grupo donde caminar solo. Otro Camino.
Hotel Alfonso IX

Hace mucho calor ahora en  Portomarín. Menos mal que he terminado pronto la corta etapa y estoy ya sentado en los soportales enfrente de la iglesia de San Nicolas, tomando unos mejillones y unos pimientos de Padrón y descansando tranquilamente. Siguen llegando peregrinos y todas las mesas están llenas de gente que descansa de la etapa.
Muchas mujeres en el Camino. Grupos enteros de chicas de todas las edades, casi todas con mochilitas de día. Muchas de ellas pasean ahora por Portomarín con vestiditos ligeros, que han sustituido a las ropas de Caminante. Peregrinas, pero coquetas. Mujeres en fin.
Paseo del Malecón

Muchas familias con niños bastante pequeños. Empiezan muy animosas en Sarria y a media etapa ya los vas adelantando porque los niños están agotados y los padres más. Se animan unos a otros para continuar y llegan, vaya que si llegan. Llegan todos en esta primera etapa. Mañana será un día peor para ellos, con todo el cansancio acumulado.
Anoche, con toda la historia del tren y del móvil encontrado y felizmente devuelto, me acosté cerca de la una; así que hoy he salido un poco más tarde, a eso de las ocho. La etapa es corta y fácil, solo veintidós kilómetros, y no requiere más.
Sarria bulle de peregrinos a estas horas. Salen de todas partes. En mi hotel, mientras pago, veo a un grupo de asiáticos con guía que se preparan también para salir. Afuera hay varios grupos que avanzan ya por el paseo del Malecón, al igual que lo hago yo.
Primera dificultad del día. Las escaleras de Sarria. Más de cincuenta escalones que suben desde el Malecón hasta la calle mayor que, también en subida nos va sacando de Sarria.
Las escaleras de Sarria

Todos los establecimientos de la calle son bares, albergues o ambas cosas a la vez; y todos están abiertos a estas horas. Paro en uno de ellos a tomar un café mañanero. Me duele un brazo, porque ayer me picó un bicho asqueroso y enorme, mezcla de escarabajo y mosquito y se me ha hecho un bulto sospechoso, que supura y pica como un demonio. Inconvenientes del campo. Insisto en que el mundo debería ser completamente asfaltado.
Calle Mayor. Sarria

Paso por el cruceiro de la parte alta de Sarria, donde hay un peregrino con perro, con mas pinta de vagabundo que de peregrino, y me acerco hasta el Convento e la Magdalena, a ver si puedo sellar. Inutil esfuerzo. No hay nadie en recepción y los peregrinos que salen no saben nada del encargado.
Convento de la Magdalena

Así que bajo la cuesta del cementerio y llego hasta el Puente Romano, curiosamente libre de peregrinos. Un par de ellos vienen desde la estación y se unen aquí al Camino mientras yo saco algunas fotos.
Puente Romano. Sarria

Un rato pegados a las vías del tren, por las que ayer debería haber llegado aquí y no lo hice y tras cruzarlas por un paso a nivel si barreras llego a la segunda y más fuerte dificultad del día, la cuesta de Barbadelo. Es una subida de unos seiscientos metros bastante fuerte, que pone por primera vez a prueba las piernas de los nuevos peregrinos. 
Camino a Barbadelo
Evidentemente aquí nos reagrupamos bastante. No soy de los más rápidos y subo a ritmo (lento…). En las cuestas siempre me acuerdo de Paloma, que en cuanto ve una, parece que se le enciende el turbo y sube a un ritmo infernal. Yo no puedo. Piano, piano.
Comienzo de la cuesta de Barbadelo

Llego al que , como muy bien me recuerda mi apenas visto pero muy recordado amigo Luis de Alicante, es el árbol más fotografiado del Camino. Lo es por dos razones: porque es precioso, ancho, robusto y harto de ver pasar peregrinos durante muchísimos años; y porque está a mitad de la cuesta y es un punto ideal para pararte y descansar con la excusa de hacerle una foto... cosa que por supuesto yo hago.
El árbol más fotografiado del camino

La cuesta se acaba pronto y eel camino comienza a llanear por las alturas con muy buenas vistas del paisaje que rodea Sarria. La ciudad ya no se ve, oculta por el montecillo que acabamos de subir.
Cuesta de Barbadelo

Por este cómodo terreno, la fila de peregrinos llegamos a Vilei, donde hay una tienda que yo conocí como un simple establo en el que habían puesto dos máquinas de vending, y que ahora tiene desde camisetas hasta guías, recuerdos, bordones y lo que quieras.
Camino a Barbadelo

De allí a Barbadelo hay un kilometrillo corto que se cubre rápidamente para llegar al desvio que en cincuenta metros te lleva hasta la preciosa iglesia de Barbadelo, joya escondida que  muy pocos pere3grinos visitan.
Camino a Barbadelo

Yo soy de los que no perdonan, y esta iglesia la veo siempre, desde que mi amiga Concha me la descubrió en mi primer camino, hace ya ocho años…
Barbadelo

Me gusta mucho esta iglesia pequeñita, con su alto campanario, su estructura robusta y maciza, sus cuatro cruces de piedra en el frente y el anciano que invariablemente mantiene la iglesia abierta a disposición de los peregrinos y te sella la credencial a cambio de un donativo.
Iglesia de Barbadelo

Continúo tras la visita obligada subiendo por carretera hasta el desvío que lleva a Rente, la primera población gallega que vamos a atravesar. Son todas iguales; un puñado de casas de labor, con mucha suciedad y olores a menudo nauseabundos a animales y excrementos, pero en las que ahora, invariablemente , han puesto un bar en el que se sientan peregrinos en varios estados de descomposición, descansando y recuperando fuerzas.  Ya he aprendido que en este tramo gallego no hace falta para nada llevar comida. Llevo una botella de agua  y un paquete de nueces por si acaso, pero tienes un bar cada muy pocos kilómetros, con lo que el asunto del alimento está solucionado seguro.
Desvio a Rente

Demasiado pronto para mi. Continúo pasando Mercado da Serra, donde se atraviesa una carretera y pasando por la fea fuente de Pelerín, mascota de un Jacobeo olvidado ya, antes de llegar, por un agradable sendero arbolado al Molino de Marzán, del que solo se ve la siempre cerrada puerta decorada con dos ruedas de molino antes de bajar una cuesta y encontrarte con un paso de piedras que salva un cauce de agua que incluso ahora, en pleno Agosto, lleva caudal.
Fuente de Pelrín

Molino de Marzán
Camino a Morgade
Leimán y Brea pasan rápido antes de llegar a uno de los sitios que me gustan del Camino.
Camino a Morgade
 Es el bar de Morgade, un pequeño establecimiento en el kilómetro 102 que siempre está lleno de gente. En Diciembre cuando pasé la última vez estaba cerrado, pero ahora hay que pedir turno para encargar algo. 
Camino a Morgade
Camino a Morgade
Me tomo una coca y una botella de agua en la parte de afuera tan ricamente. Lo que más me gusta de este bar es que está al borde de un talud en el que hay un árbol enorme y muy cerca tiene una precios fuente- abrevadero, que ahora está llena de peregrinos sentados en su poyete. Aprovecho para sellar y tras descansar un rato continúo Camino.
Bar de Morgade

De inmediato se entra, por sendas de tierra preciosas entre arboledas que dan sombra al ya recalentado camino, en el concello de Ferreiros, hay un bar en un alto y de inmediato ser baja una cuesta muy fuerte desde la que sde ve al fondo la preciosa iglesia de Ferreiros, que no está en Ferreiros, sino en Mirallos, porque la trasladaron allí en el siglo XVIII. Es una pequeña iglesia con cementerio incluido, en la que hoy hay una mesa en su exterior con una funcionaria que nos sella las credenciales.
Camino a Ferreiros

Ferreiros
Igkesia de Ferreiros
El siguiente hito es el mítico kilómetro cien. Desde aquí se cumple la distancia exacta para obtener la Compostela si llegas a Santiago andando. Es otro de los puntos más fotografiados del Camino, a pesar de que hace un par de años lo cambiaron de sitio y lo han puesto en uno mucho menos atractivo. Pero si esta es la distancia exacta, pues nada que decir. 
Kilómetro cien

Tres kilómetros ondulados más nos llevan hasta mi segundo punto favorito de esta etapa: el bar de Mercadoiro. Un delicioso bar-albergue con un jardín precioso con mesas en el que me tomo un aquarius y una coca cola para recuperar fuerzas. Es una parada larga, porque voy muy bien de hora y ya solo me quedan seis  kilómetros escasos hasta Portomarín.
Camino a Mercadoiro

Los siguientes kilómetros, hasta Vilachá son muy bonitos. Vamos por terreno despejado y desde cuatro kilómetros de distancia se puede ver ya Portomarín, más debajo de nuestra cota y en la que se puede distinguir perfectamente la iglesia de San Nicolas dominando el pueblo.
Portomarín

Tras Vilachá hay que tomar una decisión. Hay dos caminos para bajar a Portomarín; el fácil y el difícil. 
Camino a Vilkachá
Vilachá
Camino a Portomarín
Camino a Portomarín
Camino a Portomarín
Yo elijo el difícil, que ya hab´ñia hecho una vez y que es mas corto, pero tiene un tramo de unos doscientos metros que es criminal. Se baja por una estrechísima senda entre una pares y un talud, llena de piedras vivas en las que hay que tener mucho cuidado de no resbalerse, piues la pendiente es muy fuerte. Voy solo por este camino, pues todo el resto de la gente se ha ido por el fácil.
Camino a Portomarín

Camino a Portomarín
Finalmente el Camino desemboca en la carretera que da acceso al largo puente de entrada en Portomarín, pero llega por la parte alta, pasado el pueblo; mientras que el not¡rmal llega por el lado contrario. Hay un mirador con preciosas vistas del pueblo antes de llegar en el que tomo algunas fotos.
Puente de Portomarin (abajo el puente viejo)

Cruzo el puente. El nivel del pantano no es tan bajo como el que tenía en Diciembre, cuando se podían ver perfectamente las casas del antiguo pueblo, sumergido cuando en los años sesenta se construyó aquí el pantano de Belasar, que obligó a trasladar el pueblo a la zona más alta donde ahora está. En ese traslado se desmontó piedra a piedra la iglesia de San Nicolas para reconstruirla en su lugar actual (aún pueden verse hoy las numeraciones que en las piedras pusieron para saber como reconstruirlas) y la fachada de la iglesia de San Pedro. Ambas se instalaron en su ubicación actual y pueden verse hoy en día.
Portomarin

Tras el puente, largo y precioso, se sube la larga y pesada escalera que da acceso a Portomarín y que está coronada por una preciosa capilla de la Virgen y ya enfilo la calle principal de Portomarín para llegar finalmente a la Pousada , mi alojamiento de hoy.
Escaleras y Capilla de la Virgen


Puente de Portomarin desde la Capilla de la Virgen

Portomarin
Una buena habitación, amplia y confortable , me sirve para descansar, asearme y lavar la ropa antes de salir al pueblo y sentarme en una terraza en la zona porticada enfernte de la Iglesia de San Nicolás a comer unos mejillones y unos pimientos de Padrón con una buena cerveza mientras comienzo a escribir esta crónica.
Pousada de Portomarin

Y en esas estoy cuando levanto la vista y reconozco a una cara querida. Es mi antiguo maestro y compañero Fernando Cortiñas, argentino de pro y gallego de origen que me reconoce también de inmediato a pesar de la rala barba que me ha crecido en estos días de Camino.
Portomarin

Abrazos, sonrisas y sorpresa por ambas partes. Hace muchos años que no nos vemos y es una alegría encontrarle, y más aquí. Nos sentamos a comer juntos y pasamos toda la tarde charlando amigablemente, junto con su hijo, un chico majísimo  de Retamar y con la cabeza bien amueblada que está haciendo el Camino con él (que envidia, por cierto, a ver si se animan a hacer lo mismo los míos…). Es una tarde deliciosa, y más para un peregrino solitario como soy yo.
En el camino solo me encontrado dos veces con conocidos, y ambas han sido en Portomarín. Yo no creo mucho en las casualidades, sino en las causalidades. El Camino provee y hoy me ha dado esta alegría inesperada que hay que aprovechar.
Resulta que ayer durmieron en el mismo hotel que yo en Sarria y hoy dormimos también en el mismo en Portomarín. Ayer obviamente no nos vimos pues yo con todo el lio del tren llegué a las tantas y media. Pero hoy el Camino nos ha juntado. Y es una alegría.
Iglesia de San Nicolas

Ellos tienen previsto llegar a Santiago el Sábado, pero tienen el problema de que no tienen hotel en Pedrouzo para la última etapa. Hacemos un poco de investigación y conseguimos reservar en el Hotel O Pino, a un kilómetro de O Pedrouzo y que es en el que duermo yo cuando no hago la etapa doble de Arzua a Santiago.
Quedamos para cenar mañana en Palas y nos despedimos viendo la iglesia de San Nicolas . Ellos van a la farmacia y yo me vengo al hotel a terminar la crónica y cenar algo.
La tarde es excelente, con amigos, buen tiempo y una temperatura muy agradable.
Y ya me recojo a dormir. La etapa de mañana es sencilla y solo tiene la decisión del desvío a Vilar de Donas. No creo que lo haga, pero en todo caso decidiré sobre la marcha. Merece la pena, pero son cinco kilómetros extra….

































































































1 comentario:

  1. Tu visto la cantidad de peregrinos, has salido con ganas de estar en Portomarin, porque lo primero que has hecho ha sido subir las escaleras de Portomarin desde el malecón a la calle Mayor en Sarria.

    Cuídate el brazo y a ver si procuramos vernos pronto en alguna escapada a Madrid

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