martes, 31 de marzo de 2015

Dia 4 - Foncebadón-Ponferrada. 23 kilómetros maravillosos y 7 asquerosos.

Un día duro y precioso. Hemos cruzado los Montes de León, hemos recordado en la Cruz de Ferro a los que ya se han ido en un momento muy emocionante , hemos estado en el albergue de Tomás el Templario y hemos visto todo el Bierzo desde lo alto de los montes antes de bajar 1.000 metros en apenas 10 kilómetros. Un día muy completo que hemos completado recibiendo los dos solos la bendición del peregrino en la Basílica de la Virgen de la Encina y comprometiendonos a cambio a rezar en Santiago por todo  Ponferrada.
Ayer no pude colgar la crónica, ya que en Foncebadón no había ni rastro de cobertura. Lo intenté de todas las maneras posibles pero no hubo manera. Así que he colgado el texto en la primera parada que hemos hecho y después, al llegar al hotel en Ponferrada, he colgado las fotos. Disculpas por el retraso.
Nos hemos levantado a las siete tras dormir muy bien en este pueblo perdido en la montaña.. La idea era salir lo antes posible para ver las primeras luces del día mientras subíamos a Foncebadón. Y eso es lo que hemos hecho. Mientras Paloma desayunaba yo me he subido a la parte alta del pueblo a ver si conseguía cobertura, pero ni por esas. Ya me lo han dicho los del pueblo, aquí Vodafone poco, y movistar ni está ni se le espera...
Salimos, pues, con las primeras luces de un día que amanece completamente despejado y muy frío. Estamos a mil quinientos metros de altura y se nota. Toda la ropa de abrigo y guantes para empezar a andar junto a la gente que sale ahora de los albergues. Ya empiezan a sonar nos las caras de muchos de ellos y saludamos a algunos mientras subimos la calle pedregosa de Foncebadón. En cuanto abandonamos el pueblo comenzamos a subir de nuevo el monte que nos separa del primer y muy importante hito de la jornada: la Cruz de Ferro.
La vista hacie el valle de Astorga, por donde está saliendo el sol es espectacular. Una luz rojiza lo inunda todo y da un aspecto mágico a la ascensión.
Doblamos una curva ya en lo alto del monte y Foncebadón desaparece. Vamos ahora llaneando por la cima hasta que un poco más adelante comenzamos a ver recortándose contra el azul del cielo por encima de los altos árboles la Cruz de Ferro, en lo más alto de su mástil de ocho metros.
La Cruz se va haciendo aún más grande a medida que nos acercamos y pronto nos encontramos a sus pies en la amplia explanada donde está situada.
Es un lugar mágico y emocionante. La Cruz se eleva solitaria desde una enorme montaña de pequeñas piedras que primero los viajeros celtas, después los legionarios romanos y desde hace mil años los peregrinos han ido dejando aquí como símbolo de muy diversos sentimientos. A veces homenaje y tributo a dioses paganos, otras símbolo del deseo de regresar sano y salvo de un largo viaje, otras simbolo de penas o recuerdos que queremos dejar atrás,  recuerdo y homenaje a nuestros seres queridos perdidos otras o petición personal de esa piedra que dejamos sea la que en el día de nuestro juicio final decante la balanza a favor de nuestras buenas acciones.
Todo esto junto representa esta simple Cruz que se alza en este paraje aislado.
Rezamos en la base y luego sacamos las piedras que hemos acarreado estos días y que simboliza cada una de ellas a una persona muy querida por nosotros o por aquellos a los que queremos. Paloma deja las suyas a media ladera. Prefiere que no estén en un lugar donde puedan ser pisadas. Yo subo hasta lo más alto y las deposito una a una a los mismos pies de la cruz junto con una petición para la persona a la que representan. No me importa que pronto queden enterradas bajo las nuevas piedras que depositarán otros peregrinos. Creo que su verdadero destino no es estar en la superficie, sino ir enterrándose cada vez más y fundirse con las demás en una sola petición que se eleve hasta el cercano firmamento.
No hay muchos peregrinos a estas horas por lo que podemos dedicar al intenso momento el tiempo necesario.
Damos luego una vuelta por los alrededores, viendo la pequeña capilla que está junto a la cruz y a los peregrinos que uno a uno van subiendo a repetir lo que ya hemos hecho nosotros.
Pero esto es una peregrinación , así que pronto continuamos caminando. Dado que la Cruz de Ferro se alza en el punto más alto del Camino de Santiago toca ahora bajar. La bajada comienza suave por un cómodo andadero muy cuidado ( incluso tiene bancos) pegado a la carretera.
El paisaje ahora es de montes que se extienden hasta el horizonte. Estamos en el corazón de los montes y caminamos por su parte más alta. El andadero se convierte pronto en un sendero de tierra que en dos kilómetros nos deja en una carreterilla por la que enseguida llegamos a otrro punto importante del Camino, aunque este mucho más profano.
Se trata del refugio de Tomás el Templario, quizás el albergue más conocido y comentado de todo el Camino.
Es un albergue alternativo, muy apreciado por los personajes más peculiares del Camino. Se trata de una cabaña destartalada situada en una curva de la carretera en este abandonado pueblo de Manjarín, cuya población oficial es de un habitante. No tiene luz ni agua corriente. Una cabaña situada a unos metros hace las veces de letrinas y quien quiere dormir allí lo hace en el suelo. Pero ofrecen acogida y te o café a todos los que llegan.
A su entrada hay un muy fotografiado panel con las distancias que nos separan de los más variados lugares del mundo: Nueva York, París, Machu Pichu, Katmandú.. Y por supuesto Santiago.
A la puerta del albergue una sonriente pareja con pinta de misioneros mormones vestidos de monjes hindúes da la bienvenida a todo el mundo.
Dentro del albergue lo primero que ves es una mesa con café y te y un mostrador en el que venden de todo. Paloma lo revisa entero y compra una bonita cruz como colgante para el cuello.
En las paredes hay toda clase de carteles, entre los que destaca uno que relaciona las distintas partes del cuerpo humano con los versículos del padrenuestro. Como no he entendido nada de lo que decía le he sacado una foto y voy a estudiarlo con detenimiento en cuanto vuelva. Prometo contar los resultados.
Salimos del curioso lugar y continuamos Camino.
Ahora toca de nuevo subir para salvar la última altura que nos separa de la otra vertiente de los montes, la que mira al Bierzo.
Es una subida fuertecilla hasta llegar a una antena situada en lo más alto del monte.
A partir de ese punto vamos llaneando por lo más alto de la montaña por una carretera que va pegada a unos terrenos militares.
Poco a poco las cimas de los montes cercanos van desapareciendo y de repente todo el valle del Bierzo se extiende a nuestros pies. Es una de las vistas más impresionantes del Camino. El valle se extiende 1.000 metros por debajo de donde estamos. Se ve perfectamente Ponferrada, a donde tenemos que llegar hoy. Esparcidos por el valle se ven otros pueblos más pequeños  y campos cultivados por todos sitios. Al fondo cierran el valle los montes que dan entrada a Galicia y que tendremos que atravesar en un par de días. Contemplamos un rato esta vista y comenzamos el descenso.
Es una bajada preciosa, con unas vistas impresionantes y por senderos estrechos pegados a la escasa vegetación que se ve a esta altura.
Bajamos rápido. El día se ha caldeado y la ropa de abrigo ya sobra. Tras unos seis kilómetros de bajada fácil llegamos al primer pueblo de esta vertiente de las montañas. Es El Acebo, un pueblecito pequeño, muy cuidado y de casas de piedra y madera bajas en torno a una calle central por la que avanza el Camino. Parece  una estación de esquí de casas del mismo estilo, con balcxones de madera sobresaliendomde los muros de piedra y tejados inclinados de teja o pizarra. Precioso.
Como ya llevamos diez kilómetros de etapa decidomos parar en una estupenda terraza donde Paloma se atiza un pincho de tortilla de campeonato y yo un par de Cocas.
La terraza está llena y reconocemos a muchos de los peregrinos que paran aquí o que pasan por delante siguiendo Camino. Se está de miedo aquí. La temperatura es estupenda y dan ganas de quedarse. Pero tras un corto descanso, cogemos de nuevo las mochilas y continuamos. A la salida del pueblo vemos el bonito  monumento a Heinrich Krautze, un ciclista alemán que falleció bajando esta montaña. Es una bicicletas metálica y estilizada que parece despegar del suelo buscando las alturas. Sencillo y bonito.
Toca ahora bajar otros tres bonitos y cómodos kilómetros hasta el siguiente pueblo, que es Riego de Ambrós.
En la bajada piso mal en un borde de la carretera y con el peso de la mochila tropiezo y me caigo de bruces al suelo. Paloma, muy solidaria siempre y que esta vez si venía a mi lado, se parte solidariamente de risa. Yo me levanto como puedo sin mas daños que los de mi orgullo y un rasponazo en la rodilla y continuamos.
Riego de Ambrós es un pueblo quizá aún más bonito que El Acebo. El mismo tipo de edificaciones rurales muy bien cuidadas, pero más estructura de pueblo, con plaza y ermita incluidas. Lo vemos bien según pasamos antes de comenzar a su salida la parte más dura de la bajada.
Son seis kilómetros muy difíciles hasta llegar  a Molinaseca, que se encuentra ya en la falda del monte y que es la puerta de entrada al Bierzo.
Al comienzo de la bajada, en un tramo que es una estrecha torentera muy empinada llena de piedras suelta y en la que hay que bajar casi de lado, nos cruzamos con un ciclista que ha decidido bajar por aquí. El poner las está pasando canutas, pues aquí no hay quien maneje la bici ni siquiera bajándose de ella.
La torrentera termina en un sendero siempre descendente pero mucho más suave que nos lleva hasta una explanada donde hay cinco árboles (creo que Robles) que tienen un díametro gigantesco, aunque no son muy altos. Es un sitio precioso al pie de un arroyo que invita a pararse. Pero nosotros queremos llegar cuanto antes, así que continuamos. Los peregrinos que en la subida y la bajada hasta El Acebo eran frecuentes, ahora han desaparecidos y vamos solos por estos parajes.
Un último tramo de fuerte descenso entre piedras sueltas que hacen el caminar pesado, cansino y peligroso nos lleva ya hasta un punto donde vemos Molinaseca a  apenas medio kilómetro que hacemos rápidamente entrando en Molinaseca por una carretera, la misma por la que salimos de Astorga hace dos días y de la que ya hemos recorrido cincuenta kilómetros.
La llegada a Molinaseca es preciosa.'se entra por un puente medieval que salva un río con playa fluvial y chirinfuitos a sus orillas. Pasado el puente comienza el pueblo, del que destaca su imponente iglesia, que lo domina todo, y su espléndida calle Mayor, con el mismo tipo de edificaciones y el mismo cuidado y limpieza que ya hemos visto en El Acebo y Riego de Ambrós.
Son estos tres pueblos en la bajada al Bierzo auténticas joyas que merece la pena visitar.
Cruzamos la Calle Mayor de punta a punta y paramos en una terraza al pie de un crucero a descansar un pooco de la bajada y tomar algo.
La parte buena de la etapa ha acabado y ahora vienen siete kilómetros de tortura hasta llegar a Ponferrada.
Los primeros tres se hacen por una acera de la carretera, en continua y pesadísima subida. Es un tramo matador, de rectas larguísimas que parecen no acabar nunca. Paloma toma una buena decisión y se pone a leer su libro electrónico mientras anda con el piloto automático.
Tras esos tres kilómetros pesadísimos, la carretera continúa recta hacia Ponferrada, pero las autoridades de esto, quienes quiera que sean y a las que el diablo confunda, han pensado que a los peregrinos nos vendrán bien unos kilómetros más, así que han desviado el Camino por una especie de M-30 ponferradina que durante cuatro interminables kilómetros va rodeando toda la ciudad hasta entrar en ella justo por el lado contrario al que nos encontramos, o sea, por el casco antiguo.
Estos cuatro kilómetros son una tortura, pues aparte de tener algunos roboganes de consideración, vas viendo todo el rato la ciudad a tu derecha; a tiro de piedra pero inaccesible. Pasamos por delante de una pista de automodelismo, de una escuela de aeromodelismo y de un innumerables chalet antes de por fin llegar a un puente que da acceso a Ponferrada.... Que ahora vemos en un alto... Así que toca subir esos últimos cientos de metros por una calle destartalada que cruza por un túnel las vías del tren antes de torcer a la Calle Hospital que desemboca por fin a las puertas del impresionante castillo templario de Ponferrada.
Doscientos metros más y entramos pasando bajo la torre del reloj a la enorme y ecléctica plaza mayor de Ponferrada, donde está nuestro hotel, el Aroi Bierzo Plaza. Son las tres y media pasadas, así que hemos hecho siete horas y media de etapa.
La habitación está de lujo, con un balconcito a la plaza y todo lo que es menester.
Descansamos brevemente antes de salir de nuevo. Pero esta vez vamos a salir separados. Paloma quiere comprarse unas zaparilas nuevas, pues las que tiene ñle empiezan a molestar, así que se acerca a Decathlon. Yo quiero visitar el Castillo Templario, que las dos veces anteriores que estuve aquí encontré cerrado. Así que cada uno nos vamos por nuestro lado. Paloma se compra unas zapatillas perfectas para su cometido y yo veo con detalle el magnífico castillo, en el que lo que más destaca son las vistas que desde él se tienen de toda la ciudad y sobre todo la impresionante exposición permanente de facsimiles de libretos medievales, en la que me entre tengo fascinado casi una hora. Me alegra ver que entre todos ello uno de los más apreciados y a los que más espacio se dedica es al facsimil del Codex Calixtinus de Ediciones Kaideda del que yo tengo un ejemplar en casa.
Terminadas nuestras respectivas actividades nos juntamos de nuevo en la terraza del hotel. Tomamos algo y tras hacer unas compras para mañana cenamos en la terraza del restaurante del hotel, en plena plaza mayor. Una cena espléndida. Paloma toma un recuelto de morcilla y unos chipirones a la plancha con arroz y yo pimientosmasados con anchoas y ventresca y entrecot de buey. De postre tartas de queso y manzana. Un festín que nos merecemos, pues con la tontería de subir y bajar montañas hoy no habíamos comido nada salvo el pincho que Paloma tomó en El Aceboñ, y el hambre era por tanto importante.
Subimos a la habitación y vemos el final de la nueva derrota de España ante Holanda antes de que Paloma se duerma y yo escriba esta crónica que ahora finaliza.
Mañana toca una etapa corta y sencilla hasta Villafranca del Bierzo que contaré a su debido tiempo.
TRIVIAL DEL CAMINO.
Bueno, mi pregunta algo jocosa sobre mi lavadora peregrina era bastante fácil de encontrar. Bastaba bucear un poco en Google, como ha hecho Isabel, y descubrir que se trata de la SCRUBBA, de origen australiano.
Es una simple bolsa en la que metes la ropa, agua y detergente; la agitas durante un rato y juro que la ropas sale limpia. Mas limpia que lavándola a mano.
Estoy encantado con ella, pues odio lavar. Os dejo una foto para que la veáis.
Y ahora ya se han acabado las preguntas marujiles o familiares y volvemos al recio mundo de la peregrinación.
Y ya que estamos en Ponferrada volvemos con órdenes militares encargadas de la custodia del Camino.:
- ¿ Cual es la Orden militar más antigua (fundada precisamente en una importante ciudad del camino) de la que se tienen noticias, en que año se fundó y cuales son sus símbolos?.
- Y una mas local: ¿ Que leyenda une a los Caballeros de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del templo de Salomón con una encina?

5 comentarios:

  1. En primer lugar, muchas gracias al Peregrino por el emotivo gesto en la Cruz de Hierro.
    En cuanto a las preguntas, al consultar aparecen una Orden de la Encina que además se reivindica como la más antigua. Compiten también la Constantiniana, remontándose a Bizancio, y la del Santo Sepulcro.

    ResponderEliminar
  2. El peregrino con sus trivial consigue que la gente no duerme y pase la noche en vela buscando las respuestas!!

    ResponderEliminar
  3. Antonio lo tuyo es increíble, coloco la pregunta en google y lo primero que sale es tu blog!!! Según la ayuda recibida por los que saben dicen que la leyenda cuenta la aventura de un caballero templario de Ponferrada que participó en la batalla de Alarcos, en la que Alfonso VIII fue derrotado por los musulmanes. Tal caballero, portador de un estandarte con la vera Cruz traído de Jerusalén, cayo en el fragor de la batalla perdiendo la preciada reliquia. De vuelta, cabizbajo, a Ponferrada, se le apareció en un encinar una lama luminosa exculpándolo y alabando su valor en la batalla, que le pidió que volviera al día siguiente con sus compañeros del castillo.De vuelta al día siguiente los caballeros al bosque, identifico el guerrero la encina del día anterior y, al no hallar nada destacable, golpeo el árbol con un hacha, apareciendo en su interior la imagen morena de Nuestra Señora con el niño en un brazo y la Vera Cruz perdida en la batalla en el otro. Muchos besos chicos y que sigan disfrutando de vuestro camino!!!

    ResponderEliminar
  4. Hoy no he tenido ni que pensar, de acuerdo con todo lo anterior, ten cuidado con las caídas, hoy tenéis un día de descanso entre viñedos. Un abrazo y un beso de Rosa

    ResponderEliminar
  5. Isabel Anasagasti1 de abril de 2015, 17:35

    La orden militar mas antigua creo que la de la Terraza (tambien conocida como orden de la jarra o de las azucenas). Fue fundada por el rey don Garcia de Najera (esta es la poblacion donde surgio) a mediados del s. XI. Cuenta la tradicion que el rey la instituyo al encontrar en una cueva, en un lance de caza, una imagen de la Virgen con una jarra de azucenas. Esto dio lugar a la fundacion del monasterio de Santa Maria la Real de Najera. En cuanto a la otra pregunta nada que decir despues de la explicacion de Cristina. ¡Gracias por esa cronica tan bonita y emocionante!!!.

    ResponderEliminar