miércoles, 1 de abril de 2015

Dia 5- Ponferrada- Villafranca del Bierzo. 25 tediosos kilómetros de pueblo en puieblo.

Hoy hemos tenido una etapa de transición, o sea, más bien aburrida y con el único aliciente importante de que termina en el precioso pueblo de Villafranca del Bierzo, ya a los pies de las montañas que unen León con Galicia.
Etapa que ha sido corta en tiempo, ya que el terreno permitía ir deprisa. Como además apenas había sitios interesantes a lo largo de la ruta, pues la hemos hecho bastante deprisa.
Día además de mucho calor que se ha notado sobre todo al final de la etapa, justo cuando ya afrontábamos las últimas cuestas para llegar a Villafranca.
Ya hemos cubierto más de cien kilómetros en esta peregrinación, así que estamos ya en la cuesta abajo. Las piernas ya están a tono y los kilómetros pasan sin problemas físicos. Es ahora cuando puede uno dejar de pensar en el músculo dolorido y comenzar a concentrarse en otras cosas. Pero es difícil, el Camino impone su ritmo, y es complicado alejar la mente de lo que queda hasta el próximo pueblo, de como será la próxima cuesta o de en que bar vamos a parar para descansar y refrescarnos. Al final te das cuenta de que mientras andas tus pensamientos principales están relacionados con la ruta. El poso profundo del Camino va llegando solo, de manera inconsciente y lo digieres mejor cuando vuelves.
Hoy el poso tiene que ser en forma de resignación, constancia  y paciencia, pues la ruta ha sido en casi toda su longitud tediosa y poco agradecida. Pero todas las etapas hay que andarlas; tanto las buenas como las menos buenas.
Como de costumbre hemos amanecido a las siete en punto y tras desayunar en el hotel, estábamos en ruta pasadas las ocho.
La salida de Ponferrada es larga y pesadísima.
Nada más salir del hotel bajamos una largas escaleras que separan el casco histórico de la parte más nueva de la ciudad y comenzamos a avanzar junto a otros peregrinos que salen a la misma hora por largas avenidas que nos llevan en dirección errónea, pues nos dirigen al norte, en vez de al oeste.
Y es que al igual que pasó a la llegada, para salir de Ponferrada hay que dar un rodeo. Parece que esta ciudad no quiere ver a los peregrinos y les obliga a dar rodeos para que estén el menor tiempo posible en sus calles.
La ventaja es que por las anchas avenidas periféricas se anda deprisa, y en poco tiempo llegamos a una carreterilla que nos lleva hasta el primer pueblo de la jornada, Compostilla. Este no es más que un barrio de Ponferrada creado para hacer viviendas para los trabajadores de la Central Térmica cercana, que se ve desde las montañas y tiene un aspecto de central nuclear que asusta. Tiene la gracia de que a su entrada el Camino pasa prácticamente por el patio interior de una de las casas de pisos, para lo que han dejado abierto un paso en la planta baja del edificio por el que cruzamos los peregrinos.
Salimos de Compostila tras pasar una pequeña ermita con una pintura mural exterior y un crucero y avanzamos un gatillo mas por un camino de tierra hasta con cruzar la A-6 por un paso subterráneo y llegar casi sin darbos cuenta al siguiente pueblo, que es Columbrianos.
Todo el nrato vamos viendo Ponferrada a nuestra izquierda, y es que estamos rodeándola en vez de salir de ella rectos como debiera ser. Destaca un enorme edificio negro, mucho más alto que todos los demás de la ciudad. Desde las montañas ayer era lo que más se veía. Parecía el monolito de 2.001 plantado en medio de la ciudad. Ahora que estamos más cerca vemos que tiene una estructura curiosa. Parece que el arquitecto ha querido hacer un alarde de diseño y ha desplazado de su eje horizontal la mitad del edificio, con lo que parece que son dos piezas de legó mal encajadas por un niño gigante torpe.
Al llegar a Columbrianos ya llevamos cuatro kilómetros de etapa. Comenzamos a ver las peladas viñas bajas que nos van a acompañar toda la jornada. Y es que la comarca de El Bierzo tiene unas excelentes condiciones para el cultivo de la uva, ya que al ser una amplia llanura rodeada de montañas, tiene un microclima muy favorable. O sea, que empieza a hacer un calor del carajo.  Fuera ropa de abrigo y así cruzamos más cómodos el pequeño pueblo, saliendo de él cerca de una pequeña ermita dedicada a San Blas y San Roque.
De nuevo una larga y caldeada carretera nos comienza a acercar al siguiente pueblo, Fuentes Nuevas. El Camino avanza entre chalets, algunos de los cuales lucen motivos jacobeos que se agradecen. Entre chalet y chalet hay parcelas cultivadas. La carretera es bastante transitada, por lo que hay que ir con cuidado y muy atento al tráfico. Tres kilómetros más por esta carreterilla nos hacen entrar en Fuentes Nuevas, donde nos recibe un bonito crucero con las figuras de Santiago peregrino y Cristo crucificado. Poco más tiene este pequeño pueblo, salvo un bar donde muchos peregrinos descansan. Hay algunos que descansan en todos los bares del Camino, por lo visto. Nosotros preferimos continuar un poco, pues llevamos buen ritmo y solo siete kilómetros recorridos.
Para variar, a la salida de Fuentes Nuevas tomamos la misma carreterilla que traíamos y avanzamos por ella otros cuatro largos kilómetros hasta llegar a Camponaraya.
Los pueblos de esta zona no tienen nada de especial. Arquitectura moderna, que de vez en cuando se anima con alguna casa más antigua en piedra o con algún bonito balcón de madera, que a veces han pegado a una casa moderna, con lo que el aspecto es de pastiche horrible.
Camponaraya solo tienen una novedad respecto a los pueblos anteriores, y es que es más largo que un día sin pan. Mide kilómetro y medio de lado a lado y todo se hace por una larga calle por la que pasa una carretera. Avanzamos por esta calle hasta parar un momento en la moderna iglesia de San Ildefonso, donde sellamos las credenciales con un sello que han puesto en plan autoservicio en una mesa a la puerta de la iglesia.
Un poco más adelante, casi al final de este infinito pueblo, cruzamos el río en una plazoleta donde hay buena curiosa torre exenta de ladrillo y allí mismo hacemos nuestra primera parada, con ya once kilómetros a cuestas, en un bar que tiene una agradable terracita.
Yo soy un tío de costumbres. En este mismo bar paré hace tres años cuando pasé por aquí. Siguen teniendo en las paredes los mismos posters de la selección española triunfante en el mundial, en la Eurocopa y en lo que se terciase. O sea, que ahora parece un museo de viejas glorias...
Ya descansados, terminamos de cruzar Camponaraya y salimos por una cuesta que lleva a una pasarela que cruza de nuevo la A-6.
Comienza ahora uno de los tramos más agradables de la jornada, el que en seis kilómetros nos lleva hasta Cacabelos.
Estamos en la Hoya del Bierzo, la zona de mayor producción vinícola. Avanzamos ahora, ya alejados de la carretera,por un agradable sendero de tierra entre campos de viñedos y ocasionales bosques de chopos donde un arroyo cruza los campos. Son unas vistas preciosas y relajantes tras tanto asfalto. El caminar se hace ahora fácil y agradable. Vamos varios grupos de peregrinos en la ruta. El nuestro en concreto ocupa unos doscientos metros de sendero. O sea, que Paloma va por delante a toda máquina y yo doscientos metros más atrás. He mejorado mucho. Hace un par de años me hubiese sacado en este tramo al menos medio kilómetro...
Hay bastantes agricultores trabajando los campos y vemos también a un personaje alternativo, o sea un tanto hipie, que ha puesto un tenderete donde vende artesanía. Está en un sitio precioso al borde de uin río y al pie de una chopera.
Ya cerca de Cacabelos vemos que por una pista lateral se acerca a nosotros un grupo de seis personas con pinta de peregrinos ( mediana edad, mochila a la espalda y toda la ropa de decathlon...). No sabemos de donde vienen, pues el sendero que traen viene convergiendo con el nuestro desde una dirección incorrecta.
Pronto se aclara el misterio. Cuando nos juntamos uno de ellos me pregunta si hemos seguido el Camino y me cuenta que ellos se han desviado unos kilómetros atrás al equivocarse en una desviación que había en el sendero y que nadie más a parecido ver. Total que me dice que se han hecho cuatro kilómetros de más. Muchos me parecen, pero cuando estás perdido todo parece más duro de lo que es en realidad.
Entramos juntos en Cacabelos. Me cuentan que son de Gerona y que van a hacer exactamente el mismo plan que nosotros. Empezaron en León y van hasta Sarria.
La conversación dura poco porque se quedan en el primer bar que encuentran a recuperarse del sofocón del extravío.
Paloma y yo continuamos atravesando Cacabelos. Este si es un pueblo más bonito que los anteriores. Entramos en una iglesia situada en una calle de casas antiguas de piedra, con balcones forjados y blasones en las paredes. Dentro están preparando todas las imágenes para la procesión de la tarde. Hay incluso seis pasos en tamaño diminuto preparados para la procesión infantil. Vemos despacio todos los pasos y salimos de Cacabelos cruzando un puente de piedra sobre el río Cua.
A sus pies hay un bonito molino de agua y un Santuario, el de la Quinta Angustia, que encontramos cerrado.
Viene ahora una parte muy dura de la etapa, porque el tramo de dos kilómetros que enlaza Cacabelos con Pieros es una fuerte cuesta por el arcén de una carretera de mucho tráfico. Hemos pensado parar a comer nuestros bocatas en un bar que yo recuerdo que había casi al final de la cuesta.
En mi opinión siempre es mejor parar despues de subir las cuestas fuertes, y no antes, pues despues de una parada de descanso,la arrancada es siempre muy dura.
Así que atacamos con ganas la cuesta. Paloma usa su táctica de ir leyendo en el kindle. El Camino no lo verá, pero culta va a volver mas culta que nadie...
Con paciencia y esfuerzo vamos dejando Cacabelos a nuestros pies y pasamos el cartel que marca la entrada en Pieros. Solo el cartel, porque el pueblo en si lo dejamos sin pisarlo a nuestra derecha.
Llegamos así al bar en el que pensamos parar... Y esta cerrado, pero cerrado definitivamente. Cosas de la crisis. Pero por lo menos han dejado abierto el acceso a un jardín citó que tienen con mesas rústicas hechas con pallets, con lo cual nos sentamos allí y comemos las provisiones que compramos ayer en Ponferrada.
Estas comidas de picnic en medio de la jornada son todo un festín. Todo sabe a gloria y se disfruta un montón. Descansamos un poco y atacamos el ya cercano final de la cuesta.
Justo en la cima surge una desviación del Camino que se ha puesto de moda en los últimos años. El tramo que nos quedan hasta Villa franca es de cinco kilómetros, de los que la mitad se hacen por carretera. El desvío te evita ese tramo de carretera, pero a cambio de hacer dos kilómetros más. Nosotros elegimos el Camino tradicional y corto, y elegimos mal.
Los dos kilómetros de carretera son completamente estresantes. Vamos por el arcén en una carretera de bastante tráfico rápido. Hay tramos en que el arcenes inexistente y los coches te pasan casi rozando con un peligro evidente. Solo queda apretar el paso y pasar este trozo, que además es de toboganes arriba y abajo, lo antes posible. Eso si, las vistas son preciosas. Ya estamos a los pies de los montes y se ven todas las laderas de los montículos llenas de vides. Aquí y allá hay poblaciones colgadas de los montes, que no son agrestes, sino suaves y redondeados. Montañas viejas de galicia que Atravesaremos mañana. Todo es del color verde de los prados o negruzco y pardo de los campos de uva. Muy bonito.
Llegamos así al final del tramo de carretera que dejamos cogiendo un camino de tierra por la derecha.
Ya se ha acabado lo malo de la jornada y sólo nos quedan menos de tres kilómetros de fuertes subidas y alguna bajadilla hasta Villafranca del Bierzo.
Nada mas tomar el nuevo sendero, pasamos un estudio de escultura de un artista llamado Nogueira, quedebe ser famoso en la zona, pues luego veremos alguna escultura suya en las calles de Villa franca. Hace esculturas enormes, en piedra, algunas clásicas y otras modernas, abstractas e incomprensibles.
Tras el estudio viene una fuerte cuesta entre campos de vides y así, alternando subidas exigentes con algunos tramos en llano o en ligera bajada, llegamos por fin a Villafranca.
Este es un pueblo colgado de la montaña al que el Camino entra por su parte mas alta. Así que las vistas al entrar son magníficas.
Lo primero que encuentras al llegar es la preciosa iglesia románica de Santiago. Es una iglesia sencilla pero con esa belleza desnuda  que tienen las iglesias más antiguas. Es además un templo importantísimo en el Camino, ya que es el único que tenía el privilegio de conceder la indulgencia plenaria a aquellos peregrinos que llegando aquí no pudiesen continuar Camino hasta Santiago por razón de enfermedad. Para ello tenían que entrar por la Puerta del Perdón, que da al mismo Camino.
Pasada la iglesia está otro punto importante del Camino, este profano. Es el albergue Ave Fénix, de Jesús Arias Jato. Un albergue quemado y reconstruido dos veces (de hay su nombre) y que mantiene a rajatabla unas normas de austeridad que atraen a muchos.
Y muy cerca de ambos está nuestro hostal, llamado La Puerta del Perdón. Es un establecimiento muy cuidado de solo cinco habitaciones muy agradable. Los dueños son encantadores y estamos disfrutando mucho con la estancia. Y el restaurante, del que hablaremos luego, es un descubrimiento. Luis y Rosa, que son quienes nos recomendaron el sitio han acertado de pleno. Esto es para repetir, como parece que hacen la mayoría de los que vienen por aquí, que son todos conocidos de la casa.
Nos instalamos y descansamos. Hemos llegado a las dos y media, o sea que tenemos una larga tarde para recuperar.
A las cinco salimos a dar una vuelta por el precioso pueblo de Villafranca del Bierzo.  Visitamos la Colegiata de Santa Maria y la Iglesia de San Francisco, aunque esta apenas podemos verla, pues un señor nos dice que van a vestir a la Virgen  para la procesión y que tenemos que salir.
Así que nos sentamos en la terraza de un bar a disfrutar de la tarde (el termómetro de la calle marca veintiocho grados).
A las ocho bajamos a cenar en el mismo hostal. Tiene un restaurante que merece la pena. Nada de menú del peregrino. Sólo seis mesas y cocina de cálidad a un precio muy bueno. A las cuatro de la tarde he bajado de la habitación y el restaurante estaba repleto. Buena señal.
Y cenamos de miedo. Compartimos de primero un foie casero con una salsa de Pedro Ximénez espectacular y luego Paloma toma canelones de berenjena con salsa de marisco y yo un tataki de atún rojo buenísimo. De postre un hojaldre casereo con crema para Paloma y queso cura donde oveja con aceite para mi. Rematamos con un poleo especial, aromático e intenso. Una delicia.
Para rematar nos pasa por delante de la ventana del restaurante la procesión del día, que ha salido desde la cercana iglesia de Santiago y que vemos cómodamente sentados en nuestra mesa del restaurante.
Y ya a dormir. Mañana tenemos una de las etapas reina del Camino, la llegada a Galicia y a O Cebreiro. Espero tener cobertura para contarlo.
TRIVIAL DEL CAMINO.
Impresionantes las respuestas a las preguntas  de ayer sobre la Orden de la Terraza de Nájera y sobre el descubrimiento de la Virgen de la Encina por el caballero templario en Ponferrada. Da gusto como hacéis los deberes y lo mucho que aprendeis.
Lo que no se es como con todo esto, no os poneis a hacer el Camino lo antes posible.Ya veis que merece la pena.
Para hoy una fácil e histórica.
- ¿Porque la Catedral de Santiago estuvo sin Campanas unos (bastantes) años?. ¿Y donde estaban?
Y otra local:
- ¿Quien habita el magnifico Castillo de Villafranca del Bierzo?
Buenas noches, parroquia.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. El comentario anterior Lo he eliminado porque estaba escrito fatal.

    Nos alegramos que os haya gustado, mañana una etapa larga con un duro pero precioso final.

    Trivial:
    Las campañas de Santiago Almanzor se llevo (o mejor dicho hizo llevar a los prisioneros cristianos) a la Mezquita de Cordiba como lámparas.
    El castillo no se si está habitado por el, pero uno de lus dueños es Cristóbal Haffter

    ResponderEliminar
  3. Que tal anduvo Paloma con sus zapatillas nuevas? El Cardenal dice que se apunta para hacer la parte gastronómica del camino!! Respondiendo a la segunda pregunta, Cristóbal Haffer vive con su esposa la pianista María manuela Caro y Carvajal, cuya familia habita desde la construcción del castillo en el siglo XVI. Besos y nos alegramos que estén disfrutando de este camino!

    ResponderEliminar
  4. Isabel Anasagasti2 de abril de 2015, 15:45

    Como esta todo dicho solo añadir que las campanas las recupero Fernando III el santo cuando conquisto Cordoba en 1236. Dicen que las hizo llevar a Santiago por prisioneros
    musulmanes. ¡Seguimos disfrutando los tres con vuestras cronicas.!!!

    ResponderEliminar
  5. Isabel Anasagasti2 de abril de 2015, 16:25

    ¡Es increible como Antonio hace de una etapa de transicion y aburrida una cronica entretenidisima que te engancha hasta el final.!

    ResponderEliminar