sábado, 4 de abril de 2015

Dia 8 - Triacastela - Sarria. 28 kilómetros por la ribera del rio.

Último día de peregrinación. Y para variar, un día nuevo para mi. Hemos hecho esta etapa por la variante de Salmos, que yo no conocía aún y que me ha gustado mucho.
La verdad es que las dos alternativas que hay para llegar a Sarria desde Triacastela son igual de recomendables. La de san Xil, que hice ya hace tres años, es seis kilómetros mas corta y va por un hermoso monte, con paseos por bosques frondosos y unos senderos preciosos.
La de Samos, que hemos hecho hoy, es un paseo delicioso pegados al río Oribio, con vistas magníficas, pueblecitos diminutos y algo mas suave de orografía. Además tiene el aliciente de ver el impresionante monasterio de Samos, una joya en medio de los montes gallegos que merece la pena visitar por si solo con mucho más tiempo que el que hemos tenido hoy.
Ambas están perfectamente señalizadas, aunque la oficial es la de San Xil, que es la que toma la mayoría de la gente. A nosotros nos apetecía más hacer la de Samos ya que yo no la conocía y seis kilómetros más o menos no son gran diferencia dado que es el último día.
Así que, tras levantarnos a las siete como todos los días, desayunamos en el mismo restaurante que cenamos anoche.Una buena tostada con aceite y sal en un local repleto de peregrinos listos también para ponerse en marcha.
A las ocho y diez partimos atravesando Triacastela de punta a punta. Al final del pueblo un mojón jacobeo señala las dos opciones, a la derecha hacia San Xil y a la izquierda hacia Samos. Tomamos a la izquierda y cruzamos el río por un pequeño puente que da acceso a un andadero que sigue el trazado de la carretera que ya trajimos ayer desde casi O Cebreiro.
Salimos subiendo, pero pronto nos acercamos al borde del río Toribio o Sarria, que por ambos nombres se le conoce.
Nada más salir me doy cuenta de que sólo me he puesto los calcetines finos y me he olvidado los de senderismo. Así que tengo que parar y corregir el error. La técnica del doble calcetín para evitar las ampollas no lo funciona a todo el mundo, pero a nosotros si. De todos modos creo que lo mejor para evitar las ampollas es el untar bien los pies de vaselina antes de empezar a andar. Es lo que mejor evita la fricción que provoca las ampollas.
En tres breves kilómetros légamos al primer pueblo de la jornadas, que es San Cristovo do Real. Es un pueblo pequeño de casas rústicas y pegado a la orilla del río, que aquí corre caudaloso y fuerte formando una pequeña cascada antes de pasar por un bonito puente que cruzamos dejando a nuestra espalda su pequeña iglesia. El pueblo tiene un pequeño albergue de la Cuenta, que luego nos contarán unos chicos que nos encontramos en Samos que está muy bien. Ellos han dormido allí y dicen que es una casona restaurada y muy bien dotada, pero en la que solo han dormido cuatro personas, pues casi todo el mundo se hospeda en Triacastela.
Desde San Cristovo la senda sigue pegada a la margen derecha del río hasta alcanzar en dos kilómetros más Renche, otro pequeño pueblo del que como de San Cristo o, ya existen noticias documentales desde el siglo XII.
Tiene una iglesia preciosa con su cementerio adosado que dejamos atrás en una pequeña subidita que nos hace llegar hasta la carreterra. Inmediatamente volvemos a tomar un sendero que en subida nos lleva hasta Lastres, un pequeño pueblo donde lo más curioso es que, con perdón, está prohibido cagar. Como suena. Por todo el pueblo hay unos curiosos pictogramas que indican de manera inequívoca la prohibición. Hay dos modelos de carteles, uno muestra a un individuo en la típica posición con unos puntitos negros saliendo del sitio exacto.
El otro es mejor, ya que muestra a un personaje parecido, pero moviendo los brazos. Así que algún cachondo ha escrito en ingles en el cartel: "Prohibido cagar y bailar al mismo tiempo". Nos hace mucha gracia y Paloma le manda una foto a To, que es el más escatológico de la familia y al que seguro que le va a encantar.
Salimos de la curiosa aldea subiendo. Ahora nos alejamos un poco del río y durante unos kilómetros vamos subiendo y bajando pequeñas lomas por senderos entre árboles y abundante vegetación. Poca gente en el sendero. Tan solo adelantamos a un grupo de cuatro chicas valencianas jóvenes que no paran de hablar. Van animadísimas y a buen ritmo, así que un poco más adelante, aprovechando que nos paramos a hacer algunas fotos, nos vuelven a adelantar. Nos las volveremos a encontrar varias veces e iremos viendo como van cambiando el ritmo y el ánimo....
Por este terreno de toboganes pasamos las parroquias de Freituxe y San Martiño de Realcón. Esta última tiene una bonita iglesia románica como las que vimos abundantemente en la etapa de ayer. Todas estas parroquias no son mas que cuatro o cinco casas agrupadas en medio del monte de manera que estén lo más cerca posible de los campos o pastos de sus moradores. Tenían su sentido en otros tiempos, ya que lo agreste del terreno hacía los desplazamientos difíciles, pero hoy en día el mautomovbil ha desterrado esta necesidad de cercanía, y todas ellas se encuentran prácticamente deshabitadas.
Desde San Martiño subimos un duro tramo tras cruzar de nuevo el río y pasamos una carretera por debajo, llegando a una cima donde un cartel indica que ya estamos tan solo a quinientos metros de Samos. Paloma me está esperando en el cartel y cuando llego arranca... en la dirección equivocada. Le indico su error y me dice que las valencianas que vimos antes se han marchado hace un par de minutos por el camino erróneo. Tarde para avisarlas. El sitio no está claramente indicado, pero hay una flecha que indica a un sendero descendente que es el que hay que tomar. Lo cogemos esperando que las valencianas no senequiviquen demasiado. Debían venir con el piloto automático puesto después de la subida y no han visto la flecha. Es muy normal. Por eso, cuando uno lega a un cruce lo primero que te tiene que salir automáticamente es buscar la señalización, que siempre está, aunque a veces hay que buscarla.
El sendero hacia Samos es en fuerte cuesta abajo. En una curva aparece de repente en el valle a nuestros pies el pueblo de Samos, que queda absolutamente empequeñecido por la inmensa mole del Monasterio, que desde esta altura se aprecia en toda su magnitud. Es absolutamente desproporcionado para el estrecho valle en que está enclavado. Tiene un aspecto imponente, de fortaleza enclavada al borde del río. Se ven dos enormes patios interiores y un montón de estancias, edificios y alas distintas. No me quiero imaginar cuantos monjes debía haber aquí en sus tiempos de esplendor, y no quiero saber los pocos que quedarán ahora.
Bajamos hasta el pueblo y nos acercamos al monasterio. Le damos una vuelta completa al monasterio por el exterior. La parte que da al río es preciosa, con jardines exteriores bien cuidados y varios puentes que salvan el río.
La fachada principal de la basílica, con una enorme escalinata doble es preciosa y se eleva a una altura impresionante.
No vemos el interior del monasterio ya que solo puede hacerse con visitas guiadas. La próxima es dentro de media hora y su duración es de una hora. No queremos parar tanto tiempo, así que dejamos la visita al interior del monasterio para una ocasión en que estemos más de turismo y menos de peregrinación. El día además es muy caluroso, con lo que preferimos andar ahora y llegar lo antes posible.
Salimos de Samos por una carretera pegada al río, con las mismas magníficas vistas que hemos traído hasta ahora. Antes de salir vemos una precioso grupo escultórico dedicado a los peregrinos que representa en tamaño natural a Santiago, un peregrino antiguo  y un señor con gorra que coge agua de una fuente. La verdad, no se que pinta el señor con gorra, pero está bien hecho y no desentona.
Seguimos un par de kilómetros pegados a la carretera hasta que nada más pasar un pueblin llamado Teiguín, tenemos que elegir entre seguir por la carretera o tomar lo que mi guía describe como "una senda más peregrina". Obviamente elegimos esta ultima.
Justo cuando llegamos a ella, Paloma, que como siempre va delante mío, alcanza a las valencianas que habíamos perdido antes de Samos. Ya no van a tan buen ritmo, pero aún le dan. Le cuentan que no se han perdido demasiado. En cuanto han dejado el Camino se han dado cuenta de que ya no venía nadie detrás de ellas y han vuelto, descubriendo su error. Nos han vuelto a adelantar mientras nosotros veíamos el monasterio de Samos. No saben ahora por donde ir, así que Paloma les explica las dos sendas y deciden venir también por la "senda más peregrina".
Así que enfilamos la senda. Comenzamos a subir, y a subir, y a subir. Santiago maldiga al que hizo la guía. Lo de "mas peregrina" significa que te va a subir y a bajar por todos los montes de la zona.
Bueno, esto es una exageración. La primera subida, que nos aleja de la carretera es muy fuerte y dura cerca de un kilómetro, pero después la ruta es una preciosidad. Va rodó el rato por pequeñas carreterillas rurales o senderos de tierra saltando de aldea en aldea y atravesando valles más boscosos o más despejados, a veces pegados al río y a veces alejándonos de él. Subidas y bajadas suaves se van sucediendo una tras otra y el tramo resulta de lo más ameno y variado.
Pasamos así las aldeas de Pontenova, Pascais (donde hay una preciosa iglesia y una magnífica casa rectoral que da idea del significadi de la expresión "vivir como un cura" ),  Gorolfe y Vega de Reiriz. Aquí vamos por un bonito bosque y atravesamos el río por un impresionante puente en un paraje precioso.
Después el paisaje se abre más y avanzamos mas por prados que por bosques, superando el pueblo de Sivil. Justo allí alcanzamos otra vez a las valencianas. Ahora ya ni hablan. Van muy despacio, y más despacio se ponen cuando Paloma les dice que aún nos quedan seis kilómetros, y no los dos que ellas pensaban. Quedan dos hasta empalmar con la ruta que viene desde Triacastela por San Xil, pero desde allí quedan otros cuatro hasta Sarriaa, que es donde termina la etapa.
Desde Sivil el Camino inicia una fuerte subida antes de bajar a la siguiente aldea, que lleva el curioso nombre de Perros. Tiene una capilla preciosa que se puede ver desde la puerta cerrada por una reja. Estas pequeñas capillitas diminutas eran muy habituales en Asturias, en el Camino Primitivo y el del Norte. Aquí en Galicia no he visto tantas.
Una última y breve subida desde Perros nos lleva hasta Aiguada, que es donde empalmamos con el camino que viene de Triacastelapor San Xil. Justo en donde ambos empalman hay un bar pequeñito, de pueblo donde nos metemos sin dudarlo. Llevamos ya veinticuatro kilómetros según el GPS, y aún no habíamos parado. En  Samos era demasiado pronto, y después no hemos encontrado un sol bar en todas las aldeillas por las que hemos pasado.
Así que descansamos allí un buen rato y aprovechamos para tomarnos un excelente bocadillo de tortilla francesa que nos hace la dueña con huevos "de casa" como ella dice y un pan esponjoso que quita el sentido. Me recuerda a las tortillas que tomamos en Bueu en verano. Estos huevos gallegos quedeben ser de animales distintos de los que tenemos en Madrid, porque son absolutamente deliciosos.
Algo más de cuatro kilómetros nos quedan cuando reiniciamos la marcha. Ahora ya las dos rutas se han unido y volvemos a recuperar los mojones jacobeos que marcan la distancia a Santiago. Vamos ya a ritmo rápido de final de etapa, deseando terminar cuanto antes. Pasamos así el pueblo de San Mamede y un poco más adelante nos pasa un grupo de peregrinos a caballo. Son los primeros que vemos en esta peregrinación, aunque ayer en Triacasstela había una especie de convención de caballistas y todo el pueblo estaba lleno de los típicos remolques de caballos,. Debían estar haciendo una ruta por allí, pues a eso de las siete volvieron y vimos pasar a unos veinte o así. Hoy estaban todos los caballos en un prado en el pueblo cuando hemos salido.
A nosotros nos pasan los caballos y nosotros pasamos, de nuevo, a las valencianas. Ahora si van derrotadas, apenas pueden andar y no musitan ni palabra. Ya no tienen noción ni de la distancia y creen ahora que les quedan cuatro kilómetros cuando en realidad solo quedan dos cuando yo las paso.
Desde un alto vemos ya Sarria muy cerca y no tardamos en llegar a sus primeras casas. El trayecto hasta el hotel Oca Villa de Sarria es corto, a pesar de que Sarria es una ciudad grande. Está situado cerca del río y al lado del paso del Camino por la ciudad.
Subimos a la habitación a las dos y media. Hemos hecho una buena media de etapa y cubierto los más de veintiocho kilómetros que dice el GPS en alfo mas de seis horas.
Descansamos largo rato en la habitación. La peregrinación familiar de este año ha acabado y mañana volvemos a casa. Quedan ganas de seguir hasta Santiago, pero no es posible. El curro nos llama...
A las cinco salimos a dar una vuelta por Sarria. Vamos por la Calle Real, que es por la que sigue el Camino para salir de Sarria. Es una calle en fuerte cuesta. Tanto que, para acceder a ella desde donde está nuestro hotel hay que subir un tramo de mas de cincuenta escalones. Al terminar los mismos nos encontramos a las valencianas, que al final han llegado y ahora están encantadas tomando el sol en una terraza.
Toda la calle está llena de albergues y de restaurantes para los peregrinos. Y es que Sarria es, con mucha diferencia sobre el siguiente, el punto desde donde más gente empieza el Camino de Santiago.
Ello se debe a que es la ciudad mas cercana al punto mágico de los cien kilómetros hasta Santiago, que es la distancia mínima que hay que hacer para tener derecho a la Compostela. Así que desde aquí parten hacia Santiago masas de peregrinos.
Vemos a una familia entera probándose sus botas nuevas, recién comparadas para empezar mañana. Espero que no les causen demasiadas ampollas.
El paseo es corto y terminamos sentándonos a tomar algo en una terraza en el paseo del Malecón, un precioso paseo al borde del río que ahora está bastante desangelado pues está en obras de reparación.
Cuando empieza a refrescar subimos a la habitación del hotel, que está calentita y muy cerca y descansamos hasta que a las ocho y media bajamos a cenar a un restaurante en el mismo Malecón.
Tomamos menú del peregrino: ensalada de tomate con queso del Cebreiro para los dos y luego Lubina para Paloma y Merluza para mi. De postre tomo una de las mejores tartas de queso que he tomado nunca. Me ha convencido el camarero al decirme que cada vez que la hace el cocinero no dura nada, porque se la comen ellos. Deliciosa.
Y ya nos vamos a dormir. Mañana no hay despertador a las siete. No hay etapa y no hay kilómetros que hacer. La peregrinación ha acabado. Solo nos queda tomar el tren a las once y volver a casa, a la vida de todos los dias, que tampoco es mala vida.
Un Camino en familia más. Espero que no será el último.

4 comentarios:

  1. Bueno se trrminó, hemos leído las crónicas con gran placer y hemos tomado notas para algún cambio para nuestro camino en la primera y última etapa.
    Que tengáis un buen viaje de vuelta y un abrazo.

    A los restantes seguidores de tus crónicas, nos volvemos a encontrar en el próximo Camkno.

    Buen Camino

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  2. Bien regreso y buen descanso que bien merecido lo tenéis!! Abrazo!!

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  3. Isabel Anasagasti5 de abril de 2015, 16:07

    Hemos disfrutado un monton. Hemos vivido con vosotros el camino. Muchas gracias!!. Ahora queremos ver el video.

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  4. Bienvenidos a casa. Hasta pronto. Buen Camino

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