domingo, 29 de marzo de 2015

Dia 2 - Villar de Mazarife - Astorga. 32 kms. Etapa mixta y cansada.

Dia muy largo y cansado el de hoy.
Es la etapa más larga de la presente peregrinación y además representa el final de las tierras llanas y el comienzo de los montes de León que cruzaremos entre mañana y pasado. Entramos en tierras maragatas y llegamos a Asturica Augusta, ciudad que ya conocemos, pues Paloma y yo estuvimos aquí en una escapada gastronómicxa para comer la famosa carne del pueblo de Jiménez de Jamúz (creo que ese es el nombre) que tiene fama de ser la mejor de España. Y a fe que era exquisita.
Esta vez no va a haber exquisitas viandas, sino más bien montones de kilómetros, largos y cansados.
Previendo la larga jornada npos levantamos a las siete. Como ayer cambiaron la hora, en realidad para nosotros son las seis; o sea que el madrugón es importante. Pero merece la pena , pues saliendo a nas ocho calculamos haber cubierto los treinta y un kilómetros de la etapa para eso de las tres de la tarde, lo que nos da tiempo para descansar en Astorga.
Desayunamos en el Albergue charlando con la hospitalera que es muy simpática y nos dice que casi todos los que pasan por aquí son extranjeros. Por lo visto los españoles prefieren la ruta de la carretera, que es la que marcan las guías españolas. Las inglesas y alemanas, sin embargo, recomiendan esta ruta, que es mucho más bonita.
Nos cuenta también que ayer, los otros únicos españoles que había le despertaron de madrugada. Por lo visto son un par de matrimonios que han venido con un coche, Ellas hacen el Camino y ellos las siguen motorizados. Por lo visto, ayer decidieron irse de juerga a León, y no se dieron cuenta de que esto es un albergue, no el Ritz. Los albergues cierran a las diez y no tienen servicio de noche. Así que cuando legaron y encontraron el Albergue cerrado, llamaron a la dueña. Menuda banda. Esos no son peregrinos, sino turistas de barateo. Pero supongo que era la primera vez y no les volverá a pasar, pues la bronca que se llevaron de la dueña, que tuvo que levantarse y ir de su casa al albergue para abrirles debió ser de aupa.
A las ocho estamos ya saliendo del Albergue. En la puerta están los del coche, a los que miramos con un cierto cachondeo. No han debido dormir mucho, pero quieren marcharse lo antes posible.
El día es frío y algo cubierto. Vamos con toda la ropa de invierno puesta y, la verdad no sobra. Mejor un poco de fresco para caminar.
Las calles de Villar están desiertas mientras las cruzamos. Solo se ven algunos peregrinos que, como nosotros, están comenzando la jornada.
Pronto atravesamos el pueblo y salimos a una carretera larga y recta que se pierde en la distancia. El terreno es completamente llano y se ven kilómetros y kilómetros de campos cultivados que empiezan ya a verdear. Las plantas aún están muy bajas, casi a ras de suelo. A lo largo de todo el Camino hay un complejo sistema de canales de riego que alimenta los campos por los que vamos avanzando, todo el rato por el asfalto de la carretera.
Avanzamos rápido. Las piernas se calientan rápidamente y no tenemos dolores de consideración, así que los primeros kilómetros pasan rápidamente.
La recta carretera nos permite ver a los peregrinos que avanzan delante de nosotros. Vamos casi todos a la misma velocidsd , por lo que hay pocos adelantamientos.
En poco más de una agradable hora de Camino llegamos a un cruce con una carretera que leva al cercano pueblo de San Martín del Camino, que está en el otro itinerario, el que no cojimos ayer en La Virgen del Camino. Y es que las dos rutas van casi parelelas, una por la nacional y otra por está carreterila sin tráfico.
Y además, a partir de aquí la carretera se termina y avanzamos por un agradable sendero de tierra por el mismo tipo de campos hasta llegar en cuatro kilómetros más a Villavante. En este pueblo tampoco se entra, pero el dueño de un albergue o de un bar, ha borrado las flechas que señalan el Camino y ha pintado otras que dirigen hacia el centro del pueblo, con la evidente intención de que los peregrinos se desvíen y pasen por la puerta de su establecimiento. Una gamberrada y una falta de respeto al peregrino que supone algo así como un kilómetro más de Camino para los que piquen. Las dos parejas que llevamos por delante pican. Nosotros, como conocemos el sendero real, seguimos rectos y evitamos el pueblo.
Pasamos por un bosquecillo y llegamos a unas vías que se cruzan sin paso a nivel ni nada. Allí se unen a nosotros los que vienen del pueblo y ya todos juntos continuamos hacia el doble pueblo de Puente y Hospital de Órbigo.
Tras tres kilómetros más por los mismos senderos cruzamos una autovía por un puente elevado y siguiendo una carreterilla cruzamos hasta la carretera nacional que viene desde León, y nos juntamos con los que eligieron ayer el otro Camino justo a la entrada del pueblo.
Puente Órbigo y Hospital de Órbigo se encuentra unidos por el que es el puente mas famoso del Camino, junto al de Puente la Reina en Navarra.
Se trata de un puente medieval de unos trescientos metros de largo que salva el pequeño Río Órbigo y toda la vaguada que une o separa los dos pueblos.
Pero lo que hace famoso el puente no es lo bonito que es, ni lo largo. Lo que de verdad le ha hecho famoso es que aquí tuvo lugar el Paso Honroso de Don Suero de Quiñones. Es una famosa justa medieval que ya he contado anteriormente en este blog, por lo que el que quiera recordarla no tiene más que buscar esta misma etapa en mi Camino de 2.013.
Para recordar la hazaña, todos los años se organizan aquí unas justas medievales. Para ello tienen en la vaguada un estadio de justas permanente. Debe ser bonito llegar cuando estén celebrando el torneo.
Hoy, Domingo de Ramos, no hay justas, ni por lo visto nada, porque casi todo en el pueblo está cerrado.
Queremos parar, porque ya llevamos quince kilómetros y nos merecemos un descanso, así que nos acercamos a la enorme y despejada plaza mayor del pueblo donde encontramos un bar abierto. Nos sentamos en la terraza, pues hace buen tiempo y descansamos un rato. Mientras estamos allí viene un peregrino muy viejo y con más pinta de vagabundo que otra cosa. De hecho, le hemos visto antes pidiendo limosna y paloma le ha dado un euro. Ahora, evidentemente, viene al bar a gastarse lo en una enorme copa de vino que se atiza de un trago. Una parroquiana que está por allí dice que este no se marcha hasta que no visite los dieciséis bares del pueblo, y que a ese paso no llega a Astorga ni mañana. Desde luego pinta tiene.
Continuamos saliendo ya del pueblo.
Justo al final de este, el Camino vuelve a dividirse. Igual que ayer se puede elegir un sendero pegado a la carretera o un camino que va por el campo.  Nosotros elegimos el campestre y nos desviamos a la derecha hacia el cercano pueblo de Villares de Orbigo, a apenas dos kilómetros de distancia.
A partir de Villares la etapa cambia completamente. Se ha terminado el páramo y comienzan las primeras estribaciones de la montaña leonesa. A partir de ahora el terreno es ondulado con continuos toboganes que cansan mucho las piernas, que ya llevan diecisiete kilómetros encima en la jornada.
Paramos en la plaza de Villares a quitarnos los forros polares, que a estas horas ya sobran. Es una plaza grande, en la que hay una cruz dedicada a los peregrinos, lo que se agradece.
Salimos ya del pueblo en subida. Una ascensión ligerita que nos hace subir un montecillo desde el que se tiene una preciosa vista de todo el valle hasta Puente Orbigo y más allá. Es una subida ligera y agradable que termina en una carreterilla que corona el monte y que baja ya al siguiente pueblo, que se ve en la inmediata vaguada. Es Santibañez de Valdeiglesias, un pueblo grandecito al que llegamos en un momento. Justo a su entrada hay un tipo nombrado en una bicicleta y hablando solo. Vocifera cosas incomprensibles, da vueltas con la bici, se baja y anda un rato... Un chalado, que afortunadamente está a lo suyo y no parece darse cuenta ni de que pasamos a su lado.
Justo cuando ya nos alejamos entrando en el pueblo le oímos gritar: ¡ Ya llega!, ¡Ya llega!. Y nos damos cuenta de la razón de su nerviosismo. Por la carretera llega la furgoneta de la panadera, se llama Laura. Lo sabemos porque el tipo no para de gritar ¡Para, Laura!. Dotes detectivescas que tiene uno.
Laura le debe conocer mejor que nosotros, ya que en cuanto le ve, acelera y trono una curva casi en dos ruedas para alejarse de él. Pero eso no corta a su galán, que de inmediato se monta en su bici y se pone a seguirla pedaleando como loco.
Una bonita historia de amor despechado que no sabemos como termina. Que cada uno imagine un final..... El que yo me imagino incluye un hacha y mucha sangre...
Pasado este momento, atravesamos Santibañez y comenzamos a subir de nuevo. Pensamos ya en parar a comer alfo, pues ya llevamos veinte kilómetros. La salida en cuesta de Santibañez se prolonga durante un kilómetro por una cómoda pista en la que nos adelante una manada de unos veinte ciclistas, que incluye un tándem y uno que lleva adosado amla bici un carrito con equipaje. Este me pasa tan pegado que me llena los ojos del polvo que levanta el carrito. Siempre tan agradables estos ciclistas a los que el cielo bendiga con una buena rotura de cadena o un pinchazo...
Terminado el alto de Santibañez hay un lugar donde hay una mesita en un lugar donde han puesto una cruz y una bastante fea estatua que parece un espantapájaros. Teníamos pensado parar aquí a comer, pero hace bastante viento y decidimos seguir un poco hasta un lugar más resguardado. Pero el Camino dicta sus reglas y ese poco se va a convertir en siete kilómetros más sin parar y en que al final pararemos en un lugar aún con más viento. Pero tiempo al tiempo....
Bajamos del alto de Santibañez por un muy incómodo camino lleno de grandes cantos que hacen difícil andar. A partir de aquí se suceden tres subidas y bajadas por montecillos, cada una de las cuales es más empinada y cansada que la anterior.
Ya vamos muy cansados, pero no encontramos el lugar para parar, así que seguimos y seguimos, cada vez más con el piloto automático puesto.
La última cuesta, muy fuerte, nos lleva a una meseta donde han instalado un chiringuito alternativo. Y es alternativo porque no tiene refrescos, ni comidas ni nada de lo que te encuentras habitualmente en un chiringuito del Camino. Solo parece tener  zumos e infusiones en unos botes de dudoso aspecto. Así que nuestro gozó en un pozo.
Seguimos por la meseta durante otro par de kilómetros hasta que llegamos a su final. Este está en el Crucero de Santo Toribio, un sitio precioso justo en el borde de la meseta, donde hay aparte de la bonita cruz que ele da nombre, un precioso mirador sobre Astorga con los montes de León al fondo, entre los que destaca el Teleno, justo detrás de la ciudad.
La vista es preciosa y además hay unas mesitas ideales para sentarse por fin.
Así que, a pesar de que hace bastante viento, nos sentamos ya muy cansados y nos prepareamos nuestros bocadillos de fiambre y queso.  Hay mucha hambre y caen fenomenal. Hemos hechjomal final veintisiete kilómetros antes de comer y ya estamos sólo a cuatro de Astorga.
Pero esos cuatro se hacen eternos. Estamos ya muy cansados, el paisaje a partir de aquí. No tiene ningún atractivo y solo queremos llegar al hotel. Así que en vez de cuatro kilómetros nos parecen cuarenta...
Bajamos primero desde el alto hasta el pueblo de San Justo de la Vega, un suburbio de Astorga que se encuentra justo a los pies del alto. Al salir de él cruzamos un bonito puente medieval por una pasarela metálica que está a su lado y poco después tomamos un sendero paralelo a la carretera que nos lleva pegados a una fea fábrica hasta la entrada de Astorga.
Salvamos las vías del tren por una curiosa pasarela de múltiples tramos que se hace larguísima y, tras superar una rotonda y una empinadísima pero corta cuesta final, entramos en Astorga justo por el lugar donde se encuentra el albergue municipal, a cuya entrada hay una preciosa estatua de un caminante, que no peregrino, ya que lleva una maleta y no una mochila.
Doscientos metros más adelante se encuentra la entrada de nuestro hotel, el Vía de la Plata. ¡ Por fin!. Que etapa más larga y que final más pesado. Son las tres y media de la tarde y llevamos andando desde las ocho. Estamos revemtados, pero contentos de haber terminado.
La habitación está muy bien. Este es uno de los mejores hoteles de Astorga, que he elegido porque para Paloma es especial y le apetecía dormir en él.
Subimos a la habitación y Paloma se prepara de inmediato un baño de campeonato, mientras yo salgo de nuevo a comprar una botella de agua de litro y medio que me bebo casi de un solo trago.
Descansamos un rato y a eso de las seis y media salimos a dar una vuelta. Justo al salir, vemos que de una iglesia que hay justo al lado del hotel está saliendo una procesión. Estamos de procesiones este año...
Se trata de una Virgen de Dolores a la que como dato curioso, acompaña una compañía de gaiteros aparte de la tradicional banda.  Nunca había visto gaiteros en una procesión y la verdad, quedan bien.
Todo el recorrido de la procesión está lleno de gente, pero no hayan problema para verla perfectamente. La seguimos un rato y luego paseamos por la ciudad buscando, sin conseguirlo, una iglesia donde haya misa. No hay misas por la tarde en domingo de Ramos. Así que a eso de las ocho y media cenamos un menú peregrino en un restaurante en la Plaza Mayor de Astorga antes de recogernos en el hotel.
Hay que acostarse pronto. Mañana comenzamos de verdad a subir los Montes de León. Tenemos veintiséis kilómetros hasta el pueblo fantasma de Foncebadón, ya a solo dos kilómetros del lugar más hondamente espiritual del Camino: La Cruz de Ferro, a la que llegaremos en la amanecida de pasado mañana.
TRIVIAL DEL CAMINO.
Isabel ha acertado perfectamente la respuesta de hoy. La Estela de Gibraltar marca el lugar, cerca de Ostabat, donde se juntan los tres caminos franceses antes de llegar a Saint Jean Pied de Port y cruzar los Pirineos.
Juan creo que también la ha contestado; pero como ha utilizado medios a los que no tiene acceso este humilde cronista (NI QUIERE TENERLOS, QUE QUEDE CLARO), no puedo comprobar la exactitud; aunque sabiendo la diligencia del Juan, estoy seguro que su contestación es correcta.
Para hoy una pregunta muy difícil para casi todos y que no va a ser facil de encontrar en Google.
El hotel donde dormimos hoy, el Vía de la Plata, se encuentra situado en parte de lo que fue el Convento de los Padres Redentoristas de Astorga.
El edificio, así como la aneja iglesia de los Redentoristas, estaban casi abandonados y en muy mal estado hasta que en los años 80 del siglo XX fueron restaurados, adquiriendo el magnífico aspecto que tienen hoy. Posteriormente a la restauración uno de los edificios fue adquirido por una cadena hotelera que adaptó el inmueble y lo convirtió en este hotel.
La pregunta es la siguiente:
- ¿Cual es el nombre y apellido de al menos uno de los arquitectos que proyectaron, firmaron y desarrollaron esa magnífica restauración de los años 80 ?.

5 comentarios:

  1. Muy bonitas las fotos y eso indica que has podido solucionar el inconveniente con la máquina! Espero que la etapa de hoy sea más leve y que la pregunta del trivial también!! Veré sí mañana sigo investigando y encuentro algo. Besos a los dos

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  2. Bonita etapa, bonitas fotos y precioso ultimo repecho a la entrada de Astorga depués de 32 Km.

    Arquitecto: Virginia González Rebollo

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  3. En los años 80 se restauro el edificio de los Redentoristas. Se hizo una rehabilitacion convirtiendolo en residencia de mayores pero se mantuvo la enseñanza. Se rehizo la fachada manteniendo el modelo anterior. Uno de los arquitectos: Jose Maria Anasagasti.

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  4. Yo lo sabia tambien!!! Al leer lo de los Padres Redentoristas, me acorde de la iglesi de los peces, que hizo el padre de Paloma, y de Isabel, claro.
    Animo

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  5. El anonimo de antes, soy yo

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