Lo avisan todas las guías. Lo saben todos los peregrinos. Es
de sentido común.
Pues yo como un imbécil he picado.
Nunca debes poner como primera etapa una que sea dura si no
vas muy bien preparado, y yo no lo voy. Nunca debes ponerte la bajada más dura
del Camino en la primera etapa , y yo me la he puesto. Nunca debes volver a
usar unas botas que te dieron problemas, y yo me he venido con las botas que me
produjeron tendinitis hace tres años.
El resultado es que he llegado matado a Molinaseca, en una
etapa en teoría corta, de veinticinco kilómetros, pero durísima. En la durísima
bajada desde el Alto de Manjarín la bota me ha dañado una uña (que por cierto,
tampoco me había cortado, otro fallo) que se ha despegado la piel, así que he
hecho los quince últimos kilómetros viendo las estrellas en cada paso. Quince
kilómetros son unos diecisiete mil pasos, asi que he visto diez¡cisiete mil
estrellas. Cuando el terreno era llano iba más o menos bien, pero cuando era
cuesta abajo era una tortura. Y en esos quince kilómetros se bajan milometros
de altura, así que he bajado mucho, mucho.
El dolor de pies hace que fuerces más todos los demás
músculos, con lo que tambien se me ha producido una distensión en los muslos
que es muy incómoda. O sea, que he llegado a Molinaseca echo un cromo.
La verdad es que los comienzos de mis dos últimos Caminos
han sido un desastre. Me estoy confiando demasiado y eso no puede ser . El
Camino es duro y yo soy cada vez más viejo…Tengo que tomármelo más en serio.
A pesar de todo eso, la etapa ha sido bellísima. Es mi etapa
preferida del Camino, por eso la he incluido apurando un poco en este
itinerario de invierno. Y ha respondido a las expectativas.
Es una etapa
que resume el Camino. Una subida inicial no muy fuerte te lleva de buena
madrugada a uno de los puntos más
espirituales y mágicos del Camino, La Cruz de Hierro..
Viene después
un transcurrir calmo por las cimas de los montes, visitando el peculiar refugio
de Manjarín, donde puedes llegar a conocer algunos de los personajes más
peculiares del camino.
Un ascenso
posterior hasta la cima del monte, por la que sigues llaneando hasta extasiarte
con el precioso paisaje del Bierzo que se va abriendo a tus pies a medida que
avanzas.
Y luego la
bajada al valle, dura, salvaje y hermosísima hasta recalar en esa joya que es
Molinaseca.
Si. Una
jornada completa. Si solo pudiese hacer una etapa del camino, haría esta. Y por
ello, es para mi una jornada mágica toda ella.
Rabanal del Camino |
El taxi que encargue ayer me recoge en Astorga a las ocho
menos cuarto y a las ocho y cuarto ya estoy en Rabanal del Camino, listo para
comenzar. Es aún casi de noche y no hay nada abierto en el pueblo donde
desayunar. No hay peregrinos saliendo de
los albergues, que están en su mayoría cerrados. Este es un pueblo distinto que
el conozco del verano o la primavera. Es un pueblo muerto. Me doy una vuelta esperando a que claree más
antes de empoezar la subida hacia Foncebadón y así conozco la parte interior
del pueblo, del que normalmente solo se ve su calle principal. Cuando ya estoy
a punto de irme veo que se abre la puerta de un albergue y me dirijo allí. El
dueño ha abierto solo para ver que tal hace, pero muy amable accede a poner el
primer sello de esta peregrinación en mi credencial. Me dice que no ha dormido
nadie en su albergue ni en todo Rabanal. Así que me parece que voy a tener el
Camino para mi solo. Perfecto.
Camino a Foncebadon |
Sellada la credencial, comienzo la subida de seis kilómetros
hasta Foncebadón.
Me gusta comenzar esta etapa casi de madrugada. Ponerme en
marcha cuando las primeras luces del día comienzan a dibujarlos contornos de la
Maragatería, que ya estoy dejando atrás, e insinúan los perfiles de los montes
que me esperan delante.
Camino a Foncebadon |
La subida a Foncebadón no es muy dura y ofrece paisajes
bellísimos. Comienzo inmerso en una suave niebla que al cabo de un rato de
subida deja paso a unos cielos con nubes altas.
Camino a Foincebadon |
No hace demasiado frío y se
camina muy cómodo, así que a las diez estoy ya en el pueblo fantasma de
Foncebadón, donde por cierto están asfaltando la calle principal, que hasta
ahora era de tierra.
A estas horas y sin nadie por las calles, Foncebadón parece más que nunca un pueblo
fantasma, los restos de una guerra que nunca tuvo lugar. Subiendo por sus
callejuelas comienzo a distinguir el camino ascendente que tendré que seguir
para alcanzar la Cruza de Hierro. La luz del comienzo del día es anaranjada y
convierte el paisaje en un extraño cuadro irreal.
Camino a Foncebadon |
Paro en el único bar que está abierto y me tomo un café. El
camarero me confirma que nos ha pasado un solo peregrino por allí. Van a cerrar
ya el día doce, pues ya no pasa casi nadie. Continúo saliendo del pequeño
pueblo.
Foncebadon |
Una subida no muy fuerte me va alejando de Foncebadón, que
queda abajo y va cambiando de aspecto junto con el resto del paisaje a medida
que los tonos anaranjados se convierten en dorados y los perfiles del paisaje
terminan de definirse.
Foncebadon |
Son apenas dos kilómetros hasta la Cruz de Hierro, pero esta
se ve mucho antes de llegar. Tras una curva, el ojo experto del peregrino es
capaz de distinguir su silueta que se enmarca entre los árboles recortándose
contra las nevadas montañas del fondo.
Camino a la Cruz de Ferro |
Es una preciosa visión que me anima
mientras serpenteo entre los árboles por el sendero que transcurre a
media ladera de la montaña hasta llegar a la explanada donde se encuentra la
Cruz.
Es un lugar mágico y emocionante.
Cruz de Ferro |
La Cruz se eleva solitaria
desde una enorme montaña de pequeñas piedras que primero los viajeros celtas,
después los legionarios romanos y desde hace mil años los peregrinos han ido
dejando aquí como símbolo de muy diversos sentimientos. A veces homenaje y
tributo a dioses paganos, otras símbolo del deseo de regresar sano y salvo de
un largo viaje, otras símbolo de penas o recuerdos que queremos dejar
atrás, recuerdo y homenaje a nuestros
seres queridos perdidos otras o petición personal de que esa piedra que dejamos
sea la que en el día de nuestro juicio final decante la balanza a favor de
nuestras buenas acciones. La cruz tiene un significado distinto para cada
peregrino, pero para todos es un lugar especial y único.
Cruz de Ferro |
La cruz está situada en el centro de una gran explanada que
atraviesa una carretera por la que a menudo llegan autobuses de turistas s. No
es una Cruz artística, ni siquiera es bella. Se trata de una pequeña Cruz
situada en la punta de un altísimo poste que se eleva hasta tocar el cielo
desde el gran montón de piedras peregrinas que lo rodea y refuerza.
Me gusta pararme un rato algo alejado de la Cruz, a los pies
de la pequeña ermita que hay en la explanada y contemplar a los peregrinos que
uno a uno ascienden el pequeño montículo de piedras hasta llegar a la base de
la Cruz. Todos tocan el poste con reverencia y miran hacia arriba para venerar
a la cruz que se eleva a ocho metros sobre sus cabezas. Luego casi todos
depositan con reverencia una piedra a los pies de la cruz y la mayoría posa
para un foto que le saca algún compañero y que le servirá de recuerdo de esta
experiencia.
Hay pocas palabras. La Cruz de Hierro es un lugar silencioso
en el que el peregrino se recoge en su interior y medita sobre su peregrinación
y su significado. Es un lugar que el peregrino vive y disfruta solo,
independientemente de la cantidad de gente que le acompañe.
Pero hoy estoy completamente solo. No hay ni un alma así que
subo a la cruz y dejo las diversas piedras que he traído para la ocasión en su
misma base. Estoy un rato, saco fotos y video y en todo el rato no llega nadie.
Es perfecto.
Cruz de Ferro |
En su simplicidad esta Cruz resume muy bien lo que es el
Camino. A la vez elevada y humilde, hecha con pequeñas piedras que todas juntas
sostienen un poste enorme; como los pequeños pasos que damos conforman un
Camino que al principio parece interminable. Un esfuerzo humano que se eleva
como una plegaria hacia el cielo.
No me paro sin embargo, mucho tiempo en la Cruz. La etapa es
larga y hay que continuar.
Salida de la Cruz de Ferro |
La Cruz desaparece rápidamente de la vista en cuanto comienzo
a bajar la vertiente contraría del monte.
Camino a Manjarín |
Continuo disfrutando de los paisajes de montes y bosques que se
extienden en todas direcciones hasta llegar al segundo punto especial de la
jornada. Lugar muy distinto de la Cruz de Hierro, lugar profano aunque teñido
de un especial o pretendida espiritualidad, lugar controvertido, pero en todo
caso muy significativo en el Camino. Es el refugio de Manjarín, construido y
mantenido por uno de los más peculiares
y auténticos personajes del Camino, Tomás, autodenominado “el Templario”.
Este es un albergue alternativo, muy apreciado por los
personajes más peculiares del Camino. Se trata de una cabaña destartalada
situada en una curva de la carretera en este abandonado pueblo de Manjarín,
cuya población oficial es de un habitante. No tiene luz ni agua corriente. Una
cabaña situada a unos metros hace las veces de letrinas y quien quiere dormir
allí lo hace en el suelo. Pero ofrecen acogida y té o café a todos los que
llegan.
Refugio de Manjarín |
A su entrada hay un muy fotografiado panel con las
distancias que nos separan de los más variados lugares del mundo: Nueva York,
París, Machu Pichu, Katmandú.. Y por supuesto Santiago.
Dentro del albergue lo primero que ves es una mesa con café
y te y un mostrador en el que venden de todo. En las paredes hay toda clase de
carteles, entre los que destaca uno que relaciona las distintas partes del
cuerpo humano con los versículos del padrenuestro. El resto del local está todo
lleno de banderitas y otros adornos extraños
En verano hay siempre muchos peregrinos parados en el
refugio. Este es uno de los puntos más peculiares del Camino y viene en todas
las guías que se precien. Muchos planean su etapa para terminar justo aquí y
dormir en el suelo. Dicen que es un punto de especial energía telúrica y que se
siente la fuerza de la tierra.
El lugar no es muy grande. Está enclavado en la ladera del
monte, pegado a la carretera. Hay dos edificios con pinta de chabolas y todo
tiene pinta de desastrado e improvisado.
Merece la pena para aquí para apreciar otra dimensión del
camino. Una dimensión de una espiritualidad no religiosa y más profana. De una
hospitalidad sincera y sencilla, aunque un poco militante. Casi todos paramos
aquí, aunque solo sea a sellar. El sello es muy bonito. Pone "Encomienda
Templaria de Manjarín" y lleva el lema templario "Non nobis". El
lema completo es "Non nobis, Domine, non nobis, sed nomine tuo da
gloriam", que significa "No para nosotros, Señor, no para nosotros,
sino para la gloria de tu nombre".
Con este precioso lema los Templarios se convirtieron en la
Orden más poderosa y rica del mundo, banqueros de reyes y guardianes de
secretos. Les pudo su ambición y fueron disueltos expeditivamente y de una
manera poco agradable.
La labor de Tomás en este albergue es encomiable. Es un
hombre peculiar, que dejó su trabajo en Madrid hace muchos años para instalarse
en este paraje solitario y revitalizar un tramo del Camino sin apenas
servicios. Su filosofía es peculiar, muy cercana al movimiento hippie y al
esoterismo, pero es auténtico y ha ayudado mucho a dar a conocer el Camino y
revitalizarlo. No hay libro extranjero que no le cite e innumerables artículos
de prensa alaban su labor. En el fondo, ¿no hace lo mismo que hicieron en su
tiempo Domingo García y Juan de Quintanaortuño, conocidos hoy por Santo Domingo
de la Calzada y San Juan de Ortega?. Así que un aplauso a Tomás, el último
Templario.
Camino a El Acebo |
Tras estos dos baños de espiritualidad, primero religiosa y
luego profana, asciendo hasta lo alto de los montes que separan la Maragatería
del Bierzo. Llaneo por la parte más alta contemplando las impresionantes vistas
y divisando algunos pueblos colgados en la montaña a los que parece imposible
acceder.
Camino a El Acebo |
Poco a poco las cimas de los montes cercanos van
desapareciendo y de repente todo el valle del Bierzo se extiende a mis pies. Es
una de las vistas más impresionantes del Camino. El valle del Bierzo se
extiende en toda su amplitud mil metros por debajo de donde me encuentro. Se ve
perfectamente Ponferrada, que parece muy cercana, pero para la que queda más de
media jornada de caminata. Esparcidos por el valle se ven otros pueblos más
pequeños y campos cultivados por todos
sitios. Al fondo cierran el valle los montes que dan entrada a Galicia y que
tendré que atravesar en un par de días.
Camino a El Acebo |
Contemplando esta vista cualquier peregrino se siente
exultante, triunfador y todopoderoso. El mundo está a sus pies, Galicia ya está
a la vista y nada puede detenerle….
Vanas ilusiones que el Camino va a colocar en su sitio en
muy poco tiempo.
Tras contemplar un rato esta vista comienzo. Y vuelvo a la
tierra desde las nubes en las que estaba.
La bajada no es dura al principio, hasta llegar a ub¡n
kilómetro del pequeño pueblo del Acebo, que más parece una estación de esquí
que otra cosa. Es un pueblo muy cuidado, de casas de piedra y madera bajas con
balcones de madera sobresaliendo de los muros de piedra y tejados inclinados de
teja o pizarra en torno a una calle central por la que avanza el Camino.
Bajada a El Acebo |
La dureza de la bajada y de las botas empieza a pasarme
factura. Me duelen los dedos de los pies y me resulta cada vez mas doloroso
bajar las fuertes cuestas que llevan hasta el pueblo.
El Acebo |
Al llegar paro en un bar abierto y me tomo una coca cola,
mientras dejo descansar los pies que mejoran algo.
El Acebo |
Tres kilómetros más de bajada fácil hasta Riego de Ambros y
a partir de allí el Camino se endurece de verdad.
El comienzo de la bajada, es
un tramo que es una estrecha torrentera muy empinada llena de piedras suelta y
en la que hay que bajar casi de lado, aquí los ciclistas tienen que echar pie a
tierra y bajar empujando la bici, lo cual siempre alegra al peregrino de a pié,
harto ya de que le pasen como balas por cualquier sitio. Para mí es una
tortura. Cada vez me duelen más los pies y llega un momento en que para bajar
un fuerte escalón me tengo que tirar al suelo y bajar reptando, pues cada paso
es dolorosísimo.
Camino a Riego de Ambros |
Roiego de Ambros |
Salida de Riego de Ambros |
Descanso un rato en un lado del camino para recuperar los
pies y luego sigo, procurando caminar despacio y teniendo mucho cuidado de no
cargar peso en las puntas. He sacado el bastón, que no suelo usar nunca y lo
uso para ayudarme.
La torrentera termina en un sendero siempre descendente y a
ratos difícil y complicado que me lleva hasta una explanada donde hay cinco
robles que tienen un diámetro gigantesco.
Es un sitio precioso al pie de un
arroyo que invita a pararse. Pero ya huelo la meta y quiero llegar cuanto antes
al descanso, así que continúo por senderos empinados y pedregosos hasta llegar en mucho más tiempo del habitual al
precioso pueblo de Molinaseca a las tres y media, reventado, dolorido y
contento.
Explanada de los robles |
Camino a Molinaseca |
Molinaseca es un pueblo como de cuento. Hay un río que se
cruza por un puente antiguo frente al cual hay una imponente iglesia. Al otro
lado de la carretera hay otra iglesia más pequeña. Al lado del puente hay una
pequeña playa donde en veranos siempre hay gente bañándose para combatir el muy
intenso calor. El puente de piedra es largo y está bien cuidado y las zonas de
verde que se extienden en los alrededores de la playa fluvial invitan en verano a quedarse y descansar, incluso a
remojar en la corriente los cansados pies.
Molinaseca |
Cruzando el puente se extiende la calle principal de
Molinaseca, que es estrecha y larga, como en todos los pueblos del Camino., con
hermosas casas de piedra, algunas de ellas blasonadas.
Molinaseca |
Entrada a Molinaseca |
Puente de Molinaseca y Hotel |
Subo a la habitación y me quito las botas para examinar los
daños de la jornada. La uña del dedo gordo del pie izquierdo se me ha despegado
y la del pie derecho está muy magullada. Descanso tumbado en la cama antes de
ducharme y la situación de los pies mejora algo. Así que salgo a una farmacia y
compro un cotrtauñas, un protector de dedos, esparadrapo y gasas antes de dar
una vuelta por el pueblo.
Vistra desde la Habitación |
Molinaseca es un
pueblo grande e importante que marca el final del descenso de los Montes de
León y la entrada en el fértil valle de El Bierzo. La calle estrecha suele
estar en verano llena de peregrinos que
descansan tras la bajada a los pies de las casas, no muy altas, que tienen
balconadas cubiertas y tejados de pizarra. Ahora solo se ven algunos paisanos en las
calles y las puertas entreabiertas de las casas. En una de ellas veo que acaban
de hacer la matanza y tienen dos cerdos listos para ser troceados mientras en
la puerta lavan la artesa que han utilizado para recoger la sangre de los
animales.
Molinaseca |
Visto el pueblo me meto en un bar a escribir y descansar.
Los pies van mejorando con las zapatillas de descanso y la falta de esfuerzo,
pero tengo muy cargados todos los músculos.
Mañana tengo una etapa fácil y llana pero larga, así que si
veo que tengo problemas, cogeré un taxi hasta Villafranca el Bierzo. Hay que
llegar bien a la etapa del Cebreiro.
Me consuela que ya no tengo más bajadas tan duras como la de
hoy en lo que me queda de Camino. Estoy seguro que en llano o en subida voy a
funcionar mejor. De todos modos, mañana calzaré las zapatillas de descanso en
vez de las botas, mucho más duras y pesadas.
Iglesia de Molinaseca |
Ceno a las ocho en un buen restaurante del pueblo. Lo he
elegido porque tienen una foto de Luia Aragonés, y eso parea un atlético como
yo es irresistible. Tomo una originales lentejas marineras, con calamares
gambas y almejas, que están buenísimas y para cenar son mejores que las
habituales. Luego un buen trozo de merluza.
Y ya me encierro en la habitación para descansar. Mañana es
un día largo y tengo los pies en bastante mal estado. Espero que los gnomos del
camino hagan esta noche su trabajo y me los recuperen.
Peregrino: es impresionante tu narración tanto de la soledad en esta época, como de tus padecimientos. Eso sí, siempre consigues que lo vivamos como si fuésemos vos. Las lentejas tras esa etapa tan dura son un muy buen final y anoche suspirábamos sobre cuándo las cocinarás. ¡Buen Camino de casi invierno!
ResponderEliminarNo te imaginas como te entiendo. Esa etapa, en nuestro primer Camino, fue la que nos enamoró y ya nos dejó irremediablemente enganchados al Camino. No sabes el bien que, a mi especialmente, me está haciendo leerte esta vez. Gracias por permitirnos acompañarte. Buen Camino amigo
ResponderEliminarHe sufrido tu bajada , pobre , espero que hoy la cosa sea menos dura
ResponderEliminarHe sufrido tu bajada , pobre , espero que hoy la cosa sea menos dura
ResponderEliminarLa confianza mata, en tu caso destroza los pies. Leyendo parece que estámos recorriendo esos caminos en tu compañía.
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